Capítulo 5.

10 0 0
                                    

- No es la mejor habitación, pero es lo más  accesible que pude conseguir.- dice Jonathan lamentándose porno haber podido conseguir algo mejor.
- No se preocupen, nos arreglaremos con esto. -intento alentarlo, aunque debo admitir que tiene razón ,el cuartucho es un asco.
- ¿ Segura de que van  estar bien?.
- No te preocupes.- le digo a Paola abrasándola, y los acompaño a la puerta con la promesa de llamarlos si pasa algo. Me despido de ellos y cierro la puerta detrás de mí, dejándome caer hasta dar con el piso. La luna que resplandece desde el exterior comienza a refulgir nuevamente, y ola observo, agradecida de que la vida me haya dado la oportunidad de librarme de ese calvario. Me cuesta asimilar lo que hice y me da miedo pensar que puedo acabar muerta en cualquier momento. Pero no es hora de preocuparme por eso, se que hice lo correcto al escapar, tanto para mí como para la pobre Leila, que duerme como un tronco exhausta, luego de la pequeña aventura.
En ese momento, mi celular comienza a sonar y al observar veo que marca un número desconocido.
- ¿ La estás  pasando bien hermosa?-me pregunta una voz poco audible.
-¿ Qué querés Marcos?- digo luego reconocer la voz.  Me levanto de un salto y me dirijo al cuartucho lo más  rápido que puedo y comienzo a guardar algunas prendasen nuestros  bolsos.
- Quiero que vuelvan,las necesito, enserio. Te amo, no puedo vivir sin vos. Les prometo que voy a cambiar.
- Guardate el discurso, no te va a servir de nada. - le contesto y corto la llamada. Tomo  a mi pequeña y corro hacia la puerta.
Del otro lado se oye perfectamente un golpe y sin mediar palabra corro hacia la ventana justo antes de que la puerta ceda.
- Mami, tengo miedo.- dice Leila y yo continúo corriendo escaleras abajo. La suerte parece estar de mi parte, porque justo en ese momento, un colectivo se detiene ene la parada que tengo adelante y yo hago señas al chofer para que nos deje subir y la puerta se cierra, dejando  Marcos atrás diciendo maldiciones.

- ¿ Ese es su marido?- pregunta el chofer.

- Ese no debería ser su problema.- le respondo intentando no sonar desagradecida después de que se tomase la molestia de dejarnos subir sin pagar.

- No te pongas así nena, yo no soy quien te está persiguiendo. Alzo la mirada y veo sus ojos marrones chocolate, del color de dos bombones que vienen en caja, Juan sonríe al verme la cara y yo me siento en uno de los asientos que están detrás suyo.

- ¿ Las llevo a algún lugar?- me pregunta.

- ¿En donde es la próxima parada?

- Talcahuano y Aya-cucho.- dice él.   

Mil noches bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora