Capítulo 2

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- No entiendo como podes aguantar a ese violento Carla.- dice Paola- Yo no lo soportaría.

- Ya sabes lo que pienso respecto al tema.- le digo intentando quitarle importancia.- Es muy complicado.

- ¿ Qué no te das cuenta de que te está destruyendo por dentro? Pensá en tu hija- me pregunta.

- Ya va a cambiar.- le respondo.

- Te lo ha prometido varias veces y yo veo que todo empeora cada día más.- dice Pao.

Paola es mi mejor amiga. Nos conocemos desde el jardín de infantes. Ambas hicimos todo el primario y secundario juntas, incluso nos recibimos el mismo día.

 Hemos sido amigas por años. Somos casi como hermanas.

Marcos intentó separarnos a una de la otra  varias veces. Pero, a pesar de todo, hemos permanecido unidas. Es la única que me apoya cuando todos me dejan de lado. No soporta verme sufrir, pero para mí de eso se trata el amor, soportar mucho para permanecer unidos.

- Solo deseo lo mejor para vos.- dice ella.

Oigo a mi jefe llamándome desde su oficina.

- Por favor, cierra la puerta.- me pide al entrar.- Necesito que averigües quienes van a asistir a la cena aniversario de la empresa, cantidad de mozos, etc. ¿ Vos vas a venir?- me pregunta.

- No se.- respondo esperando que retire su invitación.

- Vamos, debes venir. Sos parte de la ''familia''- me insiste acercándose.

Siento su mano sobre mi muslo y el olor al maldito cigarrillo que tiene en su boca.

- Tengo que irme.- le digo apartándolo de un empujón.

 Salgo del edificio lo más rápido que puedo intentando no llorar.

 Llego a casa cuando por fin comienzan a caer mis lágrimas.

- ¿ Qué te pasa hermosa?- oigo que me pregunta una voz grave que me deja con la piel de gallina. Volteo para verlo con una caja de bombones en una mano y un ramo de flores en la otra.

- No es nada.- le respondo secando mis lágrimas.

Se pone de rodillas delante de mí ofreciéndome los bombones. Tomo la caja con mis manos.

- Tu respuesta no me convence- me dice abrasándome por detrás.- ¿ Qué te pasa Carla?.

 Comienzo a llorar sin poder contener las lágrimas y le explico lo sucedido en la oficina del jefe de la empresa.

- Hijo de perra. ¿ Quién se cree que es?- dice algo enojado lo que me sorprende, ya que, en ocasiones anteriores, él hacía cosas algo peores.

 Sin parar de llorar intento calmarlo. Cuando lo consigo me abrasa.

 La forma de abrasarme es muy tierna. Me hace recordar muchos momentos maravillosos. Tardes junto al río, momentos angustian tes de soledad en los que solo él estaba a mi lado, pero también me provoca escalofríos.

 - Tengo entradas para que los tres vayamos al cine esta noche.- dice Marcos susurrando me al oído.

 Volteo y observo sus ojos, celestes como el cielo, su cabello moreno peinado hacia el costado, piel aceitunada y labios carnosos que te hacen desear un beso.

Horas después me encuentro dentro de mi habitación. Me pongo una camisa blanca suelta de tela fina, unos jeans ajustados y unas sandalias de tacos altos. Maquillo mi cara, pinto mis ojos y arreglo mi cabello. Luego ayudo a Leila a vestirse. 

- Tengo miedo.- me dice mirándome a los ojos algo asustada. 

- Tranquila mi amor, te prometo que ya ni va a pasar- le digo abrasándola para calmarla, aunque a decir verdad yo también estoy asustada.

Bajamos las escaleras, Marcos nos está esperando con las llaves del auto en la mano.

- ¿ Les parece si compramos algo antes?- les pregunto. Ambos asienten y nos detenemos en un Mc Donalds.

 Me bajo del auto apresurada mente, está comenzando a llover y me cuesta mucho correr con estos zapatos.

Abro el paraguas que llevo en mi cartera y me caigo de lado.

- ¿ La ayudo con algo señora?- me pregunta una muchacha algo menudita, debe tener 15 años, llevando una bandeja  con comida. Le doy las gracias, que no necesito ayuda ya que puedo sola. 

 Llego al servicio y pido un paquete de papas fritas , dos hamburguesas y una gaseosa light ya que tengo una herida en el estómago que no me permite injerir bebidas dulces. 

 En cada parte de mi cuerpo llevo moretones, cortes y hematomas, todos hechos por Marcos.

  Cojo las cosas y me dirijo a la salida. En la puerta choco de frente con alguien, caemos y producto de el impacto desparramo los paquetes que llevo entre las manos.

- Disculpa, no te vi.- me dice un  hombre ayudándome a recoger todo.

- No hay cuidado.- respondo entre risas.- Fue mi culpa.

  Alzo la vista y veo unos ojos color marrón choco latoso que me resultan familiares. Intento recordar donde los he visto antes.

 Veo su cabello tengo una especie de  de un segundo.

-Juan!!!.- digo con sorpresa al reconocerlo.

- Carla ¿ Sos vos?- me pregunta al reconocerme.

- S-si, soy yo. ¿ Cómo estás?. le pregunto.

- Bien. ¿ Y vos? ¿ Cómo están Leila y Marcos?.- me pregunta. Me había olvidado por completo de ellos!!!.

- Perdón, debo irme.- digo levantando lo más rápido que puedo.

- Okey. ¿ Te parece si nos reunimos un día de estos a tomar algo y charlar un rato?.- me pregunta.

- Perdón, pero no puedo.- le digo y me retiro del lugar sin darle más explicaciones..

 Camino hacia el auto apresurada mente para evitar un posible ''interrogatorio'' sobre el por qué de mi tardanza. Por suerte no Marcos me pregunta nada y nos dirigimos al cine.

 Volvemos a casa a eso de las 23:000 hs.

 Mañana es día laborable. Decido quedarme despierta un poco más así que dejo que Leila y Marcos vayan a dormir.

 Me siento en el sillón con mi cabeza a mil intentando procesar lo ocurrido en Mc Donald's. ( Me refiero a Juan).

 Él era un compañero de la escuela. Hicimos juntos el secundario.

Era un chico lindo, atractivo, inteligente y buen mozo. La chicas caíamos a sus pies cuando pasaba por nuestro lado. Era el más callado del curso, pero una persona de buen corazón. Por desgracia Dalila, su novia, no lo veía así. Para ella era solo era alguien con quien pasar el rato cuando ningún chico estaba disponible.

 Para su suerte la chabona encontró a un ''millonario'' y se fue tras él.

- Perdóname.- dice Leila parada detrás de mí llevando un vaso con agua,- Tenía un poco de sed.

- No te preocupes, ya me iba a dormir.- le digo y la llevo a su cama.

    

Mil noches bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora