Capítulo 7 - Final

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Marinette pestañeó varias veces en señal de no entender a lo que se refería. - Vamos, no me digas que no lo sabes. - la azabache negó con la cabeza.

- Pues permite recordártelo - y lentamente volvió a besarla pera esta vez sin nadie que los interrumpiera, Marinette se derretía ante el hecho de que Adrien la estaba besando y como besaba el jodido..., había encontrado la posición ideal donde sus labios encajaban a la perfección y con un ritmo suave y acompasado se dejaban llevar por los sentimientos guardados durante tanto tiempo. Con cada movimiento se exigían más el uno del otro. Adrien estaba perdido en el dulce manjar que para él eran los labios de su niña, con la tersura de la seda y el dulce sabor del melocotón maduro se extasiaba una y otra vez en cada envite de ella.

Marinette estaba en su particular nirvana, ¿cuantas veces desde que lo había conocido había fantaseado con ese momento?, ¿docenas?, ¿cientos?, ¿miles?, ya daba igual ese momento por fin había llegado y era solo de ellos dos, él era de ella. Ante esa idea apretó su agarre contra el cuello de su chico profundizando aún más el beso que poco a poco iba transcendiendo a otros niveles. Estaba ansiosa, no quería abrir los ojos porque si esto era un sueño no quería despertar, enterró sus gráciles dedos en la rubia cabellera jugando con cada mechón. Deslizo su mano derecha hacia abajo acariciando la mejilla del joven modelo a su paso, se detuvo al llegar el cuello de este, ahí pudo sentir con intensidad los frenéticos latidos del corazón desbocado de Adrien, con suavidad volvió a subir su mano acariciándole el lóbulo de la oreja y la base de esta por el lateral.

Adrien abrió grande los ojos ante la agradable sensación que la azabache le provocaba con sus caricias y sin poder evitarlo un ligero gemido salió de su garganta.

La azabache se sorprendió ante el gutural sonido que sin quererlo le había erizado cada vello del cuerpo, una ligera sonrisa de picardía se dibujó en sus labios sin despegarlos de los del rubio, sabía lo que eso había sido y lo mejor era que ella había sido quien lo provocó. Noto como Adrien dejaba de besarla al parecer él chico se había avergonzado de su espontánea expresión de placer, sin tiempo para timideces Marinette separó ligeramente los labios y en un inesperado movimiento atrapó con delicadeza el labio inferior de su chico entre sus dientes. Adrien abrió los ojos sorprendido ante la acción de ella pero lo peor fue cuando noto como pasaba suavemente su lengua por su labio apresado. Dios, la chica lo estaba matando con ese simple gesto, no pudo evitar que un sonido algo más grave que el anterior volviera a salir de su garganta.

El caso de Marinette no era distinto, todas esas sensaciones eran tan nuevas para ella que no sabía qué hacer solo se estaba dejando llevar guiada por el amor y la pasión que su chico le provocaban. Ella era un mar de sentimientos en plena ebullición con la necesidad de explorar más, de querer más. Cerró más su abrazo sobre él evitando que pudiera alejarse, ese segundo sonido no hizo más que avivar aquello que ahora la quemaba por dentro, en un impulsivo movimiento liberó su labio y ante la sorpresa del chico tomo posesión de su boca.

Adrien estaba ensimismado, los labios insaciables de Marinette lo tenían a su entera merced. Al sentir la cálida y suave sensación que la juguetona lengua de la azabache provocaba en su boca encendió aún más su deseo por corresponder a sus atenciones, empezando así un frenético baile de seda y fuego. Adrien subió su mano hasta la nuca de su chica reduciendo aún más si se podía la distancia entre ellos.

Su otra mano se paseaba en sinuosos movimientos sobre la espalda de la azabache generando sensaciones de placer en ella, lentamente la fue bajando por toda su columna hasta ese punto donde la chica no pudo evitar soltar un tímido gemido que para Adrien fue como la voz de un ángel.

Después de un rato sus movimientos iban descendiendo en intensidad, no es que ellos desearan detener ese huracán de pasiones contenidas pero el rellano de la escalera no era el mejor sitio para ello y mas estando en el piso de abajo los padres de la chica. Al final separaron sus labios los cuales no ocultaban las sonrisas de felicidad, sus frentes aún permanecían unidas, su respiración se entrecortaba y sus pechos chocaban con cada bocanada del necesitado aire. El fue el primero en abrir los ojos viendo frente a él el bello rostro ruborizado de su niña, cuando ella abrió con parsimonia sus ojos, Adrien los miro maravillado eran como el más bello amanecer sobre el azul mediterráneo.

Una cita...sin ti   - (Miraculous Ladybug - Adrinette) - Otra historia cliché.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora