La ciudad está formada por inmensos rascacielos que a consecuencias de la espesa niebla parecen castillos futuristas abandonados deseando cobijar a algún forastero que necesite lugar en el que dormir. Suelta un suspiro dejando un rastro de vao en la cristalera del coche y en él dibuja un monigote. Vuelve la vista hacia el frente y entrecierra los ojos al notar como el coche comienza a frenar al llegar a un edificio más pequeño que todos los anteriores por los que había pasado. Aproximadamente tendrá unas 3 plantas y la fachada está algo descuidada en comparación con las demás viviendas.
Observa a Gretel y decide salir del coche para observar el entorno. La chica rubia le imita y se sitúa junto a ella alzando la vista hasta el final del edificio, sus ojos a la luz del día parecen más claros y su rubio resalta mucho más, sin embargo, con este temporal su iris es más oscuro y el cabello es más castaño.
-¿Y bien?- dice Amanda dirigiéndose a su compañera.
Sin hacer caso omiso a la pregunta de la chica pelinaranja, camina y entra por el portal dejando tras de si un aroma a hierbabuena y jabón. Amanda la sigue y entra junto a ella en el ascensor colocándose a su lado. Ascienden en silencio, sin dirigirse la mirada y sin comentar nada que pueda apagar ese silencio tan incómodo para ellas dos. El ascensor para y las puertas se abren mostrando un pasillo largo y estrecho, enfrente hay una puerta color caoba y a su lado unas escaleras que bajan hasta la segunda planta.
Gretel camina hasta la puerta de la vivienda y Amanda la sigue en silencio con la cabeza agachada y con una mirada pensativa. A decir verdad, le da vergüenza entrar en la casa de una desconocida con quien no ha empezado con buen pie, pero esa chica resulta muy repelente y frustrante para ella y entrar en su casa es algo que ni loca hubiese hecho, pero teniendo en cuenta su situación prefiere aguantar un tiempo conviviendo con ella.
Entran en la vivienda y la rubia cierra tras de si la puerta. Es un apartamento pequeño, al estilo rustico y la cocina y la sala están unidas entre si. A su lado hay un pasillo que conecta con dos habitaciones cerradas de par en par.
-Bien, aquí mando yo. Tú dormirás en el sofá y yo en mi habitación, obviamente. Nada de traer tíos a MI casa, nada de fiestas hasta las 5 de la madrugada, eso solo me lo permito yo. Ah, y a partir de ahora no quiero que me nombres como Gretel, llámame Cam, ahora y siempre. Cualquier gilipollez y te vas a la puta calle, ¿está claro?- dice la chica rubia fulminando a Amanda con la mirada.
-Encima de tener que aguantarte, ¿me prohíbes mi libertad?- dice enfadada.
-Sí. Si no te gusta te jodes. –repite su compañera de piso.
Amanda resopla indignada y se cruza de brazos poniendo los ojos en blanco. Esa chica le saca de sus casillas, ¿Cómo puede prohibirle su libertad? Ya ha tenido suficiente dentro de su caja.
-Ah, y yo que tú, para comenzar de nuevo, me pondría un apodo- dice mientras se aleja entrando a su habitación y desapareciendo a su interior.
Amanda se sienta en el sofá resoplando y pensando en los próximos días. ¿Un nuevo apodo? Sonríe y cierra los ojos. Nuevo apodo significa nueva identidad, esa idea le gusta, su nombre nunca le ha gustado, le resulta un tanto débil y triste. Se pasa las manos por su cabello agitándolo y se levanta del sofá dirigiéndose a la cocina.
Lo tiene claro, esta es su nueva vida y va a ser diferente, ahora ya no es la Amanda débil y llorica que era acosada por personas con el rostro borroso, ahora es Audrey, o mejor dicho Drey. Abre un cajón de la mesa, saca unas tijeras y las observa temblorosa. Se agarra un mechón de pelo y camina hasta un espejo situado en el baño. Observa su reflejo, acerca las tijeras cortando parte del mechón de pelo y lo deja caer al suelo llenándolo de finos cabellos pelinaranjas. Cierra los ojos al acercar las tijeras al otro lado y vuelve a cortar resoplando nerviosa.
Esa es ella, la chica del cabello por la cintura que ahora le llega por los pechos, la chica de ojos verdes vacíos que ahora vuelven a recobrar ese brillo perdido, la chica con mirada perdida que ahora comienza a renacer.
Drey suelta las tijeras y sonríe de lado vacilante.
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Silencio Monotono
Teen Fiction¿Quién iba a decir que la vida pudiese cambiar de dirección tan rapidamente? Esa es la pregunta que Amanda se repite constantemente. ¿Destino? Puede ser. ``Me llamo Amanda, tengo 17 años y soy una criminal. Vivo en una caja cuadrada dentro de otra m...