Llegar al set es un ajetreo por norma general: Wes siempre nos recibe con una carpeta, dentro están las partes que vamos a grabar esa semana. Al principio me chocaba un poco la capacidad de organización de este hombre, pero mira... ha resultado ser genial, como todo él.
- ¿Qué toca hoy?
- La escena del comedor - responde el director empujándonos hacia los camerinos para que los chicos de maquillaje nos pongan a punto.
A pesar de las prisas, no dejo de disfrutar del exquisito café que el ángel que tengo por amigo me ha traído.
«Sigue pensando en ello todo lo que quieras, pero ten cuidado al sentarte en la silla o...
- ¡DYLAN!
- Ay...
Madre del amor hermoso, ¡QUÉ DOLOR DE CULO!
«Y no precisamente de lo que te gustaría.
CÁLLATE.
Cierro los ojos un segundo y respiro hondo porque el dolor en el hueso de la alegría es muy real.
- ¿Estás bien? - Thomas está delante de mí con el ceño fruncido y una mano para ayudarme.
- Sí, sí... sólo ha sido un despiste.
«Por ir pensando en la musaraña de Thomas.
¿Es que no me vas a dejar en paz?
Cuando una de las maquilladoras me coge por fin trato de desconectar todo lo posible y disfrutar de las caricias (que en realidad no lo son, ella solo está acomodando mi pelo), pero sirve para disminuir el dolor de cabeza.
De un momento a otro dejo de sentir las manos en mi pelo y noto un roce efímero en la mejilla. Abro los ojos parpadeando, tratando de alejar la somnolencia que tengo encima. Jesús, ni el café... para encontrarme con los ojos del mismo color a pocos centímetros de mi cara.
Pipipipipipipiiiiii.
«Ahí vamos de nuevo.
- Oye, Dyl - me llama en un susurro y yo sólo quiero comerle la sonrisa.- Hace días que te noto extraño. Si necesitas hablar... sabes que estoy aquí, ¿verdad?
Créeme, Thomas, eres la presencia que más tengo en cuenta siempre. Cada vez que entro en una habitación con gente o cada vez que estoy dentro y alguien abre la puerta. Allá donde vas mis ojos te siguen. Y no puedo hacer nada para remediarlo.
- Lo sé, Tommy.
Me observa fijamente, de esa forma que sólo él sabe: intensa y profunda, como si pudiera descubrir todos mis secretos.
«Menos mal que no puede, ¿eh?
Totalmente de acuerdo.
Al ver que no digo nada más se limita a asentir y a levantarse. Preparado para otro día de rodaje.
ESTÁS LEYENDO
En mi mente [Dylmas]
RomanceOs invito a descubrir cómo es pasar un día dentro de mi cabeza. Por cierto, me llamo Dylan O'Brien y esto es el set de "El Corredor del Laberinto".