El chico de sangre azul

63 1 0
                                    

Capítulo #5

Len

Había un lugar muy escondido en el palacio al cual nunca accedió cuando él vivía ahí. Al menos los guardias no lo dejaban desprotegido. Rin se paró en frente de dos enormes puertas, toco suavemente mientras los dos esperaban pacientemente, el príncipe se preguntaba porque su hermana lucían tan seria y porque estaba en aquel lugar, unos pasos se escucharon y la puerta se abrió levemente.

—Su majestad, es un honor verla nuevamente —la mujer inclino la cabeza abriendo más la puerta.

—Miki, he venido a ver a mi madre —le dijo la reina.

—Por supuesto, pero ¿Y él? —Miki miró sospechosamente a Len.

—No te preocupes, es mi nuevo sirviente personal, él ha hecho un juramento de confesionalidad, no dirá nada.

El chico sólo pudo asentir. Miki terminó por ceder abriendo la puerta para que ambos pasaran. En cuanto Len entró dirigió su mirada celeste a la cama que tenía en frente, su madre ya hacía postrada, pero ya no era lo que solía ser. Esta nueva versión de la reina madre era una demacrada por los años o la culpa, su cabello dorado estaba opaco sin vida, sus manos arrugadas y los párpados cerrados; su madre parecía una moribunda apunto de ceder ante el ángel de la muerte, viéndola luego de tantos años, quizá a Len se le conmovía el corazón, brevemente claro, no olvidaría nunca que su mamá no hizo nada para oponerse en contra del rey. En cuanto sintió la presencia de su melliza pudo tranquilizarse y dejar ir la tensión. Rin y él se encontraban solos en la enorme habitación, seguro Miki se fue para cumplir otro trabajo.

—Miki es quien se encarga personalmente de nuestra madre, entró a trabajar el año pasado y desde entonces ha demostrado ser muy capaz —explicó la heredera caminando hacia la cama—, fue decayendo desde la enfermedad de mi padre, aunque para ser sincera desde mucho ya se sentía mal o bueno cuando tu te fuiste —ella le dedico una mirada de condescendencia a la mujer débil, con cuidado le cepillo el pelo—; al ya no poder cumplir con su papel, cuando ya no pudo volver a pararse, ordené que a trajeran aquí y no ha vuelto a salir.

—¿Cómo se mantiene viva? —Len no se atrevía a acercarse.

—No tengo idea, francamente siempre me espero la noticia de su fallecimiento, pero no lo hace y Miki la mantiene respirando —su gemela lo vio sin expresión—. No sé si perdonarla, lo que sé es que no la puedo dejar de amar.

—Supongo que nuestra madre no tuvo otra alternativa, pero creo que debió pelear por sus hijos, eso no lo podría perdonar.

—Ni siquiera te reconocería, ya es tarde para eso.

Ambos mellizos se quedaron callados únicamente con el ruido de los carruajes pasar, Len al fin pudo analizar a Rin. Físicamente no cambió mucho, sólo que su cuerpo ya no era el de una niña, su manera de actuar tampoco y su personalidad...era como si ya no quedara mucho, como si la hubieran modificado tanto, enfundada en ese vestido tan elegante y sus manos enguantadas, sin duda era una Rin preparada para reinar. Len desvió la mirada hacia su madre, si él escapaba con su hermana, ¿La podría dejar a su suerte? ¿Sería capaz?

—Len, ¿Quieres tomar el té conmigo? —la voz de la joven lo sacó de sus pensamientos.

—No me gusta tanto el té, pero por ti con gusto —le ofreció el brazo con una breve sonrisa.

Al dejar el cuarto Miki se volvió a instalar en el, el equipaje del príncipe ya no estaba en el lugar de antes por lo que pensó que fue llevado a su nueva recámara. Al llegar a la sala del té, Len le sirvió una taza a la reina como era debido, no mantenían una platica, solamente disfrutaban del silencio que le hizo recordar tantos momentos de su infancia, Len quería preguntarle tantas cosas, pero un sirviente llegó justo en ese momento.

Sirviente Del Mal ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora