Tu serás la princesa y yo tu fiel servidor

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Capitulo #4

Len

—Len, en cuanto llegues, ten mucho cuidado, ¿Si? Protege a Rin y ambos regresen porque esté siempre será su hogar —le había dicho su tía antes de subirse al carruaje.

—Lo haremos, no te preocupes tía Kiyomi, gracias por todos estos años —el joven le dio un fuerte abrazo.

Unas semanas atrás le llegó una noticia de parte de su amigo Kaito: La nueva soberana necesitaba un sirviente personal, alguien de mucha confianza y que estuviera al alcance de dicho rol; su mejor amigo no podía tener el privilegio pues él ya se encontraba trabajando en el reino vecino así que la vacante se encontraba abierta para quien se atrevía a tomarlo, entonces Len vio una valiosa oportunidad que no desperdiciaría, lo planeó tofo junto a Kaito y ahora se iría otra vez al peor lugar para él. El esposo de su tía le ayudo con el equipaje, se despidió por última vez de aquellas personas que le dieron todo lo que pedía, gracias a ellos Len se convirtió en alguien preparado para la vida y los riesgos que pasaría al estar en el reino Kagamine, se subió al carruaje y partió, con el temor de encontrarse con su gemela pero a la vez con una emoción desbordante.

¿Te acordarás de mi o tu carta desde hace dos años fue la despedida?

Rin

La reina abrió ambos ojos azules, parpadeo varias veces bostezando y estirando su cuerpo, ese día se levantó antes que sus lacayos fueran a hacer su trabajo de siempre. Perezosa se sentó en la enorme cama, el cuarto estaba en penumbras por las cortinas carmesí que llegaban hasta el suelo, Rin se quedó un rato admirando, en silencio, la estancia; pareciera que fue ayer cuando su padre dio el último suspiro de vida, gracias a la tuberculosis, luego de aquel terrible acontecimiento en el cual, en ese entonces, la princesa no sintió nada de pena, se nombró como la nueva líder, de su madre pues...la mujer quedó postrada en la cama después de meses de culpa y arrepentimiento. Con el peso de un reino en sus hombros, la rubia se convirtió en una mujer fría, poco expresiva, pero con una sabiduría implacable; sólo había una razón por la cual Rin no era nada feliz y no, no tenía nada que ver con los maltratos psicológicos y físicos del ya fallecido monarca, sino porque aquel que solía ser su hermano se fue de sus pensamientos concurridos y recuerdos.

No sabía como, pero su padre se encargo de borrar a su gemelo de la cabeza de ella, cada momento, palabras, abrazos, hasta la promesa...se fue de su mente, era como un mecanismo de defensa para enfrentar el dolor, para sobrevivir todos estos años en los que Kaito era el único que la consolaba y de alguna manera él se ganó corazón, la reina se sentía muy emocionada, alegre y vivaz por estar en su compañía, no conocía lo que era amor hasta que ella misma lo descubrió. Bueno, ya tenía que dejar de pensar en ello, sus sirvientes entraron a la recámara haciendo una reverencia y procedieron a levantar las cortinas para que los rayos del sol naciente entraran, ella se levantó mientras prepararon su baño, la vistieron y fue al comedor a desayunar, sola. Como lo siguiente en su rutina era sentarse en la oficina amueblada para su uso y encargarse del reino.

—Aquí dice que los suministros no fueron entregados a tiempo, aparte de estar retrasados también se reportaron robos —dijo Rin en frente de un trabajador en las aduanas.

—Majestad, no podemos obligar a la gente a dar más sino tiene, el reino verde apenas puede subsistir...—el señor trago saliva apretando los nudillos en el asiento.

Rin percibió eso con tranquilidad, el miedo siempre fue un arma muy útil para estos casos, apoyó el mentón en su mano pensando en que hacer, si bien quién se atrevía a negarse o cuestionar las ordenes de la reina tendría sus consecuencias con la guillotina, pero que va. Se enderezo guardando los papeles.

Sirviente Del Mal ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora