El origen de los gemelos

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Capitulo #1

Mi querida Rin:

Mi amada Rinny, sé que cuando estés leyendo la carta probablemente yo ya esté muerto.

No, no llores aún, me queda mucho por decir: Primeramente, recordarte que eres lo que más amo en este mundo, sabes cuánto me importas e incluso en mi muerte jamás podría olvidarlo, así que no te enojes por el plan que realice a últimas instancias; nunca dejaría que alguien te lastimase en mi presencia, ¿Ya te lo había dicho? No me importa cuanta maldad tengas en tu interior, al final yo también lo soy...si algo te ocurriese no podría perdonarme nunca.

Lamento con todo el corazón tener que separarme una vez más de tu lado, si yo pudiese elegir volver a nacer me encantaría ser tu gemelo y volver a jugar como cuando éramos niños, tan sólo chiquillos inocentes que lo único que querían era disfrutar de la infancia. No te dejaré sola, ¿Sí? Juro que seguiré tus pasos, incluso como un ángel. No me queda mucho tiempo, presiento que ya vendrán por nosotros, te amo con el alma, Rin; por ello hoy tengo que dejarte para protegerte, gracias por ser parte de mi vida, hermana hermosa.

Nunca dejes de sonreír.

Con todo el cariño, tu hermano.

Kagamine Len.

Rin leía una y otra vez la carta redactada de su mellizo, sin creer cada oración implantada en el papel. Sus finas manos comenzaron a temblar arrugando la hoja en el acto, sus ojos celestes se aguaron nublando la vista, soltando un gemido de dolor derramó lágrimas gruesas por su rostro compungido. Su llanto se volvió audible en aquella desolada habitación y no era para menos, pues su corazón se estrujaba a cada minuto impidiendo que se calmase. La joven reina cayó al suelo devastada al sentir la pérdida de su hermano gemelo, ojalá pudiese morir junto a Len y no dejarle, ojalá él no estuviera pagando por sus viles actos, ojalá Rin se hubiera hecho responsable de lo que ocasiono, pero solamente huyó como una cobarde dejando a su suerte a Len... ¿Ese era el final?

Sin Len aquí...yo ya no puedo seguir viviendo.

Tiempo atrás

El reino Kagamine no era como cualquier otro, el actual rey era alguien de temer, pues, aunque sus súbditos no sufrían y vivían bien, lo cierto es que su monarca los tenía aprisionados. Los impuestos eran casi imposible de pagar para las personas con bajo recursos, los reyes casi no se paseaban por su pueblo para cubrir las necesidades de algunos infelices; el soberano se aprovechaba de los recursos y el trabajo de las personas ingenuas, incluso se decía que el rey robaba, sin embargo, nadie se atrevía a alzar la voz o revelarse en contra de la corona porque había una regla muy clara y simple: Si tú querías imponer una queja ante su majestad, prepárate para recibir veinte azotes en público y un encarcelamiento seguro.

Años bajo el control cruel de los líderes, la gente ya se había acostumbrado e incluso no se quejaban, ellos ya sabían lo que les esperaba así que era mejor ver y callar; dentro del inmenso palacio se celebraba un evento muy especial y esperado por todos: El nacimiento del heredero al trono o bueno, los herederos. La reina dio a luz a gemelos mellizos, demasiado idénticos cabe decir. Tan sólo bastaba con ver el poco cabello rubio y ojos azules, eran como un reflejo. Nadie en en aquel país había presenciado tal acontecimiento, pero tampoco tenían duda de que eran hermosos; el día de su presentación a su reino los llamaron Rin y Len (siendo este el mayor por tres minutos) eran los siguientes en la línea de sucesión al trono. Todos contuvieron el aliento al admirar a las criaturas, los cuales ya hacían en una misma cuna tomados de la mano, una escena conmovedora, más allá un rey codicioso planeando el futuro de sus hijos.

Sirviente Del Mal ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora