Capitulo 2: En el expreso a Hogwarts

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Albus siguió a una muy entusiasmada Rose por el pasillo del vagón. Seguir era más bien una expresión porque, en realidad, su prima lo estaba prácticamente arrastrando por todo el tren. La pelirroja insistía en que el primer compartimento y con quién te sentaras en tu primer viaje hacia Hogwarts era de suma importancia. Albus le recordaba que no porque a sus padres les hubiera pasado de esa forma, a ellos debía pasarles lo mismo.

Llegaron a la mitad del tren. Rose esquivó con habilidad a un grupo de hermanos y sus maletas. Albus los saludó con alegría, pues los reconoció como los trillizos Smith: Ezra, Tristan y Lisa. Esta última era la novia de James desde el año anterior y a Albus le caía de maravilla. A diferencia de su padre, Zacharias Smith, los trillizos eran niños extremadamente respetuosos y amables; toda la familia Potter amaba a Lisa.

Rose continuó arrastrándolo por al menos cinco minuto más. Albus solo dejaba que lo llevara, ya que aún seguía algo nervioso por su pelea con James. Su hermano todavía no se había acercado a disculparse y eso al ojiverde le molestaba ¿Tan ocupado estaba como para olvidarse de él? No es como si James le hubiera prometido que viajaría con él todo el trayecto pero sí había dicho que lo visitaría a su compartimento. Esperaba que cumpliera su palabra.

Finalmente, Rose se detuvo frente a un compartimento de su interés. Albus observó como asomaba su gran cabellera pelirroja por la puerta. Tan esponjosa y abundante, esa cabellera le encantaba. Era perfecta para realizarle todo tipo de peinados, desde trenzas hasta rodetes, y era tan suave que podías quedártela acariciándola todo el día. Dentro de su familia, podía no verse tan especial, pero Albus creía que era única.

Escuchó como Rose hablaba con alguien pero no entendió que le decía. No fue hasta que su prima le soltó la mano y se metió de lleno dentro del compartimento, que Albus pudo apreciar mejor al ocupante.

El corazón le saltó. Era Scorpius Malfoy, el hijo de Draco Malfoy y Astoria Greengrass, aquel chico al que apenas hacía una minutos había deseado conocer ¿Acaso eso era obra del destino? Podría ser, sin embargo, Albus no creía mucho en el destino. Al menos, no hasta ese momento.

Se sentó al lado de su prima, justo en frente de Scorpius. Lo observó un segundo. Su cabello era tan claro que parecía blanco como la nieve y su pálida piel lograba que sus ojos grises resaltaran. Eran de un gris muy profundo pero alegre, con un leve fulgor de calidez. Albus se sonrojó de solo verlo: admitía que era un niño bonito.

A sus pies, llevaba una enorme maleta de un verde resplandeciente. Las siglas S.M resaltaban por su perfecto color plata y Albus reconoció ese conjunto de colores como el de Slytherin. No le sorprendía, pues siendo un Malfoy lo más probable era que Scorpius fuera seleccionado para esa casa.

El rubio le sonrió y ofreció su mano para que la tomara. El niño Potter lo hizo y se saludaron. A pesar de que a primera impresión la piel del rubio se dejaba ver bastante fría, el ojiverde se sorprendió de lo cálida que estaba su mano, tan cálida como sus ojos.

– Soy Scorpius Malfoy.– se presentó, sonriéndole más extensamente.

– Yo soy Albus Potter.– le dijo el azabache y Scorpius soltó una pequeña risita.

– A mi padre no le gustará que te haya conocido, Albus Potter.– comentó divertido. Soltó una carcajada repentina, que contagió a Albus. Al parecer, Scorpius era un chico muy risueño, todo lo contrario a su padre en sus años de escuela. – Y tampoco a ti, Rose Weasley.– se dirigió a la pelirroja, que hizo un gesto con la mano, restándole importancia.

– No creo que le importe.– opinó, negando con la cabeza. – Según mi tío George, tu padre dejó todos los rencores atrás.– agregó y Albus le dio la razón.

Harry Potter y el regreso mortífago [Libro 1- Serie: "Cicatrices del pasado"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora