Capitulo 3: El Sombrero Seleccionador

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El castillo era mucho más inmenso en persona. Sus muros de piedra parecían ocultar las más grandes historias y sus ventanas, pequeñas y brillantes, intrigaban y florecían en todos deseos de saber qué sucedía detrás de ellas. Las gárgolas de la entrada saludaban amistosamente a todos los que pasaban, dándoles la bienvenida a los alumnos a un nuevo año escolar. A lo lejos se podía divisar el campo de Quidditch, que quedaba opacado por el imponente castillo, y un árbol que dormía tranquilamente en el jardín.

Hagrid guió a los de primer año hasta la entrada principal. Albus, Scorpius, Agnes y Rose caminaban a la par sin hablar porque estaban completamente deslumbrados con la estructura de Hogwarts y seguían a Hagrid como hipnotizados. Cuando la puerta se abrió y el semi gigante ya los había llevado dentro, en la escalera de mármol apareció una figura conocida por tres de los cuatro pequeños principales. Era Neville Longbottom, el héroe de guerra, actual profesor de Herbología de Hogwarts y viejo amigo de Harry Potter y su familia. Al menos por eso lo conocían Albus y Rose, sin embargo, Agnes lo reconocía por otra cosa. Neville era el esposo de su madrina, Hannah Abbot, y siempre lo visitaba, sobretodo luego del arresto de su padre. Pero los tres coincidían en esto: era su tío Neville y sería muy extraño tenerlo de profesor.

– Hola, niños.– comenzó con un saludo general el castaño. Su mirada se posó un momento en sus tres sobrinos postizos y les guiñó un ojo mientras les dedicaba una cálida sonrisa. Los niños se la devolvieron y él continuó con su discurso de bienvenida. – ¡Bienvenidos a Hogwarts! El lugar donde pasarán gran parte de su vida, donde harán amigos y enemigos, donde vivirán las más grandes aventuras, donde encontrarán el amor, donde se pelearán, donde formarán una grandiosa familia con sus respectivas casas. Es un placer conocerlos, soy Neville Longbottom y seré su profesor de Herbología.– un pequeño niño castaño levantó su mano. –¿Si?–

– ¿Podremos matar serpientes asesinas como tú?– preguntó inocentemente y Neville rió.

– Por suerte, no. Pero podrán criar algunas con Hagrid en unos años.– le contestó y el niño asintió. – Están a punto de pasar al Gran Comedor donde se llevará a cabo la Ceremonia de Selección. En esta se decidirá a que casa de Hogwarts pertenecerán durante sus años en la escuela. Ojalá les toque en Gryffindor así pueden tenerme como jefe de casa.– al decir lo último miró especialmente a Albus, Rose y Agnes. – Sin más que decir, entremos.–

Las puertas del Gran Comedor se abrieron. El resplandor de miles de velas flotaba sobre sus cabezas e iluminaba todo el salón. El techo no era un techo normal, sino que en el se podía apreciar el cielo nocturno de un despejado día de verano. Cuatro largas mesas llenas de estudiantes se extendían a lo largo y, al final de ellas, se encontraba la de profesores. De espaldas a esta, había un taburete y encima descansada un destartalado sombrero. Si los alumnos estaban asombrados con Hogwarts antes, en ese momento sus rostros no tenía forma de expresar el asombro que sentían.

Albus logró divisar en la mesa de Gryffindor a James y Roxanne, que parecían estar buscándolos a él y a Rose. La morena lo vio primero y lo saludó para luego codear a James. Albus retiró su mirada justo en el momento en que su hermano se volteaba. No quería notar su mirada decepcionada una vez lo pusieran en Slytherin. También pudo ver de reojo en la mesa de Hufflepuff a la abundante melena rubia de Victoire escuchando con atención lo que decía la directora. Observó a Scorpius y se sorprendió al ver que no estaba nervioso (o al menos no lo parecía). Su expresión relajada y poco expresiva le hacía creer que ya lo había hecho muchísimas veces antes aunque sabía que eso era imposible. Cuando quiso darse cuenta, ya se habían detenido frente al taburete con el sombrero.

– Como sabrán, el Sombrero Seleccionador es el encargado de determinar en que casa estarán durante su estadía en Hogwarts. Las opciones son cuatro: Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin. Cada una tiene tanto sus virtudes como sus defectos y ninguna es mala. Ahora los llamaré por apellido y ustedes pasarán a ser seleccionados.– dicho esto, hizo aparecer un pergamino, lo desenrolló y comenzó a leer. – Amosier, Penelope.

Harry Potter y el regreso mortífago [Libro 1- Serie: "Cicatrices del pasado"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora