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Yuuri sabía de sobremanera que era una persona muy escéptica en cuanto a las emociones ajenas. Nunca las creía, a pesar de que pasaran años y tener pruebas, siempre había dentro de él la pequeña duda de qué tan verdaderas podían ser o qué tanto una persona estaba dispuesta a quedarse a su lado. Y no hablando de una pareja sentimental, incluso una amistad.

Él no lo veía como inseguridad, probablemente eso era, pero no lo aceptaba. Para el japonés, el poner límites entre un extraño y él, era como respirar. Lo hacía de manera inconsciente y ya era parte vital de su método de supervivencia.

Hubo un tiempo, algunos días después de la terrible noticia de la muerte de Victor, donde se culpó a sí mismo de no haber podido tener una relación sana. Culpaba esa parte de él negada a abrirse, después venía el enojo. Enojo consigo mismo por culparse, porque el ruso fue una persona inconsistente y por ende, Yuuri no corría riesgos con él.

La mayoría de las cosas se aprenden, con algunas se nacen. Él hábito de dudar incluso la existencia de alguien era propio de Yuuri, pasado a través del cordón umbilical probablemente.

Escuchando una de sus tantas canciones favoritas, un verso en especial llamó la atención del joven de pelo negro: "Si importa como acaba esto y, ¿si nunca amo nuevamente?". Pensar así era indudablemente pesimista, pero ¿cómo le enseñas a un testarudo que no quiere olvidar?, ¿cómo lo haces darse cuenta que tiene todas las respuestas, pero que no las quiere aceptar?

La frustración consigo mismo era demasiada, todavía había noches que permanecía despierto, rogándole al techo de su habitación por una última oportunidad. Sus labios partidos, secos por el frío, hace mucho habían olvidado el calor y el sabor de los de Víctor; el tiempo lo borró, otras personas impusieron el suyo y aún así, Yuuri intentaba con todas sus fuerzas recordarlo.

Cuando se sentía bien, no pensaba en el vacío que Víctor había dejado, vivía su vida, pero esos días eran raros y muy pocos. Le empezaba a molestar al japonés el no tener un día para él mismo, donde no tuviera que pensar en nada ni en nadie, el pasado, el presente y el preocupante futuro porque en cada uno de esos, Yuuri buscaba al ruso o cualquier rastro de él.

Para: Victor NikiforovDe: Katsuki, YuuriAsunto: Engaños felices

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Para: Victor Nikiforov
De: Katsuki, Yuuri
Asunto: Engaños felices

Recuerdo ese día, unas cuantas palabras y unos minutos bastaron para hacerme sentir el hombre más afortunado del planeta. Aún recuerdo el tremendo sentimiento que invadió mi cuerpo; las piernas me temblaron, las puntas de los dedos me hormiguearon, el vello de mi nuca se erizó y es que fue maravilloso.

El día empezó como cualquier otro, durante clases intercambiaba mensajes de texto contigo, me reía y ponía un poco de atención a la materia tan aburrida. No pude evitar sonreír como un tonto cuando me invitaste a salir. Por suerte era viernes, podía tomarme la libertad de desvelarme, así que acepté sin ningún impedimento. Como niño tonto, el día se me fue demasiado lento, mi ansiedad por encontrarme contigo era extrema.

Mi recuerdo de ti (Victuuri AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora