Habían pasado casi 18 años de aquella tarde, cuando ella entró en la librería y se dirigió a la firma de libros.
La reconocí al instante. Los años habían pasado por ella y la habían cambiado, pero sus ojos seguían siendo aquellos ojos de 16 años que me marcaron.
-Seguí tu consejo, como podrás ver.- le dije cuando llegó a mí.
-Me has reconocido.- dijo ella con una sonrisa y una voz de melancolía.
-Es tu historia.- le dije señalando el libro- O al menos una basada en lo que creí que sería tu historia.
-Yo escribo, pero para mí. Para desahogarme.
-Siempre pensé que serías tímida.- dije comenzando a firmar.
"Para la verdadera chica de las lágrimas de tinta, la que me dio la tinta para escribir su historia. Espero que tus ojos ni vuelvan a llorar, y su lo hacen, que sea tinta e inspire a otros y se use para escribir. Gracias."
-No me has dicho tu nombre.- le dije tendiéndole el libro.
-Para tí quiero ser siempre "la que lloraba tinta".- dijo cogiendo el libro con unas manos de uñas negras. Sonreí y asentí.
En su rostro despuntó una sonrisa, y cuando ya se iba, se giró.
-Mariella.-me dijo siemplemente con una pequeña sonrisa en los labios.
Cerró la puerta de la librería, y no la volví a ver.
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La chica que lloraba tinta.
Historia CortaAquel fue el principio de una historia. No fue un principio digno, y no tuvo continuación hasta muchos años después. Fue, y es, tan solo una seria de acontecimientos aleatorios, que nos ayudaron a ambos. Y que cambiaron nuestras vidas.