— ¿Qué es ese olor?
El pelo revuelto le viene de maravilla. Es lo primero que pienso cuando se despierta. Entonces vuelvo y me estrello con la realidad. William es una lombriz en las puertas del culo.
Se incorpora y pone los pies en el suelo. Me analiza con somnolencia y cuando capta las imágenes, pone la mirada más sardónica que encuentra.
— Si el talco hubiera podido eliminar el olor, aun conservaría mi nariz.
Sonríe cuando me oye bufar y yo hago un intento por ignorarlo. En ese entonces, lleva meses quedándose en mi casa, y fuera de que es un puerco, no me molesta para nada ver su cara todos los días. Su mirada va hacia mis piernas y luego a mí pecho. Dejo de respirar, frunzo el ceño, no me importa que me miren, pero cuando lo hace Will no tengo idea de que pensar.
Era mi presentación de tesis. Para él es un día normal, pero yo tengo miles de preocupaciones mientras repaso una y otra vez lo que tengo que decir llegado el momento. Chasquea la lengua al sentirse ignorado y se levanta para comenzar con su mañana. No sabe que soy más consiente de lo que se imagina, vaya inútil tengo a mi vista.
Sale en cuanto termino de atarme los zapatos. Yo me preocupo frente al espejo porque estoy haciendo un lío con mi corbata. Al salir, tengo un nudo amorfo en mi cuello, un traje negro y la camisa blanca medio desabrochada.
Mi madre está ajetreada en la cocina y Will le está ayudando. Yo vuelvo a intentar con mi corbata y no puedo evitar quedármele mirando. Está sonriendo. Las arrugas de la frente se ensanchan cada vez más como redescubriendo el oxígeno. Él lo ignora pero ya va casi año y medio de la muerte de su madre y noto que poco a poco comienza a ser el mismo.
Me da la seguridad para sentir que todo esta bien a pesar de que mucho cambió desde entonces. Aunque luego desconfío, Will nunca nota los presagios, ni malos ni buenos. Están sirviendo el desayuno cuando me abrocho del todo la camisa y he desecho el nudo mal hecho de la corbata.
—Jay ¡Ven a tomar el desayuno!
Me grita mamá. Creo ver toda la despensa sobre el comedor, e intento ignorar el asunto de mi estómago, siento que voy a vomitar. Quiero decirle que no tengo hambre, pero desisto cuando me mira como si fuera el dios Apolo.
William me mira divertido y cuando estoy poniendo un pan en mi plato mantiene sin reemplazar su gesto anterior una expresión de duda.
— ¿Debería llamarte Díaz o Wright?
***
— ¿Te vas a poner el clásico "pelo pincho"?
No entiendo del todo la referencia, me distraigo viéndolo apoyarse del umbral y mirarme con un especial buen humor en los ojos, sin saber que demoro más tiempo de lo normal en sus brazos. En el instituto no practicaba ningún extraacadémico pero si se subía los muros para saltarse las clases, por lo que en algún momento desarrolló una musculatura marcada. Todavía conserva el hábito. En una de esas tantas borracheras mencionó que se siente como Tom Cruise. Ridículo.
Estreché los ojos a lo que luchaba por quinta vez con la corbata. Ya por ahí los ánimos bajan. Bien, me digo cuando se acerca, soy un campeón, un maldito campeón, no tengo porque temer. No voy a fallar, maldición.
Nuestras miradas se encuentran, la opresión que siento en el pecho se libera un par de centímetros cuando el corazón se sale de control. Me quita la corbata y hace el nudo a la mitad. Puedo darle el crédito, es lo único que sabe hacer que yo no. Me la devuelve ya lista y lo único que hago es ponerla bajo las solapas. Cuando jalo, el nudo se tuerce, lo veo cuando me mira con suficiencia para acercarse a ayudarme de nuevo
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En la Oscuridad
Cerita PendekMorir no puede ser una opción, enamorarse de un amigo tampoco la es. Jason lo sabe, aun así no puede evitar sentirse abrumado con sus emociones, William tampoco. Sólo que ambos terminan desplomados de manera diferente, él ve a su mejor amigo amar a...