Capítulo Único

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Otro típico martes por la noche, Yamaguchi se encontraba en su habitación haciendo su tarea mientras escuchaba un poco de R&B a bajo volumen. Aunque intentaba concentrarse en lo que hacía, no podía dejar pensar en cierto rubio y la llamada que había recibido de cierto pelinegro esa tarde. Por lo que pudo escuchar, Kuroo lo llamaba para saber de él y aprovechar de molestarlo un poco. Durante toda la conversación, el rubio mantuvo su ceño fruncido, probablemente aguantándose las ganas de colgarle, pero apenas se despidió del otro, una casi imperceptible sonrisa se formó en el rostro de Kei, un detalle que Yamaguchi no pasó por alto.

Tadashi frunció el ceño al recordarlo. Le causaba un ligero pesar en su pecho al pensar en la relación que Tsukishima estaba teniendo con ese gato.

Después del campamento de entrenamiento, Tsukishima y Kuroo se habían vuelto muy cercanos, demasiado para el gusto del pecoso, quien desde un principio notó con que ojos veía Kuroo a su mejor amigo, y aunque le causó un poco de celos al verlo cerca de Kei, no le dio mucha importancia, no sería la primera persona en sentirse atraído hacia el rubio. Pero para su sorpresa, su mejor amigo no lo alejó como al resto de las personas.

Y ahora tenía que soportar que tuviesen "algo".

Él intentaba hacer como si nada pasara, pero igual le dolía. Él amaba a el rubio, ni siquiera sabría decir exactamente desde cuando, lo conocía mejor que nadie, sabía sus gustos, manías, sus virtudes y defectos. Yamaguchi soñaba con que un día Tsukishima reparase en él, que se diese cuenta que él era todo lo que necesitaba. Que era su Luna y él sería sus estrellas... pero al parecer eso jamás sucedería.

El lado egoísta de Tadashi quería dejar su faceta de mejor amigo y reclamar al rubio como suyo; pero por otra parte, su lado pesimista le decía que él en verdad no era digno de Kei. El rubio era alguien demasiado genial para un chico tan aburrido, tan simple, tan... patético como él, era solo cuestión de tiempo que encontrase a alguien mejor.

Yamaguchi sacudió la cabeza alejando esos depresivos pensamientos, nada ganaba con eso. Resignado, volvió a centrarse en lo que debería estar haciendo realmente.

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Un día como cualquiera, Tsukishima y Yamaguchi se encontraban sentados en una banca tras haber ido a comer algo por insistencia de Yamaguchi. Conversaban tranquilamente, mientras el pecoso aprovechaba para admirar disimuladamente a Kei.

De repente, Yamaguchi detuvo su parloteo al observar algo detrás de Tsukishima.

—¿Qué sucede, Yamaguchi? —dijo al ver que se quedaba callado.

—¡Lentes! —su pregunta fue respondida al escuchar esa voz.

Yamaguchi hizo un gran esfuerzo en no hacer ninguna expresión que delatase lo poco que le agradaba ver al capitán de Nekoma. Kei apenas se volteó sintió un brazo pasándose por sus hombros y rápidamente un beso le fue robado. Tsukishima lo alejó mientras un ligerísimo sonrojo se formaba en su rostro.

—Idiota.

—Yo también me alegro de verte —respondió burlón —Oh, hola a ti también —dijo dirigiéndose a Yamaguchi.

—Hola —respondió en voz baja.

—Buenos días —saludó un recién llegado Kenma.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó.

—Kenma venía visitar a Hinata y aproveche de acompañarlo para poder verte~.

—Ya.

—Yo seguiré mi camino, Kuroo —Kozume los dejó atrás.

—¡No vayas a perderte! —le gritó Tetsuro.

—Por supuesto que no —refunfuñó.

—S-supongo que yo también debería irme —Yamaguchi se levantó rápidamente —Tengo cosas que hacer. Nos vemos el lunes, Tsukki —hizo un gesto con la mano despidiéndose —Adiós Kuroo-san.

Quédate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora