Todo había sido rápido, casi instantáneo. La sangre brotando, la adrenalina estallando en las venas, el dolor agudo y desconcertante, la sonrisa triunfadora y horrífica, el grito desesperado de Sam llamando a su hermano, el ruido de aleteo de alas, el brillo cegador y poderoso, el silencio absoluto destrozando oídos aún suspicaces, el tacto fuerte y preciso, los ojos azules brillando con intensidad absoluta y no tan fría, la habitación del motel de turno. Sam jadeó, abrumado por la cantidad de sensaciones que había vivido en los últimos segundos. Respiró con dificultad, mientras repasaba no tener ninguna herida con la cual lidiar. Alzó la vista, y Castiel aún sostenía a Dean, quien sonreía débilmente. Sam no pudo evitar sonreír también. Además de que la sonrisa del rubio siempre había sido contagiosa, el hecho de que sonriera aún luego de aquella feroz batalla, con las heridas abiertas y sangrantes y dolorosas, era suficiente para que Sam sonriese también, porque quería decir que su hermano, a pesar de todo, estaba bien. Quien no tenía un milímetro de atisbo de sonrisa era el ángel, sosteniendo al humano con delicadeza pero con una expresión seria en el rostro, incluso con el ceño fruncido. Sam tragó con un poco de dificultad. Sabía que jamás, por ninguna razón, Castiel les haría daño, sin embargo realmente era atemorizante con esa expresión de furia mal contenida, como si en cualquier momento fuese a abandonar su recipiente y a hacer explotar todo.
-Gracias, Cas. Nos salvaste.-le dijo amablemente, esperando aplacar un poco a ese ser que podía resultar tan amenazante.
-Siempre voy a protegerlos.-respondió con la voz enronquecida por la rabia, y Sam agradeció internamente que eso fuese una promesa de cuidado, porque de haber sido una amenaza, habría sido escalofriante.
-No pongas esa cara.-habló por fin Dean, aun sosteniéndose del ángel.
Si bien a Sam ya no le quedaban dudas acerca de la relación íntima de su hermano con el ángel, luego de haberlos atrapado besándose apasionadamente unos días atrás, seguía comprobándolo con sólo verlos juntos de esa manera. Dean jamás habría permitido que alguien (ni siquiera él, y quizás tampoco Bobby) lo sostuviera de esa forma durante tanto tiempo, como si eso lo convirtiera en alguien frágil, débil o herido. Pero allí estaba, dejando que Castiel tuviese su brazo por debajo de él, claramente manteniéndolo en pie, sin mostrarse incómodo o menospreciado. Y bueno, seguro Dean ya se había dado cuenta que, mal que les pesase, para un ángel ellos siempre serían seres frágiles. La diferencia entre Castiel y sus hermanos celestiales es que a él le agradaba esa fragilidad, despertándole un instinto protector que tantas veces había salvado a los hermanos. Todo gracias a Dean. Sí, desde un primer momento Sam se había dado cuenta de que al oji azul siempre le habían llamado la atención los humanos de una manera muy diferente a la de los otros ángeles. No los miraba con superioridad o arrogancia, como si fueran basura o 'monos sin pelo', aún si trataba de hacerse el duro cuando ellos se retobaban demasiado. Sin embargo, a Sam tampoco se le escapaba que había sido Dean quien, con su personalidad tan terca y su bondadoso corazón (del cual Sammy era el mejor testigo, pues no era fácil de hallar a veces tras ese montaje de rudo bebedor de cerveza) había logrado lo imposible: suavizar tanto a un ser celestial. Dean básicamente había bajado del cielo a Castiel para colocarlo a su lado. Y el ángel, quién sabe si reticente o no, lo había seguido, había aceptado implícitamente que su Destino era mejor junto a ese humano que con sus hermanos. Sam sabía que Dean no lo había hecho a propósito: sí, necesitaban la ayuda de un ángel para enfrentarse a los demás y a otros peligros, pero no había sido la lógica estratégica la que había operado en la seducción de Dean. Podía saberlo con sólo notar cómo los ojos verdes de su hermano, en general apagados por la pena y la culpa, volvían a tener su brillo de antaño con sólo ver al ángel junto a él. También se lo delataba la sonrisa tímida que sólo Castiel, cuando lo miraba intensamente, podía arrancarle (¿Dean tímido? ¡Sólo un ser sobrenatural podía lograr eso!). Castiel era bastante más difícil de leer, sí, pero sus acciones hablaban por él, así como las largas y profundas miradas que siempre le dedicaba a Dean, y que el rubio correspondía de igual forma.
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Un ángel muy humano [Destiel]
FanfictionCastiel es un ángel, Dean lo sabe. Y, sin embargo, ¿no es humano lo que sienten el uno por el otro? ¿No es Castiel el ángel que más los ha ayudado y protegido, quien más bondad les ha mostrado? Dean ha provocado que Castiel esté más cerca de los hum...