Tocar el alma

2.8K 215 62
                                    


Un ángel muy humano

Castiel se sentó en la cama que le había tocado a Dean, sin quitarle la vista. Éste por su parte pasó tranquilamente a su lado, sin esperar lo que haría el castaño. El ángel, en un hábil movimiento, tomó el cuerpo ajeno y lo sentó sobre sus rodillas. Dean estuvo a punto de perder el equilibrio por la sorpresa, pero antes de caerse de espaldas Castiel lo envolvió en sus brazos con sumo cuidado. Seguía mirándolo fijamente, con esa mirada intensa que lo caracterizaba y que hacía que a cualquiera se le erizasen los cabellos. Dean tardó unos cuantos segundos en entender lo que estaba pasando. Lo ponía nervioso estar tan cerca del ángel. Aun cuando de alguna manera que no comprendía siempre terminaban estando a escasos centímetros, no solían tocarse, y menos estar prácticamente uno sobre el otro. A Dean le recorrió un escalofrío por toda la espalda al darse cuenta de esto, combinado con sentir las piernas de Castiel debajo de él y sus brazos por la espalda y el pecho. Se sentía una colegiala llena de nervios, pero sentía de alguna manera que Castiel, quien era un ángel, era una criatura alejada de él, alguien que permanecería siempre a una cierta distancia que ahora, de golpe, se había cortado. Y encima de una manera bastante vergonzosa.

-¡¿Qué haces, Cas?!-le gritó con cierta violencia, enojado y avergonzado.- ¡No soy un niño!-trató de explicarse.

-Comparado con la edad que tengo yo, Dean, ni siquiera eres un bebé para mí.-contestó tranquilamente sin atinar a moverse.

-Tsk, aun así...-se removió, incómodo, tratando de levantarse antes de ponerse más rojo todavía.- Tampoco soy una mujer. ¡Bájame!

Pero Castiel, lejos de permitir que se alejase, apretó el agarre de sus brazos. No llegó a lastimarlo, sin embargo Dean se asustó un poco al ver que Castiel ejercía ese nivel de fuerza sin siquiera inmutarse. Podía romperle los huesos tranquilamente si quería.

-Tranquilo, Dean.-le dijo el ángel, como si adivinase sus pensamientos.- Soy la última criatura que te haría daño.-y sin dejar de mirarlo fijamente, agregó-Lo sabes, ¿no?

Dean suspiró sonoramente, intentando relajarse. Estaba nervioso, sí, y avergonzado de estar en esa posición tan infantil. Sin embargo no estaba asustado. Jamás estaría asustado de Castiel, lo sabía. Porque el ángel tenía razón. Excepto por Bobby, Dean confiaba en que Castiel era la única persona que nunca, bajo ninguna circunstancia, le haría daño. Incluso podía dudar un poco de Sam, aunque no con maldad. Sabía que su hermano tenía debilidades, como cualquier humano, que en el pasado lo habían herido. Pero Castiel.....él era un ángel, no un humano. Y sí, odiaba a los ángeles. Aunque Castiel....era diferente.

-Lo sé.-murmuró, porque si Castiel le preguntaba algo es porque necesitaba una respuesta.

El ángel no sonrió, porque rara vez lo hacía, pero Dean se dio cuenta de alguna forma que le satisfacía su respuesta. No se atrevía a mirarlo, así que miraba hacia delante. Sabía que si volteaba se encontraría con que el rostro del ángel estaba muy, muy cerca. Quizás no más que otras veces, pero en las demás ocasiones no se tocaban: siempre dejaban ese pequeño pero existente espacio entre sus cuerpos, esa distancia que en silencio ambos habían impuesto. Y Castiel acababa de destrozarla. ¿Por qué? No lo comprendía, y sabía que jamás comprendería a una criatura como un ángel.

De pronto su cuerpo se erizó antes de que entendiera qué ocurría. Un momento después sintió la mano de Castiel acariciando suave y lentamente su brazo derecho. Sin girar la cabeza lo miró, y descubrió que el ángel miraba su cuerpo con la mirada un poco extraviada, incluso tenía la cabeza ligeramente inclinada, como cuando estaba sumido en sus pensamientos.

Un ángel muy humano [Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora