«Si ya no me amas, dímelo... por favor hazlo, pero no me sigas rompiendo el corazón»
⚠️HISTORIA CORTA⚠️
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•Historia originalmente mía, cualquier adaptación hablarla directamente conmigo❣️•
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Bill llegó a casa a media noche, encontró a Joy acostada en su cama matrimonial abrazando un suéter de él y una foto de su matrimonio.
La morena despertó apenas él entró y le miró esperando una explicación.
—Salí con mis hermanos, Joy. –mintió.
—¿Por qué no me avisaste? –preguntó cansada.
—Porque estabas encerrada.
La chica solo asintió y dobló el suéter para guardarlo en su lugar. Joy no le creía mucho, cuando pasó su lado sintió un aroma cítrico claramente no de ella, pero prefirió callar, estaba demasiado cansada para las peleas.
Había dormido todo el día y ya no tenía nada de sueño, así que fue al salón para ver alguna película en Netflix. No encontraba nada interesante, salvo la serie de su esposo Hemlock Grove. Bill es un gran actor y le deprimía que no compartiera su éxito con ella.
No quería ver la serie, contenía muchas escenas sexuales y obviamente le causaban celos, porque le encantaría que la tomáse como a esas horribles actrices.
—¿No vendrás a la cama? –le preguntó Bill.
—Supongo que no. –elevó los hombros– dormí toda la tarde.
—Está bien...–suspiró– Buenas noches, Diamante.
Joy sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas por el simple hecho de que la llamase diamante y es que hace un año no lo hacía.
Le decía Diamante porque según él era tan bella como uno, además de que sus ojos celestes brillaban como esa piedra. Otra cosa que Bill había notado, era que los ojos de Joy ya no brillaban, eran opacos, pero aún así le parecían preciosos.
—Te amo, cariño. –Le dijo en apenas un susurro.
Pero como siempre, volvía a ser ignorada.
Escogió por ver Pretty Woman, una preciosa historia de amor entre un multimillonario y una bonita prostituta. A pesar de que no era una película triste, lloró. Lloró de envidia, porque deseaba que el amor de su vida, es decir, Bill la buscara algun día y le dijera que la amaba.
Joy no aguantó y fue a ver a su esposo quien ya se encontraba dormido, tímidamente se acurrucó su lado escondiéndose en su pecho, hace tiempo no dormían abrazados, con mimos y esas cosas.
—¿Qué sucede, Joy? –preguntó somnoliento.
—Te extraño, Bill. –se apretó a él– ¿Tu me extrañas?
—Estás a mi lado ¿debería? –¿acaso podía ser más frío?
—¿Me amas? –se atrevió a preguntarle. Bill no sabía cómo responderle que no la amaba, que sentía chispas con otra chica.
—S-si... –dijo no muy convencido.
—No suenas muy seguro. –le miró triste.
—¿Qué más da? Estamos casados. ¿No?
—Si, pero...
—Suficiente, déjame en paz.
Y así lo hizo, le dejó un diminuto beso y le dio la espalda.
¿Cómo podía alguien cambiar tanto del día a la mañana? Jamás olvidará la fecha en que Bill comenzó a portarse tan frío, fue justo el día del cumpleaños de Joy.
FLASHBACK
Ambos se encontraban en el supermercado comprando cosas para el cumpleaños de Joy, ésta estaba extrañada, porque Bill estaba muy frío y a duras penas le dijo Feliz Cumpleaños.
El día anterior habían hecho el amor con mucha ternura y temía que haya hecho algo que pudiera disgustarle a su marido.
Se encontraban en la sección de pasteles y a Joy se le iluminaron los ojos cuando vió una de fresas y crema.
—¿Quieres esa?–Le preguntó Bill de una manera cortante.
—Si.–sonrió la morena– ¿sucede algo, cielo?
—Estoy aburrido, solo quiero irme y que este maldito día termine.
Aquello hizo sentir mal a Joy. Era su cumpleaños número veinticuatro y quería disfrutarlo junto con él, pero al parecer Bill no.
Cuando iban saliendo luego de pagar todas las cosas y el amado pastel de Joy fue cuando todo estalló.
Accidentalmente Joy había dejado caer unas copas de vidrio algo caras, Bill no aguantó el estrés y solo accionó a gritarle.
—¿¡Qué no puedes ser más torpe, mujer!?–espetó furioso.
—L-Lo lamento, cariño –habló asustada– te devolveré el dinero, de verdad
—¡No quiero tu sucio dinero! –pasó sus manos por su rostro– Dios...¿En qué momento me quise casar contigo?
FIN DE FLASHBACK.
Aquel había sido él peor cumpleaños de todos, no sabía cómo estaría el siguiente que es en dos semanas más.
Bill no cambió, ni siquiera sé disculpó por haberle gritado así por un simple accidente y más encima por algo tan insignificante como unas copas.
Estaba deprimida y más al recordar que el día de mañana, Bill volvía a su trabajo, viajes, entrevistas y toda su vida de estrella. Sabía que su esposo amaba su profesión, pero ella no. Sonaba egoísta, pero desde que entró a ese mundo la olvidó por completo.