Siete

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Bill estaba hospedado en un hotel de lujo con su pelirroja, quien parloteaba a cada momento sobre que debía divorciarse de su esposa y casarse con ella

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Bill estaba hospedado en un hotel de lujo con su pelirroja, quien parloteaba a cada momento sobre que debía divorciarse de su esposa y casarse con ella.

—Bill, vamos...–insistía– esa maldita puertorriqueña sólo quiere tu fama y dinero...

—Stacy, en un mes. –ya se estaba cansando– y no le digas así.

—¿Qué hace un sueco tan guapo como tú con una latina como esa? ¡es horrenda!

El ojiverde contuvo la rabia, Stacy aveces podía ser demasiado irritante.

Él recordó cuando conoció a su latina en el aeropuerto, en ese momento Bill pensaba que aquella mujer era demasiado hermosa para él, con dieciséis años emanaba una dulzura e inocencia increíble, algo que lo atrapó al instante.

«Deja de recordar eso, Skarsgård. Tu futuro está a tu lado, no mires hacia atrás.» Pensó.

Miró a la izquierda y ahí estaba la pelirroja de la cual él creía estar enamorado. Pero metiéndose a sus más escondidos sentimientos no había esa chispa que sintió cuando vio a Joy la primera vez.

—Osito, ¿me estás escuchando? –habló Stacy.

—No, lo lamento– aclaró su garganta– ¿Qué decías?

—Necesito comprarme cosas para esta noche... –puso voz infantil.

—¿Te espero en el hotel? –preguntó abrazándola.

—No tonto, dame dinero. –rió soltándose de él.

Joy jamás le había pedido un centavo, todo lo que él le compraba era por opción propia. Stacy era todo lo contrario, si no le daba al menos quinientos dólares era capaz de hacer un berrinche delante de todos.

Sin más opciones le tendió unos billetes, ésta chilló y salió corriendo al centro comercial. Al menos no le había pedido que la llevara.

«¿por qué hago esto» se preguntó. «No te confundas, amas a Stacy, no a Joy»

Su celular comenzó a sonar haciéndolo exaltar, vio la pantalla y era Joy. Contestó sin siquiera pensarlo.

—Hola, Cariño –al escuchar su voz, Bill se relajó un poco.

—Hola. –respondió tan frío como siempre.–¿Qué quieres?

—Conseguí trabajo. –se escuchaba emocionada– Hoy empecé.

—¿Qué? ¿Por qué? ¡Dije que no quería que trabajaras, mujer!

—Pe-pero Bill... son seis días sin ti y yo me aburriré. –habló triste– Además no quiero sacarte más dinero...

—Tienes a Elena, no sé... –habló frustrado– El dinero no importa, espero que cuando llegue a Nueva York ya no estés trabajando.

Sin más que decir le colgó. Era egoísta y él lo sabía, pero la idea de que encontrara a otro hombre en su trabajo le arruinó el día completo.

¿Era su forma de vengarse? No lo sabía. Pero si ella quiere jugar...

No dejaría que nadie se le acerque, así que no vio más remedio que adelantar su vuelta a Nueva York. No serían seis días, sería uno.

El día de mañana en la noche estaría de regreso.

Descargó toda su ira en Stacy haciéndole el amor duramente apenas llegó. A lo cual ella no se quejó en absoluto.

—¿Estás bien, osito? –le preguntó la pelirroja.

—Claro. –acarició su cabello– ¿sabes? Mañana volveremos a Nueva York.

—¿Qué? ¿Por qué? –se levantó de la cama molesta.– No me digas que es por esa estupida.

—No le digas así, Stacy. –se enojó más– volveremos mañana, te guste o no. Es mi dinero.

La pelirroja salió furiosa de la habitación y no podía importarle más poco a Bill.

«Por favor, diamante... No encuentres a alguien más» se repetía una y otra vez.

Era un maldito cínico, lo sabía perfectamente. Pero estaba completamente asustado de que su latina le hiciera lo mismo que él le estaba haciendo.

©Broken Heart -» Bill SkarsgårdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora