El viaje comienza.

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Pueblo Paleta es un lugar hermoso, completamente verde con un pasto que por las mañanas desprende el más bello aroma, esto es contrastado con árboles fuertes y majestuosos. La pureza de su aire lo hace un lugar ideal para vivir y envejecer tranquilamente, la simpatía y amabilidad de sus habitantes es considerada fuera de este mundo.

Lunes por la mañana, el sol acababa de salir por el horizonte y los Dodrios lo anunciaban con su canto, los Pidgeys comenzaban a volar y los Ratattas a salir de sus madrigueras.

En una casa de este pequeño pueblo el despertador sonaba con intensidad, señalando así que un joven entrenador debía salir del mundo de Cresselia, marcando también, el inicio de un nuevo y bello día.

A pesar de la insistencia del despertador, el joven no daba señales de despertar, por lo que un pequeño ratón amarillo recientemente levantado con cola en forma de rayo, no tuvo más opción que liberar una potente descarga eléctrica hacía su entrenador, como era costumbre, los resultados fueron inmediatos.

Un fuerte grito se escuchó por toda la casa.

—Parece que al fin ha despertado—Dijo una bella mujer de cabello y ojos marrones mientras preparaba el desayuno.

El chico yacía tirado en el suelo, justo al lado de su cama con la piel chamuscada mientras pequeñas chispas salían de su cuerpo y unas pequeñas lagrimas asomaban de su ojos marrones claros, a pesar de todo el tiempo que había pasado con el pequeño roedor aún no se acostumbraba del todo a sus fuertes descargas eléctricas.

—G-gracias p-p-por despertarme am-amigo —Tartamudeo el chico mientras se reincorporaba.

"Pika pi" era la respuesta del ratoncito, que en su lenguaje se traduciría como "De nada".

Una vez totalmente recuperado y vestido para iniciar el nuevo día, el joven salió energéticamente de su cuarto, bajó las escaleras para así poder llegar a la cocina de su hogar, donde se encontraba su madre que terminaba de preparar el desayuno.

—Buen día, Ash—Saludó la madre al chico con una sonrisa en la cara, terminando de colocar los benditos alimentos en la mesa.

—Buenos días, Mamá—Devolvió el saludo Ash mientras se sentaba preparado para comer el desayuno, que consistía en una generosa cantidad de panqueques acompañados de huevos y tocino, un cliché, sí, pero eso no quitaba que se vieran y olieran deliciosos...

Con una gran velocidad, Ash se zampaba cada panqueque que tenía en el plato, uno tras otro, siguiendo con los huevos y por ultimo con el tocino, finalizando el glorioso desayuno con un gran trago a su vaso de agua, puesto recientemente por su querida madre, quien apenas comenzaba a desayunar.

Dejando de lado su plato, el joven de Kanto se paró rápidamente de su asiento, mientras su amigo amarillo se subía a su hombro y dijo con rapidez:

—¡Ya me voy!—

Para después correr hacía la puerta, abrirla y posteriormente cerrarla de golpe, dando inicio así a su entrenamiento diario. Su objetivo, el laboratorio del profesor Oak, donde se encontraban todos sus Pokémon.

—Este niño, siempre tan inquieto—Dijo para sí misma la señora Ketchum con una pequeña sonrisa en el rostro.—Lo dejo en sus manos, profesor...

—Lo dejo en sus manos, profesor

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Pokémon Sol y Luna: La leyenda del héroe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora