En el hospital.

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Apareces en un frío hospital psiquiátrico, puedes divisar que tu habitación solamente contiene unas sillas por si alguien desea visitarte, tu camilla y una TV -que funciona en blanco y negro- sobre una mesita deteriorada. Al parecer estás relativamente ''curada'' y los impulsos por cortarte se están yendo de a poco o eso quieres que crean. No hay muchos pacientes en el hospital, de vez en cuando escuchas gritos de gente que quiere salir o entra en pánico pero bueno, es normal acá.

Recibías pocas visitas porque la gente ya te daba por muerta o simplemente no quería nada más contigo. ¿La razón? Bien que la sabes, a pesar de que no la tengas clara. Tu forma de ser tan grotesca ha acabado con la mayoría de las personas que te solían rodear. Las únicas visitas que recibías eran las de tu mejor amigo, tu mejor amiga y tu mamá.

De un día para otro tu mejor amiga deja de ir, y te sientes envuelta por una soledad mortificante. De alguna manera terminas con vendajes puestos en las muñecas y el cuello, y un dolor punzante en aquellas zonas. Aunque eso poco te importa.

Entra una chica a la habitación y en tu antebrazo te inyecta algo que ni reconoces, sin más demoras te quedas dormida.

Después de aparentemente muchos días, por fin despiertas. Sacas un lápiz de la mesita deteriorada y te levantas para ir a una esquina de la habitación, al llegar te pones a escribir -en la pared blanca y agrietada- cosas que ni siquiera entiendes.

Pasa aproximadamente media hora y entra tu mejor amigo. Él te mira distinto, hay algo diferente en su mirada, un aire frío, un sentimiento de decepción. Te comienza a hablar pero los sonidos se distorsionan, como si se encontrara debajo del agua o con mucho eco, la cosa es que aquello te cayó como un balde de agua fría. También dejó de ir.

Pasan varios días y no hay nadie a tu lado... Y nuevamente los vendajes están allí, esta vez en tus piernas y abdomen también, en tus brazos, tu espalda.

¡Felicidades! Te han dado de alta a pesar de que te sigas haciendo daño, al parecer el hospital va a cerrar.

Es de noche y por alguna extraña razón estas en una clínica abandonada. Entre las baldosas crece el musgo y la pintura descascarada de las paredes continúa cayendo, los hierbajos crecen por las patas de las mesillas y los pasillos no tienen luz. Hay una mesa en el centro de la habitación, y sobre ella, un par de tubos fluorescentes los cuales parpadean de vez en cuando; como típica película de terror.

Te sientas a la mesa y sientes unos gimoteos, miras a la izquierda y hay una mujer pidiendo ayuda, tiene el cabello negro y los ojos puestos sobre unas ojeras enormes, escupe un líquido negro y está partida por la mitad. Desde su torso para abajo no hay rastros de cuerpo.

Sientes la presencia de alguien entrar, y al mirar hacia la puerta vez un perro, su respiración es pesada y su aura inunda toda la habitación de un bienestar inigualable, ignoraste a la mujer y los recuerdos que te atormentaban, tus cicatrices, tu pasado... Todo.

El perro se acercó para olerte, y apoyó la cabeza levemente en tu hombro mientras cerraba los ojos; el calor de su cuerpo te invadió, y luego de acariciar su pelaje tan suave y posteriormente admirarlo, lo abrazaste, dándote cuenta en ese momento de que estas completamente sola.

Luego de un rato bastante extenso, se separa de ti y desaparece. Tu llanto se hace presente, y tu mejor amigo también. Se sienta junto a ti, pero no prestas atención a sus palabras... Solo le sonríes y lo abrazas disfrutando cada maravilloso segundo en sus brazos tan tranquilizantes porque estas casi segura que será la última vez que lo podrás ver, lo sueltas. Y a él no parece importarle, te levantas y vas a la puerta para luego poder huir. ¿A dónde? Ni tú misma sabes.

Pensamientos extraños - Situaciones extrañas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora