Termino de envolver aquel pedido, era bastante y el cliente había pagado por adelantado, juraba que ese chico lo había visto en otro lado, por ahora no importaba mucho. El timbre que anunciaba una nueva visita llegó y el saludo terminando de sellar la caja.
-Bienvenido a la Florería Akatsuka, ¿que flor es adecuada para su mensaje hoy?
Una sonrisa galante se hizo presente en su rostro.
-Hola señor florista.
-¡¿Señor?! ¡Tengo veintiuno!
Aquella fresca risa le hizo sonreír con un leve rubor en sus mejillas. Ahí estaba su gran amigo y compañero comerciante, Osomatsu, el vendedor de libros más carismático de todo los locales, según el.
-Lo siento~ pero vine a ver si aún tienes flores de plástico.
-Eh, no, ya no manejo de esas pero puedo fabricar de papel si te agrada la idea.
-¡Ay Karamachu te voy a adorar si haces eso!
Junto ambas manos en modo de súplica hacia el florista.
-Ah~ muy bien, muy bien, voy a hacerlo, solo dime de que colores las quieres, ¿bien?
-¡Te mando un mensaje más tarde y vengo por ellas!
Se despidió saliendo del local dejando solo nuevamente al florista que suspiro para poder tomar su lugar detrás del mostrador.
La campana sonó nuevamente.
-Bienvenido a la florería Akatsuka.
-¡Hola! He venido por mi pedido.
Allí estaba el chico de mechas rojas con una sonrisa amplia enseñando sus colmillos.
-Justo acabo de terminarlo.
Levantó la caja y se paso al otro lado para poder entregarla personalmente al joven.
-¡Muchas gracias! Espero que mi amor llegue a Hira-san.
-Escogió el lenguaje universal del amor, una rosa roja, no creo que haya alguien que pueda resistirse a eso.
Lo despidió con una sonrisa pero este se detuvo antes de salir por completo.
-¡Por favor, vea mi concierto! ¡Canal catorce a las diez de la noche!
Asintió y este se fue con una sonrisa sumado a un leve rubor en sus mejillas. Su celular sonó y después la campana de su tienda a las diez con cinco minutos.
-Ya vine Karamachu~.
-Ey, Osomatsu ven a ver esto.
Llamo al vendedor de libros para que se sentara a su lado viendo al de mechas rojas ya casi al final de una canción romántica, la luz cambió de dirección, el violinista comenzó a tocar suavemente y el megafono resonó en el estadio.
-¡HIRA-SAN! ¡SAL CONMIGO POR FAVOR!
Después de aquellas palabras los pétalos salieron disparados en dirección al hombre de traje que sostenía unos papeles sonrojado a causa de aquella declaración, el vendedor de libros silbo impresionado por aquello, no era nada común ver esas escenas tan gays en televisión abierta. El ojiazul por su parte se limitó a limpiarse las lágrimas que aquella escena le había causado, ¡mucho más al ver al oficinista subir al escenario dándole el sí al cantante!
-¿Fue un poco exagerado no? Aparte deshecho tus rosas.
El otro ojicarmesí hizo pucheros en son de reclamo.
-Si mis flores son usada para un propósito tan hermoso, no me puedo quejar.
Apagó el televisor y fue hasta una caja de plástico.
-Aquí tienes tus flores.
-En el día de paga te devolveré todo Karamachu, por cierto, tus clientes son raros.
Entre risas y regaños el vendedor de libros abandono el local.