Clary y Jace

Nueva vida.

POV. CLARY
Me levanté de mi nueva cama y me dirigí hacia la cocina para desayunar.
Mi madre me sonrió y yo la ignoré.
Me senté y comí en silencio los panqueques que había hecho.
Le pedí a mi madre que se fuera y por suerte lo hizo dejándome sola.
Al poco rato terminé y tomé un sorbo de mi jugo.
Jace entró a la cocina y se sentó a mi lado.
- Clary yo... - me levanté de la mesa y me fuí.
Pero antes voltee a ver su cara.
Estaba con la cara entre las manos, los codos apoyados en la mesa sosteniendo el peso.
Abrí la boca para hablar pero la volví a cerrar.
Me fuí.
Mis lágrimas se estaban acercando así que corrí hacia mi cuarto.
Al llegar tranqué la puerta con el seguro.
Comenzé a llorar en silencio dejando que mis lágrimas cayeran sin ningún tipo de sonido.
Alguien tocó la puerta.
- Clary, por favor, déjame entrar - dijo forcejeando con la puerta. - Tengo algo para tí.
Me levanté de la cama para abrir la puerta.
La abrí y ví que tenía un paquete en forma de regalo.
- Es un regalo para tí - lo tomé en mis manos. - Pero no lo uses hasta que sepas cómo usarlo.
Asentí y le di un pequeño apretón en su mano en forma de gracias.
Jace me sonrió y se fue.
No lo odio, lo amo. Pero el me traicionó. Y yo no perdono.
Al rato volvieron a tocar la puerta.
Era el Sensei.
- A entrenar - me dijo antes de que abriera la puerta.
Me puse un short blanco, un top negro y unas botas sin tacón que me llegaban menos de la mitad de la pierna.
Fuí a la sala de entrenamiento rápidamente lo cual me sorprendió ya que llevaba un día aquí.
Entre y agache la cabeza justo a tiempo para no recibir una flecha en mi cabeza.
Miré a quien pretencia y era al Sensei.
Isabell, Alec y Jace quedaron atónitos al ver que yo había seguido caminando como si nada.
- Llegas tarde - dijo el Sensei. - Si lo vuelves a hacer sabes que tendré que castigarte.
- No - grité. Miré la cara de horror de Isabell y Alec y les expliqué. - Mi castigo es no estarenar por una semana. Tranquilos.
- Agarra - el Sensei me tiró una espada que la agarré en el aire perfectamente. - Espero que les demuestres a estos niños como se pelea, Lalisa.
Lalisa era mi real nombre. Era como me lo habían puesto en Tailandia.
Mi madre me contó que ella vivió ahí porque en Tailandia siempre hubo poca actividad demoníaca.
Y que luego Valentain oyó el rumor de que vivía allí y nos mudamos aquí.
Comenzamos a pelear.
Después de unas cuantas veces que gané dejando boquiabiertos a los chicos el Sensei me atacó y me moví ligeramente hacia otro lado y la espada por muy poco me atraviesa la cabeza aunque me cortó un poco la oreja.
El Sensei rió.
- Eres rápida Lalisa