Regulus, al final, se convirtió en héroe

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Para esta cuarta entrega del concurso, se nos pidió que narráramos como fue que se sintió X personaje al morir.

Yo elegí a Regulus Black, que aunque no narré al 100% como se sintió al morir, describí como fue su camino hacia la muerte.

Disfrútenlo.

«Es por mi mamá» pensó Regulus al tomar la decisión.

No importaba que tanto odiaba a los hijos de muggles y a los muggles mismos: esa no era la manera, y ni la mismísima Walburga Black se lo negaría al pelinegro.

Regulus tomó el guardapelos falso y lo metió a su bolsillo.

«Es por Kreacher» pensó Regulus al desaparecer del número 12 de Grimmauld Place tomado de la mano de su elfo doméstico.

Ese hombre con cara de serpiente lastimó a su pequeño amigo, y eso no tenía perdón. Los elfos, por muy felices que fueran esclavizados, no debían ser maltratados así. Y eso lo sabía Regulus: un joven de 18 años que había crecido con conceptos y malas enseñanzas.

«Es por Sirius» pensó Regulus cuando vio la entrada de la cueva.

Su hermano mayor siempre fue su inspiración. El único que le plantó cara a Walburga y Orion Black. El único que lo inspiraba a intentar ser mejor. El único que le hacía pensar "Y si...". Sirius Orion Black fue la única persona a la que Regulus verdaderamente admiró... y jamás se lo pudo decir.

—¿Es aquí, Kreacher? —le preguntó Regulus al elfo.

—Si, amo Regulus.

El ex Slytherin tomó aire para obtener fuerzas, y junto al pequeño elfo se dirigió a la entrada del lugar.

«Es por Hogwarts» pensó Regulus al entrar a la obscura cueva.

Hogwarts, junto con todos sus maestros, cuadros, fantasmas y estudiantes, le habían enseñado que debía pensar como él quisiese, que debía hacer lo que él quisiese, que debía ser como él quisiese. Debía ser Regulus.

No importaba todo lo que decían de Dumbledore, y de que Hogwarts ya no valía la pena. Para Regulus, Hogwarts se convirtió en un segundo hogar. Lo que iba a hacer, era para darle un tributo a Hogwarts.

Kreacher lo tomó de la mano y lo llevó hasta quedar frente a la vasija.

—¿Qué debemos hacer aquí, Kreacher? —preguntó el joven Black.

El pequeño elfo suspiró.

—El Señor Tenebroso hizo que Kreacher tomara toda esa poción —dijo apuntando a la vasija—, pero esa poción es mala, amo Regulus. Hizo que Kreacher casi muriera, pero Kreacher obedeció las órdenes del amo Regulus de volver al Grimmauld Place con vida y Kreacher así lo hizo.

Regulus miró por un momento al elfo. Esa pequeña criaturita sabía tanto de Regulus... él sabía más de el joven que su propia madre. No importaba. Ya no. Ya no podía cambiar nada. Era el momento de hacer lo correcto, algo que no había hecho en ningún momento de su corta vida.

«Es por el mundo mágico» pensó Regulus sabiendo que ese era su final.

Sacó el guardapelos de su abrigo y lo giró en sus manos. Ese era el momento.

Se agachó a un lado de Kreacher y lo tomó de los delgados y huesudos hombros.

—Escucha, Kreacher: beberé esa poción para sacar el guardapelos...

—¡No, amo Regulus! ¡No podría permitir que algo malo le pasase a usted!

—... y tú lo sacaras —continuó como si el elfo no hubiera dicho nada—, luego meterás el falso y me dejarás aquí. No debes contarle a nadie lo que pase, bajo ninguna circunstancia, ¿escuchaste bien, Kreacher? Es un orden. Cuando regreses a Grimmauld Place deberás destruir el guardapelos original. ¿Correcto, Kreacher?

El pobre elfo estaba devastado, sin embargo, asentía absorbiéndose los mocos.

—Bien.

El Black se levantó y se acercó a la vasija.

—Okay, Kreacher, no importa lo que diga ni lo que intente hacer, debes hacer que me acabe todo el líquido de la vasija, ¿escuchaste?

—Si, amo Regulus.

Agarró un pequeño caparazón que estaba ahí cerca, lo llenó y lo llevó a sus labios. Regulus sintió que se desgarraba por dentro.

En cuanto cayó la primera gota por su garganta fue como si fuego ardiente entrara y se esparciera por cada célula de su cuerpo.

Regulus ya no fue 100% consciente de qué pasó a a partir de ahí, pero estuvo seguro que le pidió a Kreacher que se detuviera, incluso que los asesinara en distintas ocasiones, pero el elfo, como se lo ordenaron, siguió dándole de beber al oji-gris.

Cuando Kreacher se detuvo, después de mucho tiempo, sintió Regulus, por un momento sintió paz. Una paz profunda, como si nada malo pudiera pasar a partir de ese momento.

Se equivocó.

Un montón de manos huesudas lo tomaron de los tobillos y de la parte baja de su pantalón intentando jalarlo al agua. Inferis.

Regulus no opuso resistencia. Ya no tenía fuerzas para hacerlo.

Escuchó un grito, un grito lejano, seguramente de Kreacher, pero ya no podía pensar.

Regulus pensó que si ese era su fin, lo aceptaba con los brazos abiertos.

Él no creía en el cielo, ni en Dios, ni en nada parecido, ya que prefería no hacerlo. Regulus siempre fue una mala persona, y si existía algo así, Regulus iría al infierno, de eso estaba seguro.

Pero Regulus vio esa luz blanca de la que tanto hablaban, y ahí, en sus últimos segundos de vida, dejó de preocuparse por su madre, su hermano, el Señor Tenebroso y la guerra que acechaba al mundo mágico. Regulus sólo pensó: "espero que al lugar al que vaya sea hermoso y por fin me acepten".

Entonces cerró los ojos y, por primera vez en 18 años, descansó.

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Ay, que lindo, en serio, me emociona 😂

Ortografía: 5/5
Originalidad: 5/5
Personalidad de los personajes: 5/5
Cumplir con el objetivo de la fase: 4/5
Léxico connotativo: 5/5

Puntos obtenidos: 24

Nota final: 98

Si quieren leer lo que las juezas dijeron de esto, pueden buscarlo en el perfil de PremiosPotter en el apartado de «El cáliz de fuego»

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