#6 Carta a P.

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Hoy veo en retrospectiva y me doy cuenta de lo mucho que has cambiado desde que llegaste. Bastaron tan solo días para comprender que algunas personas llegan a tu vida a desmoronarte la tristeza, para descoserte esas risas que pensabas que eran una herida si las sacabas a la luz del día  a descontrolarte los nervios, los sentimientos, todo. Y eres tú, eres tú quien me hace querer no morir y ser por siempre joven, y al mismo tiempo me haces querer envejecer a tu lado. Y veo como las horas pasan como agua en manos siempre que estoy a tu lado.
Antes de tí era una sombra en forma de nube que se paseaba por la vida tratando de contener la lluvia, pero que, un día sin más pensar, apareciste con un arcoiris al final de una tormenta a la que entro, estás tú, que eres el sol radiante, atravesando mi piel para llegar a colar tus rayos por mis grietas. Me amaste rota y por eso te amo con todos mis pedazos. No preguntaste el porqué de mis cicatrices, si no, más bien, también desnudaste las tuyas y yo, que siempre le he temido al amor, las bese y las hice mías. Mías y de nadie más ¡Y maldije las palabras que te lo hicieron y bendecí las manos que la curó!
Me dices al oído que tienes miedo de perderme y yo te susurró al oído que no hay mayor miedo que los principios. Pero no temas, no lo hagas, no temas a ser feliz, no temas hacer feliz a alguien más.
Si supieras lo importante que son los besos que me das cuando nadie mira, si supieras lo mucho que me haces feliz, niño mío.
Dos pueden atraerse como el imán y el metal, pero luego estamos nosotros que no importan las fuerzas que traten de separarnos porque el universo no unió para forjar nos a ser algo inmortal en alguno de sus rincones.

Quiéreme P. Quiéreme y no me sueltes jamás.

No dejes que pase frío en otra manos, que me haga daño el invierno, que le viento traiga de nuevo a aquella persona a la que maté y enterré en el pasado, no dejes que vuelva a ser lo que un día fui. Toma mi mano, y haz de ella un universo aparte, distante, en donde podamos ser felices tú y yo.
Al final de la tormenta, uno encuentra con quien querer pasar todos los días, incluyendo los nublados y los soleados, los malos y los buenos, los grises y los coloridos, a su lado.

Espera...

Tengo miedo, ahora soy yo quien tiene miedo de que me sueltes y me dejes ir como piedra en una corriente, sé que soy dura de roer, pero también puedo llegar a quemar, tanto así, como para encender una llama en el corazón más frío.

Te amo, P.

Sabes que llegaste a mi vida para salvarme del naufragio, mi mejor caída haz sido tú. Utilizas tu saliva para curar mis heridas.

Te prometo que tú corazón que te han roto en mil pedazos antes, intentaré coser, al igual que tus alas y tus miradas tristes.

Alegraré tus días, tu vida y tus noches.

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