I N T E R É S
Adler
—¡Basta! ¡Vete ahora! ¡Deja a mi familia en paz! —sus ojos se humedecieron a tal punto en el que brotaron algunas lágrimas. Lo observo sin bajar el arma. En lo más mínimo me causaba pena, al contrario, sentía vergüenza ajena por el hombre atado frente a mí.
—Si, si, si, como digas amigo, ¿qué más deseas? ¿una entrada al cine? —en un ademán logro agarrar una silla y apoyar mi cuerpo en esta—. Odio las personas hipócritas.
—¿D-de qué hablas? ¿Hipócrita? ¡Amigo, estás totalmente enfermo! —una gota gorda de sudor rueda por su rostro para luego desviar su mirada hacia el suelo.
—Hablo de serlo con tu familia. Eso de "deja a mi familia en paz" no era lo que querías hace unas semanas. Recuerdo claramente como les deseaste la muerte aquel día... ¿dónde fue? ¡Ah, sí! Mientras fornicabas con tu sirvienta y ella te pedía dinero para irse "de aniversario" —vocifero con obviedad—. Tranquilo, no le diré a nadie —mi vista recorre todo el lugar llegando a toparse con los rostros femeninos que se suponía eran... "su familia"—. ¡Ups! Ya lo dije en voz alta.
Acomodo mi cabello tras mi oreja permitiéndome una mejor visibilidad.
—Debes preguntarte por qué lo hago. Tranquilo, no es nada personal... o tal vez sí, já. Al ver el otro día como insultabas a tu mujer, aquí la atada presente, y le diste una cachetada en esa plaza frente a miles de transeúntes supe que no eras un buen hombre; la situación fue en picada al verte con la pelirroja esa. Me recuerdas a papá. —Seguido de ello se escuchó el estrepitoso ¡Boom! de una bala siendo extraída de su cartucho.
Seguramente para los vecinos sería como un juego pirotécnico lanzado a estas altas horas de la noche.
Me giro sobre los talones y observo como ambas chicas lloraban sin control alguno sobre sus rodillas.
—Já, les ofrezco mis disculpas, sé que no tienen la culpa de las idioteces que aquel hombre hacía —mientras explicaba, la mujer torpemente intentaba despojarse del trapo el cual envolvía toda su boca—. ¿Quieres hablar? Bien, te daré la oportunidad, solo no grites ya que eres muy linda como para terminar sin lengua.
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Delirio ©
Misterio / SuspensoBajo las penumbras de los abstraídos secretos, del éxtasis de los delirios, escucharás la lúgubre melodía que evocan las mentiras. Te percatarás del estrecho hilo que separa a la cordura de la locura, a tu mente de la mía, porque aunque cueste creer...