~Entre cuatro paredes, fotografías de él ~

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Atardece...

Creí ver las puestas más hermosas en miles de países, pero al parecer la puesta de sol más bella la tenía su mirada...

Anochece...

El ruido del motor del auto en el que ambos vamos se mezcla con la pequeña melodía que emiten sus risitas en el otro lado del asiento, sus pupilas en la pantalla de su celular, las adorables yemas de sus dedos corren rapidito por las teclas, y esperando respuesta del otro lado se distrae mirando las luces de Tokyo entrando por la ventana, las que dejan sombras y destellos rápidos encima de su nariz, su linda nariz. Luz que también pasa por encima de sus mejillas coloradas, por las que últimamente eh posado un par de besos aún tímidos, allí. Por sus pestañas batiendo lento, seductor, cautivador, sin quererlo, sin creerlo, solo fluyendo.

Park Jimin...mira lo que has hecho de mí...

Traga saliva nervioso, sabe que lo miro...sabe. Pero no me mira, juega con mi estómago, con mi vientre, con los jugos gástricos que se revuelven cuando lo miro de reojo, de lado, de costado, cuando lo he tenido encima, debajo, adentro, afuera, en las entrañas.

Saco mi cámara, el semáforo da el color de sus labios cuando me eh comido su saliva, y en silencio retrato el perfil formado que le ha costado tantos años. Se movió. Le miro un par de segundos antes de volver a sacar otra foto, pero voltea despacio, me mira. Entrecierra sus luceros.

- Jungkook ah- el gato meloso me atrapó. Bajé la cámara.

-Qué- apenas y exhalé. La luz dio verde, su mano se deslizo a la mía a escondidas del chofer...me sonrió.

Tocó mis dedos despacio, no emití ruidos, pero si mi alma lo hiciera, se oirían aullidos y gritos por todo Japón, cantos y alabanzas, con tan solo un roce, el de sus pequeños dedos en mí. Cuál loco al delirio. Mire hacia la ventana, me pegué como tierra mojada allí, le agarré los deditos firme.

Electricidad. Sonreí. Miré hacia su rostro, aún se perdía en mí, mi estómago se apretó.

Y acabábamos de ir a comer...no es hambre, es siempre por él.

Sus labios cereza susurraron algo a lo lejos, las bocinas a las once y treinta no me dejaron oír, ladee mi cabeza con las cejas fruncidas, acarició mi mano con su pulgar, voltee hacia afuera. – Ya estamos aquí caballeros.- amabilidad de Japón. Nuestras manos se soltaron de golpe y del auto salí. - ¿Sería tan amable?- escuché su voz dulce expresar su japonés con gentileza, y tomando luego un par de bolsas del maletero se despidió sutil, al igual que yo. Sonreí internamente.

A veces hay fotografías que las sacan solo mi corazón y mi mente. Y nadie puede robar ese chip de aquí...

-¿Te ayudo?- soné desinteresado, a diferencia de mi corazón, cuando lo vi sonreír.

- Jungkookiee...mi fiel sirviente- se asomó esa risita familiar. Solté sus bolsas de golpe.-

¿Quieres que te las deje aquí?- lo miré con la cabeza en alto y partí hacia el ascensor con las manos vacías mientras escuchaba un berrinche gracioso tras de mí. Apreté el número del piso, corrió hacia mí. Se abrió la puerta, coloqué mi pie entremedio para mantenerla abierta, lo miré sonriéndole de lado.- trae aquí.- con todo en un solo brazo alejé mi pie del ascensor, no pude deducir el significado de su mirada hacia mí, pero se quedó a un costado del ascensor, con la mirada en el suelo y los cachetes medio colorados. Adorable.

¿Alguna vez han sentido que cuatro paredes pequeñas, sofocantes y frías pueden ser el lugar más cálido y acogedor del mundo?

Eso siento yo, cuando estoy con Jimin...

El bip del ascensor sonó, seguí sus pasos, admirando el tamaño de su espalda, ni grande ni pequeña, precisa. Para mí. – ¡Tán, ta, tán!- abrió la puerta, haciendo sonidos especiales y me dejó pasar primero con las bolsas de ambos en los brazos. Cerró la puerta tras de mí, al mismo tiempo en que las bolsas tocaron la alfombra. Acaricié las marcas que dejaron el peso de ellas en mis brazos, bombeando venas visibles por el esfuerzo. Voltee hacia su cuerpo. - ¿Qué haces aún ahí?- me atacaron sus ojos cuando se sacó el gorro y arreglaba su cabello frente a mí.

- Por alguna extraña razón estoy feliz de llegar al hotel.- dijo eso con los ojos cerrados, divisé una expresión en él de satisfacción pura y acto seguido, sus piernas dieron pasos lentos y firmes hacia mi.- La soledad se disfruta más contigo aquí.- su voz a pocos centímetros, retrocedí.-

¿De qué soledad hablas?, estoy yo aquí Einstein.- caminé hacia el baño, alerta a sus movimientos, lo conocía como la palma de mis manos, era rápido, se escabullía como un gato, atrapaba rápido como un felino, te quitaba de golpe lo que llevabas, como un ladrón.- tomaré una ducha.- sentí su energía cerca de mi espina dorsal.- yo primero.- Proseguí, diciendo lo último como advirtiendo algo, gracioso pero siempre serio. Vi su sonrisa de desaprobación, se quedó quieto, sonriendo hacia mí.

No sé a quién engañaba, sabía que al rato, con un par de litros caídos de agua tendría sus manos recorriéndome despacio el cuerpo...y la vida.

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Esta es la primera parte preciosuras, se viene la segunda y la tercera :3 <3 

( traté de plasmarlo de una forma realista y sutíl ^^)

sugerencias y críticas constructivas siempre bien recibidas <3


KOOKMIN - (THREESHOT) Entre cuatro paredes, fotografías de él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora