Cálido Frío

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Prólogo: Un corazón asustado.

Oscuridad.

Eso acechaba el lugar, aquel insólito que él llamaba "hogar". No sabía cuántos años o siglos había permanecido en las sombras, claro, tenía que ser alusivo a su nombre. Pero luego de vivir tanto en un lugar como este uno se cansa y empieza a enfriar su corazón, sin nadie que crea en él o alguien que pueda calmar su "alma", era lógico que se convirtiera en lo que es ahora. Un ser de oscuridad y nada más.

Y no era de extrañarse que por ese motivo odiara a los que siempre se la pasaban sonriendo o a los que se la pasaban divirtiéndose y viendo las buenas cosas de la vida, como si él no existiera.

¿Es que no tienen miedo?

Todo por culpa de ellos.

Esos que se hacían llamar "Guardianes", protegiendo a quienes él debía de atormentar. Es cierto, en la vida debe de haber un equilibrio.

Bueno y malo.

Blanco y negro.

Calor y frío.

Pero para él no lo había. Más de la mitad era bondad y lo que restaba era lo que él hacía. Miedo, oscuridad, pesadillas. No era justo para él. Tenía que hacer algo y lo iba a hacer.

¿Pero cómo?

¿Cómo atormentar a la gente?

¿Cómo ganar esta batalla?

Como si lo hubiera pedido a alguien, las respuestas a esas preguntas aparecieron como una luz en el centro de ese lugar. Aquel hombre alzó una ceja al ver eso pero se acercó sin dudar ni nada. Y fue cuando la vio.

Un lugar cubierto con una capa de nieve blanca y densa, pero a la vez hermosa y peligrosa. ¿Qué quería decir esto? Iba a desaparecer aquella pequeña luz cuando notó la verdadera respuesta. En ese lugar había dos niñas, no pasaban de los cinco años y al parecer eran hermanas. Una de ellas tenía el cabello entre pelirrojo y castaño quién sonreía a más no poder mientras soltaba unas carcajadas y llamaba a la otra niña, a quien le causó más curiosidad por su aspecto. Se veía a simple vista que era la mayor, no solo por el tamaño era casi mínimo, sino también por su comportamiento.

— ¡Elsa! — Gritó la niña mientras corría hacia su hermana dando pequeños saltos en algunos momentos. Se notaba que era demasiado imperativa. — ¡Hazlo! ¡Hazlo!

La chica de cabello rubio cenizo que correspondía al nombre de Elsa, soltó una risa más tranquila mientras negaba moviendo su cabeza.

— No, Annna. Hay suficiente nieve aquí. No es necesario. — Aclaró Elsa, pero al ver el rostro suplicante de su hermana no pudo resistir e hizo un gesto para que se acercase a ella. Cosa que hizo al instante.

Pitch tuvo que entrecerrar los ojos más "¿Qué era lo que iba a hacer aquella mocosa?" Puso mucha atención para ver la próxima acción de esa niña y ni tardó en abrir los ojos en total sorpresa a lo que estaba viendo. Esa niña, Elsa, tenía un poder especial y lo podía ver claramente como sus dos pequeñas manos formaban una especie de esfera de una ventisca para luego formar nieve, blanca y suave, como la que las rodeaba.

Esa niña era la clave de todo.

Los niños eran fáciles de manipular.

Simplemente les ofrecías algo y hacían lo que pedías.

Una sonrisa maliciosa de formó en su rostro, solo tenía que buscar a esa mocosa y atraparla. Sería la clave de todo su plan o eso pensó hasta que vio algo que hizo que su expresión cambiara por completo.

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