Tomás se levantó, mirando en todas direcciones en busca de su pequeña hermana, hasta que la vió.
Lucy estaba parada a unos cuantos metros de él, hacia lo profundo del bosque.
Ella se asomaba al costado del tronco de un árbol. Sus rubios cabellos y su pequeño camisón blanco que usaba para dormir contrastaban fuertemente con el oscuro paisaje, pero es lo que hizo que Tomás la detectara, él distinguió sus grandes ojos café claro, que tanto la caracterizaban y parecían brillar con luz propia sobre la obscuridad del lugar, tal como las luciérnagas que en verano flotaban en el bosque.
-¿Lucy?- preguntó un tanto incredulo - ¿qué haces acá?- pensó que probablemente lo mismo que él.
En cuanto escuchó la voz de Tomás, Lucy se estremeció.
- Vení, vamos a casa, Lucy- Lucy nego con la cabeza dió un par de pasos hacia atras, dió media vuelta y echó a correr- ¡Lucy!- la llamó, al tiempo que se lanzaba a correr tras ella.
Lucy se movía por el bosque como si lo conociera de memoria, daba bastantes vueltas entre los árboles que a Tomás le costaba imitar, y pese a que la pequeña niña corría descalza, era sorprendentemente ágil y rápida.
Recorrieron un largo tramo por el que Tomás lentamete iba recortando terreno, hasta que solo unos cuantos centimetros los separaban.
Tomás extendió su brazo para alcanzarla, pero un pelo de gato los separaba, por lo que apretó el paso y se estiró para alcanzarla, pero se descuidó, dejó de mirar el camino, lo que provocó que se tropezar con una raíz y callera de bruces contra el suelo.
La caída lo aturdió un poco, pero rápidamente se levanto, se revisó el antebrazo, que usó para detener la caída, y había recibido un buen raspón rojo que ocupaba un considerable tramo. Miró a su alrededor en búsqueda de su pequeña hermanita pero no la vió por ningún lado.
Pensó un momento y trató de aclarar su mente sumamente confundida, se le ocurrió buscar las pisadas de su hermana, pero no tubo exito sin exito.
Se resignó, le parecia muy raro todo esto, pero se dijo a si mismo que ella volvería para el alva, pero de lo contrario, él saldría a buscarla, estaba claramente preocupado por ella, porque aunque no hay lobos, osos, dragones o cualquier otro animal salvaje, pero si es verdad que uno nunca sabe lo que se esconde en la oscuridad.
Se dió media vuelta para volver por donde vino hasta que calló en la breba de que estaba perdido.
La persecución lo había desorientado, no sabía en que parte del bosque estaba y no reconosía nada que le dijera hacia donde debía caminar.
Por uno o dos minutos trató de buscar sus huellas entre el barro sin exito alguno, era casi como si nadie, incluído él hubiera pisado por allí. Irónicamente, el veía como mientras buscaba, iba dejando más huellas, con las cuales en ocaciones se confundía y seguía dando bueltas sobre el mismo lugar, cosa que lo hacía sentir bastante estúpido.
Se rindió a tratar de encontrar un rastro, pues no había ninguno que lo sacara de allí, solo había un montón de nuevas huellas que zigsagueaban entre los árboles y la marca de su cara en el suelo.
Una corriente de viento frío dió contra su espalda, produciendo en él un escalofrío que subió por su espina dorsal y lo hizo tiritar, se dio cuenta de que aquella corriente tenía que venir nesesariamente del oceano, en cuyo caso se dirigía a la ciudad.
Entre estornudos emprendió su camino en la direción que le indicaba el viento, a paso lento pero constante, cuidando donde pisaba y serciorandose de que en los alrededores no hubiera una peluda sombra o unos sanguinolentos ojos pertenecientes a un animal que pudiera utilizarlo como comida nocturna.
Tomás podía jurar que a veces el viento parecía tener un ligero cambio de direción, pero se combenció de que era cosa suya, el terreno era muy irregular y el ya estaba bastante cansado, así que solo redirigía su marcha a donde el silvido del mar le indicaba.
Llegado a sierto punto vio algo raro en el suelo, una marca un tanto rara, se agachó para mirarla y pudo ver en ella una figura familiar: allí se podía distiguir una forma similar a la de una boca, una cuenca ocular y una nariz, algo tarde calló en la breba de que era la marca de su propia cara en el suelo.
Se alejó un poco y pudo distinguir la maraña de pisadas atolondradas alrededor de la marca: había vuelto al mismo lugar.
De desplomó sobre sus gluteos y empezó a gimotear, estaba al vorde del llanto: se hallaba cansado, con frío, sucio y perdido en el bosque en la noche. Pensó en que su madre también lo mataría al llegar a casa, pensó en si Lucy seguia sola allá afuera y si estaría como él, o más asustada todavía. Esto lo puso muy triste, y antes de rendirse al llanto, escuchó el crugir de unas ramas atras de él.
Instintivamente se dió la vuelta, y inmediatamente frente a él vio unos brillantes ojos amarillentos que casi brillaban con lus propia, unos grandes colmillos afilados y sintió un aliento jadiante que lo echó hacia atras como si de un golpe a mano cerrada se tratace.
Retrosedió sorprendido y asustado, sin levantarce y se dio cuenta de que en realidad se trataba de un labrador negro, con unos bellos ojos amarillos y cola dansante que lo miraban fijamente.
Lo reconoció al instante, se trataba de un perro muy amigable que vivía en su cuadra, alimentandoce de las sobras que le daban unos amables viejos al final de la calle.
Sonrió aliviado, extendió la mano para acariciarlo y dijo.
-Me asustaste mucho, muchacho.
-Perdón- respondió el can- no fue mi intención.
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~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~Emmmm... tal vez sea muy poco para tanto tiempo en el que no he echo nada, pero es que hay una personita especial a la que le estuve dando mucho tiempo.
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Entre el Bosque y la Bruma.
Misteri / ThrillerTomás es un joven chico de 10 años, el cual pasa por un complicado momento. Vive con su madre y el novio de esta en Bruma. Una ciudad junto al mar en donde siempre hace frío. Cuando los demoños internos de Tomás toman forma física, él deverá enfren...