Perfecta Ambición [JONGKEY] ♥

Capítulo 09. "Temores"

El exquisito aroma a menta entraba por mis fosas nasales dejándome en éxtasis, mis ojos cerrados disfrutando de cada partícula.

—Abre los ojos, Kibummie. –escuché una familiar voz en mis oídos. Sintiendo el calor de esas palabras rompiéndose en mí oreja.

¿Qué demonios estaba pasando?

Parpadeé unas dos veces cuando capté el rostro de Jonghyun demasiado cerca del mío. Observé de reojo en dónde me encontraba.

No recuerdo haber llegado hasta el departamento.

¿Y la fiesta?

Oh...

Claro, la fiesta.

Los celos.

El encierro.

El desmayo.

Jonghyun.

—Tu abuela tenía razón, te encanta el olor a menta. –decía con una sonrisa resplandeciente, aún seguía en su traje.

Caí en cuenta que estaba recostado en mi cama, observé la hora en mi reloj de muñeca y ya estaba pasado las doce de la noche. Estaba deleitándome otra vez con el aroma a menta. ¿De dónde carajos provenía esa exquisitez?

— ¿Mi abuela? –cuestioné sin comprender de qué rayos hablaba nuevamente Jonghyun.

—Así es, ella es muy dulce, tienes su personalidad. –pasmó una sonrisa cálida, captando mi atención como siempre lo hacía cada vez que mencionaba a la única mujer que valía la pena dentro de toda mi familia.

Tomé el valor y la dignidad que me quedaba para sentarme sobre la cama, diablos, por segunda vez había mostrado lo vulnerable y mariquita que me ponía por no superar ese estúpido trauma de mi infancia.

¡¿Por qué Jonghyun era tan oportuno e inoportuno a la vez?!

Además cometía un error, él además, mi personalidad era un asco, nadie podría ser igual a ella. Absolutamente nadie.

— ¿Cómo llegamos hasta aquí? –pregunté esperando no recibir la respuesta que creí conocer.

—Te tomé en mis brazos y te traje hasta aquí.

—Oh... –voltee la vista hacia las ventanas, el pequeño florero iluminaba la habitación de diversos colores.

Un momento.

Ha dicho que me trajo en sus brazos, ¿no?

¡Joder!

— ¡Pero hemos venido en mi auto! ¡¿Dónde está mi auto?! –grité desesperado, apenas y había pagado una de las cuotas y ahora resulta que estaba por ahí en quién sabe dónde. ¡¿Y si el imbécil de Yunho y sus lame traseros le hicieron algo?!

—Es que no sé conducir, y estabas pálido. Yo...creí que sería buena idea traerte en mis brazos... ¿he cometido otro error, verdad? –su mirada estaba aterrada, ¡¿Qué si era un error?! ¡Por supuesto que sí, maldición!

— ¡Ugh! ¡¿Cómo pudiste dejar el auto allí?! –aunque si lo pensaba mejor, todo esto habría sido mi culpa.

Demonios, claro que no. Esto no era mi puta culpa.

Tal vez un poquito.

Sólo un poquito.

La nada misma.

Aunque...

No.

No era mi culpa.

—Lo lamento, cuando sentí mi pecho apretarse comprendí que estabas en problemas, dejé a la mujer sola bailando y corrí hasta ir a buscarte, no estaba pensando en nada que no fuera ir a verte y espantar tus temores. –escuché decirle con la mirada baja.