Capítulo 4
(día 3 de recuperación, domingo)Un gigante me empuja bruscamente a una pared, me vuelvo a enfrenfarlo, pero sucede lo mismo, es inútil, cada vez pierdo más la batalla...
—¡Mamá! ¡Ayúdame, mi cabeza! -grité poco después de despertar.
Ella corrió escaleras arriba para acudir a mi llamado. Estoy en medio de la cama, sudando, agitada y con el rostro aturdido. Miro a todos lados, aún creo estar dormida, siempre es lo mismo cuando tengo pesadillas.
—¡Pequeña qué sucede! —me abraza y trata de calmarme. —Sólo fué un sueño.
—¿Qué? —Aterrizo.
—Tu cara, tranquila, reflejas despertar de una pesadilla.
—¿En serio?
—Sí. —Me soltó y fué en busca de una camiseta nueva, e hizo cambiarme la empapada en sudor.
Mientras lo hacía le conté qué había soñado, y lo del susto que sentí, fué tanto que de verdad me dolió la cabeza al abrir los ojos.
—Son miedos que tienes en tu mente, ¿Qué sientes últimamente?
—Temo a la fustración de "mi nueva personalidad", al qué dirán, y eso que no me interesa la opinión de los demás, pero todos ellos son unos mounstruos que enfrentar.
—¿Tan así es la escuela?
—No tienes idea.
—Entonces, no dejes que te empujen a la pared.
Ambas teníamos dibujada una sonrisa en el rostro. Bajamos, tomé un paracetamol, desayunamos, conversamos de películas y el dolor se me quitó al cabo de una hora. Empezaba un domingo muy pacífico, yo miraba el cielo desde la ventana cuando el motor de un camión de mudanzas me distrajo y se estacionó a tres casas hacia la izquierda, casi al frente de la nuestra, la casa de la señora Clara. Según lo que ella me contó, tenía entendido que uno de sus hijos se iría a vivir con ella para cuidarla, pero no creí que ese día llegaría tan luego. La señora Clara tenía síntomas de parkinson, lo noté esa vez que tomamos el té, su mano temblaba más de lo normal, y se justificó diciendo que estaba nerviosa porque mamá se demoraba en llegar. Ahora lo entiendo todo, es más, cuando me hablaba y me miraba fijo, el ojo derecho le tiritaba. Estoy segura que debe ser eso. Vi a sus nietecitos, traían puesto los chalecos que ella les tejió, se veían bonitos, los colores hacían juegos con su piel.
Mamá preparó Espagueti, mis favoritos.
—¡Está delicioso mamá!
—Son tu debilidad.
—Como eres...
—¡Pero si te encantan!
—Tu ganas.
—Llamé a la señora Clara, por si lo notaste, el camión y las cosas, su hijo vivirá con ella, el motivo, hace unos días, y no nos dijo, le diagnosticaron...
—Parkinson.
—¿Sí? ¿Lo sabías?
Asentí.
—Bueno, la cosa es que mañana no vendrá a cuidarte. Insistió en que no tenía problemas de ayudar, pero preferí darle las gracias y confiar en ti.
Eso no lo veía venir, pero es bueno.
—¡Gracias! Ya me sentía una bebé con cuidados especiales.
Es mejor así, estoy libre de hacer lo que quiera, sin control. No espero a nadie, descanso y hasta puedo estar en pijama todo el día. Eso si, lamento lo que le está sudediendo a la señora Clara, uno nunca sabe cuando te viene una enfermedad. O estás en la edad, o te llega de manera repentina, lo bueno es que ya no está sola, aparte de nuestro apoyo ya tiene el más importante, el de su hijo. Desde la ventana puedo ver como ella pasea con sus hijo y sus nietos, está felíz y es lo que importa.
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Colorín Colorado... Este cuento, ¿Se ha acabado? (EDITANDO)
RomanceSe entiende que por ley de amistad, el amigo o amiga debe cederle en ciertas maneras todo el cariño posible, ya sea haciéndoles notar que le importa, compartiendo buenos tiempos, dedicándose mutuamente; entregar amor. No importa la edad. Pero a pesa...