La planta de energía.

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La cabeza de Espuria Scipio colgaba a escasos centímetros del suelo mientras que el resto de su cuerpo continuaba sobre el sofá en una dolorosa postura. El viejo esclavo habría m definido la postura como reboleada, seguramente cuando se lo contara a sus compañeros esclavos no la entenderían pero le gustaba decir palabras de su lejana tierra de vez en cuando. Se acerco al sofá donde reposaba su ama mientras evitaba pisar odres sin vino, pipas de fumar o los bailarines que poblaban el suelo de la sala de audiencias del palacio que la reina había cedido a la academia. Una vez cruzado el pantano de desechos de la fiesta llegaba el segundo desafío: no despertarla bruscamente. El problema de esta misión era que el concepto brusco adquiría muchas más acepciones cuando se usaba para definir el despertar de su ama. Un leve toque en el hombro podía tener una brusquedad altísima y enfadar a una poderosa maga no era precisamente lo que quería el día de su cumpleaños. Por fin se atrevió a darle un leve toque en una de las manos que le colgaban mientras le susurraba un levísimo "señora". La reacción fue inmediata, el cuerpo entero dio un respingo se giro sobre si mismo y pareció que iba a dar con la cabeza en el suelo pero en el ultimo momento apoyo las manos y freno la caída. Para cuando levanto la cabeza el esclavo ya había retrocedido unos metros con toda la agilidad que le permitía su edad y hacia como el que aun no había llegado.

- ¿Qué hora es, Gaelio?.- dijo la hechicera intentando ponerse de pie mientras luchaba con su toga para que nada saliera a la vista.

- La tercia, señora.- dijo el esclavo inclinándose en una leve reverencia.- hay un asunto que requiere su atención.

- ¿Nicodemus?.- pregunto mientras se frotaba la cabeza.

- Bueno, si, es una circunstancias que requieren su atención.- dijo el esclavo mientras Espuria murmuraba a toda velocidad un encantamiento. Gaelio sabia que hechizo era, siempre lo usaba para quitarse la resaca. Cuando termino vio como se apunto con su dedo en la sien y fluyo una esencia azulada que entro en su cabeza. Al instante se le relajo la cara y emitió un suspiro de alivio.- pero lo principal es que han atacado el centro de extracción.

- ¿Y los sistemas de seguridad?.- pregunto Espuria cuya expresión había cambiado de alivio a preocupación de nuevo.

- Han funcionado, señora. Y los miembros de la división han acordonado la zona junto con una legión. Los invasores continúan dentro, según los magiometros están usando hechizos.

- Bien, llama a mi carro.- dijo la hechicera mientras se encaminaba a la puerta.

- Le esta esperando en la puerta.- dijo Gaelio haciendo una reverencia mientras Espuria pasaba a su lado dando grandes zancadas. Una vez paso se irguió y siguió a su señora hacia la puerta del palacio.

El carro los esperaba en la puerta misma del palacio. Descendieron por las amplias escaleras de mármol. Gaelio consiguió llegar antes a la puerta para abrirla a su señora mientras le hacia una ultima reverencia.

- Encárgate de la limpieza del palacio, la reina vendrá a cenar en unos días para enterarse de que ha ocurrido y prefiero que vea su palacio sin una mancha.- dijo mientras se subía al carro.

- Si, mi señora.- respondió el esclavo mientras cerraba la puerta. El carro hizo un ruido y una voluta de humo mágico salió por uno de los conductos mientras el conductor lo ponía en marcha. No era el carro mas moderno, al parecer el SPQR impertus 3.8 nuevo apenas sonaba y gastaba solo medio litro de elixir cada cien kilómetros. Sin embargo el carro asignado a la enviada de la academia era un modelo anterior del impertus, el 2.6, pero aun así era un buen carro. O eso opinaba Gaelio.

En cambio a Espuria no le gustaba tener un carro de una calidad inferior a los enviados de otras regiones. Sabia que ya tenían el nuevo SPQR los enviados de Dalmacia y roma. Y eso le hacia enfadar. El de roma lo entendía, era la capital, pero Dalmacia, allí solo había cabras. Era un despropósito gastar recursos en un criadero de piojos. Iba a seguir maldiciendo pero se acordó de lo que decía Nicodemus sobre ver el lado bueno de las circunstancias así que disfruto de los mullidos asientos y de las vistas de la ciudad. Tebas se extendía ante ella, su palacio estaba en el centro junto a los templos y al palacio real. El carro se movía rápido, el conductor sabia que el asunto era de importancia por lo que llegaron al distrito industrial antes de lo que Espuria se esperaba.

La planta extractora era el motor del distrito industrial ya que daba energía a todas las fabricas circundantes por lo que estaba ubicada en el centro del distrito. Aun en el carro pudo distinguir el dispositivo que estaba en marcha. Varios carros de las legiones rodeaban el amplio edificio circular, algunos miembros de la división preparaban sus armaduras mágicas por si debían hacer una entrada hostil y el legado imperial pululaba por la zona haciendo como que mandaba. Por supuesto en cuanto vió llegar su carro se acerco, y la abordo mientras se apeaba.

- Dijiste que era impenetrable.- dijo el hombrecillo.- después de esto tendremos una conversación sobre tu futuro.- sentenció con voz de pito.

- Buenos días, legado.- dijo Espuria.- tendremos las conversaciones que usted desee pero de momento permítame entender que ha pasado y arreglar el problema.

Espuria se percato de que el decurión Aureo Testo de la división de control de hechiceros se acercaba.

- Señora.- dijo el decurión realizando el saludo militar.

- Decurión Testo, pensaba que aun estaba tras la pista de ese nigromante que había aparecido.- dijo Espuria

- Si, señora. De eso quería informarla.- dijo el decurión.- creímos que buscaba algún lugar de enterramiento para levantar un ejercito, no seria el primero. Pero empezó a moverse errático, parecía intentar retrasarnos. Ayer llego el prelado Nicodemus y se llevo a dos de mis hombres para atraparlo.

- Y precisamente esto pasa hoy.-dijo Espuria

- ¿Cree que tiene relación?.- pregunto el legado.

- Puede que si.- dijo el veterano soldado.- lo que tenemos claro es que algunos de los que se han hecho con el control del edificio son hechiceros. Lo que no tenemos claro es como han logrado entrar.

- Santo Horus.- dijo el legado.- si no entramos ya podrían usar su magia para teletransportar el generador, esa planta no solo surte de energía a estas fabricas. Sus conductos van a todo Egipto, judea, arabia, siria, capadocia, y podría seguir. Si se lo llevan, Roma estará en un buen aprieto

- Tranquilo señor legado.- dijo Espuria.- las protecciones que tiene el edificio evitan los hechizos de transporte, además tendrían que tener mucho poder mágico para mover algo tan grande. Decurión, lléveme a la zona de mando, vamos a ver como podemos arreglar este asunto.

Caminaron hasta el improvisado puesto de mando donde el tribuno de la legión hablaba con su homologa de la división junto a una pequeña mesa sobre la que se podía ver un plano del distrito abierto. Ambos se cuadraron ante la llegada de Espuria y el legado imperial.

- Tribuno Menio, directora Cecura.- saludo Espuria.

- Enviada Scipio.- dijeron ambos a modo de saludo.

- Díganme ¿Cuál es la situación?.- pregunto Espuria.

- Tenemos rodeado el edificio.- dijo la directora Cecura.- hemos hecho centurias mixtas entre mis especialistas y los guerreros del Tribuno Menio.

- Dos legiones más se acercan desde el campamento de Senecatum. Tardaran unas cinco horas.- continuo el tribuno Menio.- si intentan salir no podrán escapar.

- ¿Tienen rehenes?.- pregunto Espuria.

- Cincuenta y seis esclavos y dos escribas.- respondió Cecura.- el personal de control de las instalaciones escapó mediante uno de las salidas de emergencia. Están bien y a nuestro cargo en el edificio de la división.

- ¿Qué más da a quien tengan?.- pregunto el legado.

- El personal de control mantiene los hechizos de protección.- respondió Espuria.- tanto exteriores como interiores. Si los hubieran capturado tendrían la posibilidad de eliminar las protecciones o al menos detenerlas el tiempo suficiente para ...

Aunque iba a continuar se detuvo al escuchar una voz amplificada que venía de la planta extractora.

- Agentes del mil veces maldito estado romano. Queremos los códigos de desactivación de los hechizos. Como no se cumplan con nuestras exigencias volaremos todo el distrito. Tenéis diez minutos para darnos el código.

Todo quedo en silencio. Los soldados se mantuvieron firmes en sus posiciones mientras los dos altos mandos miraban fijamente a Espuria esperando ordenes.

- Vamos a tener que entrar.- dijo escuetamente.- preparaos.

Prospecciones mágicasWhere stories live. Discover now