02. La fotografía

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Subo las escaleras de dos en dos a la velocidad de un rayo y al alcanzar el último escalón casi tropiezo y caigo al suelo de boca.

Cuando finalmente llego a mi habitación me percato de que lo que estoy buscando no está. No hay ni rastro de la fotografía enmarcada que se encontraba en mi mesilla en la que salimos Andrew y yo. Nuestra primera fotografía juntos. Él salía tan guapo con su cabello peinado hacia atrás, dándome un beso en la mejilla mientras que yo cerraba los ojos, disfrutando del suave tacto de sus labios sobre mi piel.

Me agacho, apoyando las rodillas en el suelo y miro debajo de la cama en busca de la caja en donde iba guardando todo lo que Andrew me regalaba durante nuestro noviazgo. Suelto un suspiro, sintiéndome aliviada cuando veo que la caja se encuentra ahí. Acaricio la tapa, decorada por topos negros y sonrío, recordando todo lo que hay en su interior. Lentamente abro la caja, con la esperanza de que todo se encuentre ahí dentro pero me llevo un chasco al ver que lo único que hay es mi viejo diario, aquel que tiré cuando empecé a almacenar las cosas de Andrew.

Las lágrimas comienzan a acumularse en mis ojos y cuando quiero darme cuenta ya están brotando por mis mejillas. De la rabia que tengo contenida dentro de mi tiro la caja con toda la fuerza posible al otro extremo de la habitación y suelto un grito de dolor para después seguir llorando a mares.

No entiendo cómo es posible ni que he hecho para que esto ocurra. Creía que estas cosas solo pasaba en las películas de ciencia ficción o en libros, no en la vida real. ¿Habré sido la única que ha vuelto al pasado? Ni mis padres ni mis amigas parecían ser conscientes de ello.

Ni Andrew.

Después de un par de horas llorando encerrada en mi habitación siento mis ojos hinchados pero hay algo que tengo muy claro.

Voy a recuperar a Andrew. Haré que se vuelva a enamorar de mí.


・・・


Al día siguiente me encuentro deambulando por los pasillos de Whittmore. Todo me resulta tan extraño y sobre todo frustrante. Frustrante por haber vuelto a la misma situación que hace unos meses atrás y por tener que volver a revivirlo todo y que ni si quiera vaya a ser igual. No es algo grato, y menos cuando tu novio no se acuerda de ti.

Miro mi reloj, aún tengo algo de tiempo antes de entrar a clase. Decido pasarme por la cafetería a por algo de comer ya que he salido de casa sin desayunar. Al llegar mi decisión está entre unas magdalenas envueltas en plástico que se ven algo duras o unas apetecibles tostadas con aceite por lo que finalmente me decido por estas últimas. Me siento en la primera mesa que está libre y una vez que acabo recojo la bandeja y pongo rumbo a clase.

De camino observo detenidamente a todos los alumnos que van de un lado para otro, sin saber lo que les deparará el futuro. No saben si acabarán el curso con menos amigos o incluso más, si surgirá un romance con quien menos se lo esperan o si serán admitidos en la universidad que desean.

Yo sí. Lo sé exactamente y aunque siempre me habría gustado saber lo que el futuro tenía para mí en este instante lo odio.

—¿Estás bien?

Me giro y me encuentro a Cindy y Gina. La pregunta de esta última me toma por sorpresa. No lo estoy pero intento hacer un gran esfuerzo para disimularlo, cosa que parece no ir muy bien. No quiero que se preocupen por mí y si llegase a contarles la verdad, ¿me creerían? ¿Quién iba a creerme? Es de locos.

—Sí —miento y suspiro tristemente, pensando en sí de ahora en adelante mi vida se basará en mentiras.

—Estás... —Hace una pausa mientras frunce el ceño y parece que no logra encontrar la palabra adecuada—. Ida.

—Estaba pensando en el trabajo de historia. —Intento sonar lo más convencida posible.

«Genial, vaya mentira más mala».

Es lo primero que se me ha pasado por la cabeza y no entiendo el por qué. Sé exactamente cómo hacer el trabajo y en qué fallé. La señorita Harrison se encargó de decírnoslo a Andrew y a mí al final de nuestra exposición. Ahora juego con ventaja y podría mejorar todos los puntos que nos dijo y obtener una mejor nota, no obstante haber sacado un notable está bastante bien.

Aunque el hecho de que mi compañero sea Jaden no creo que ayude mucho. Va a clase cuando le da la gana y nunca le he visto tomar apuntes. He oído que sus padres están forrados y podría permitirse ir a la universidad que se le antoje. Incluso tengo entendido que pagan al director para que le pongan buenas calificaciones en el boletín. Lo que me hace pensar que es un niño mimado que no tiene que preocuparse por nada ya que tiene prácticamente la vida resuelta. Aparte de que es un idiota y un engreído.

—Debiste haber ocupado el lugar de Sharon —dice Cindy chocando su hombro con el mío.

Mis dos amigas sabían de mi interés hacia Andrew. Llevaba detrás de él dos años hasta que finalmente se fijó en mí. Cuando se lo conté se alegraron mucho por mi aunque para Gina, Andrew no era santo de su devoción. Pero aun así se alegraba por mí. Lo único que quería era que yo fuese feliz y si él me hacía feliz entonces ella lo aceptaba.

—Fue más rápida que yo.

—Sé la fama que tiene Jaden pero quizá no sea tan malo. Dale una oportunidad —Gina muestra una sonrisa sincera.

—Encima está buenísimo —añade Cindy con una mirada traviesa.

Enarco una ceja, molesta por su comentario pero en el fondo sé que tiene razón y ayer en clase cuando le observé desde tan cerca me di cuenta de ello por primera vez. Me engañaría a mí misma si dijera lo contrario.

—¿Qué? Estás tan cegada por Andrew como para notarlo pero Jaden está cañón.

Es imposible comparar a Andrew con Jaden. Él es tan dulce y bueno, todo lo que jamás pude soñar mientras que Jaden es... Jaden.

—Para ti todos lo están —le espeto.

Cindy rueda los ojos y hace caso omiso a mi comentario.

—¿Quedamos esta tarde para ir de compras? Tengo que comprar el conjunto para la fiesta —propone Cindy, cambiando de tema.

Suelto una risita al recordar cómo nos fue. Cindy nos hizo quedar muy pronto ya que eran demasiadas las tiendas donde quería entrar. Tuve que comer en un santiamén y cuando llegué a nuestro lugar de encuentro aún tenía el plato de pasta en la garganta. Estuvimos cinco horas recorriéndonos el centro comercial y visitamos más de veinte tiendas, en cada una de ellas Cindy se probaba cinco vestidos mínimo. Se le había antojado llevar vestido a la fiesta y aunque había algunas faldas y blusas muy bonitas, ella seguía con su idea de llevar vestido metida en la cabeza.

Lo más gracioso de todo fue que acabó comprándose el primer vestido que se probó porque ninguno de los siguientes la acabó de convencer del todo como el primero. Gina y yo la mirábamos con ganas de querer ahorcarla cuando estábamos en la fila de la caja para que se dispusiera a pagarlo. Gina no era muy aficionada de ir de comprar y a mí ya me dolían los riñones de estar tanto tiempo de pie dando vueltas.

Esta vez me voy a encargar de que no ocurra lo mismo.




El capítulo de hoy es algo cortito, I know. ¿Qué os ha parecido?

Viajando en el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora