04. Concepto equivocado

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El fin de semana pasa en un abrir y cerrar de ojos.

El sábado me quedé en casa todo el día con una resaca terrible. Cuando mis padres venían a mi habitación a decirme algo era como si me estuvieran gritando a pleno pulmón. No podía pedirles que bajaran el tono de voz porque si no iban a sospechar que la noche anterior bebí más de la cuenta y si fuera así, me castigarían sin salir de casa por el resto de la eternidad.

¡Soy demasiado joven para arrugarme como una pasa en mi habitación de por vida!

Y para colmo, lo peor era el dolor de cabeza. Era insoportable, como si me estuvieran dando martillazos constantemente.

Prometo no volver a beber más en toda mi vida.

El domingo fui a casa de Cindy como le prometí. Parece ser que la bebida le sentó mal y por eso se puso así. Estuvimos viendo The Notebook mientras comíamos palomitas de colores y me bombardeaba a preguntas sobre la fiesta, preguntas que no pude responder porque tenía algunas lagunas.

Bueno, para qué mentir. Tenía y sigo teniendo lagunas del tamaño del océano Pacífico y Atlántico juntos. Solo recuerdo haber estado un rato bailando con las chicas del club de fotografía y después amanecer en mi cama. No recuerdo nada entre medias, ni si quiera cómo llegué a casa. Supongo que alguna de ellas me acompañó o habría llegado yo sola en transporte público.

Cuando quiero darme cuenta ya es lunes y me encuentro caminando por los pasillos de Whittmore, con unas ojeras oscuras terribles. Al menos van a juego con mi camiseta. Conforme avanzo hacia mi taquilla para coger mi libro de matemáticas, mi primera clase del día, una gran parte de los estudiantes se gira y me observa para después darse media vuelta y ponerse a cuchichear entre ellos.

Frunzo el ceño con disgusto ante la situación.

Estaba algo acostumbrada a que la gente me observara y cuchicheara cuando empecé mi noviazgo con Andrew pero antes de eso pasaba totalmente desapercibida, como si fuera un fantasma. Podría ir caminando desnuda por todo el instituto y la gente ni se inmutaría lo más mínimo.

A unas pocas taquillas de la mía se encuentra una de las chicas del club de fotografía. Creo que su nombre es Melissa. Me acuerdo de que interactuamos un par de veces pero no sobre qué. Camino con paso decidido, con la esperanza de que responda a la única pregunta que inunda mi mente. Cuando estoy detrás de ella aclaro mi garganta y hablo:

—¿Pasó algo en la fiesta? Todos me están mirando.

Ella cierra la taquilla de golpe, de manera estrepitosa y suelta un suspiro. Se gira para poder quedar cara a cara conmigo y a juzgar por su rostro parece molesta. No entiendo por qué. ¿Acaso le habrá molestado mi pregunta?

—Pasaron muchas cosas. Vas a tener que ser más específica —dice cortante, con un tono de voz cargado de frialdad.

Ah, ya la recuerdo. Es la que parecía tener envidia de que Jaden no me quitase el ojo de encima. Seguro que por haber captado su atención está actuando de esta forma conmigo aunque a mí solo me interesa llamar la atención de otra persona.

—Por favor, si hice algo o pasó cualquier cosa que me incumba necesito que me lo cuentes.

Ella suelta una pequeña risita, como si esta situación le divirtiera.

—Ya veo que no te acuerdas. Ibas bastante borracha. —Hace una ligera pausa para alzar su muñeca y observar el reloj que se encuentra en ella. Las clases están por comenzar. Después comienza a desembuchar por fin. —Cuando tus amigas se fueron te subiste a la mesa con algunas chicas más y bailasteis como locas mientras todos los chicos estaban alrededor disfrutando del show aplaudiendo. Después vino Jaden y te bajó de ahí. Andrew pareció cabrearse bastante por eso e incluso parecía que iban a pegarse entre ellos.

Viajando en el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora