CAPÍTULO 1

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Acabo de llegar a una nueva ciudad, un nuevo hogar, ubicado cerca a un pequeño río que cursa en medio de un frondoso bosque de árboles y bambúes, es un lugar tanto acogedor como pacífico, es amplio y por ende, tiene un patio trasero inmenso, lleno de vegetación y naturaleza por donde se le aprecie.

Soy muy curiosa e inquieta, por ello, justo en el día que llegué, mientras mis padres descargan y organizan cajas y maletas dentro de la casa, me embarqué en una pequeña aventura donde me propuse a descubrir cosas nuevas que me podía brindar tanta naturaleza reunida, naturaleza que no había tenido la oportunidad de disfrutar en mi anterior vivienda.

Es así como, mientras caía la noche, descubrí entre el hoyo de un tronco, un pequeño artefacto, vistoso e imposible de dejar donde lo encontré, miré el alrededor, un poco asustada esperando que alguien a lo lejos me dijera algo como ''¡oye niña, deja eso ahí!'', pero, al no escuchar algo parecido, decidí guardarlo en la carterita que mi abuela me regaló en mi anterior cumpleaños; me retiré lentamente, y mientras caminaba por el sendero de brezos y alhelíes a la casa, una extraña sombra se esparció por el tronco, saliendo del hoyo de donde había extraído dicho artefacto.

Al día siguiente, la salí a caminar con mis padres para conocer el vecindario, a unos cuantos metros se encontraba una banca donde mis padres decidieron sentarse, decidí corretear y jugar alrededor de ellos, por un momento, ví una ardilla en un árbol, mientras tomaba agua de la botellita que cargaba, caminé hasta ella, al acercarme demasiado, dicho animal corrió despavorido hasta la copa del árbol, me eché a reír al suelo... En el momento que dejé de hacerlo, miré la banca donde estaban mis padres y la sombra que la noche anterior recorrió el tronco del árbol de su patio se postró detrás de ellos, absorbiendo sus almas, dejándolos tirados en el piso sin signos vitales. Al ver esto, me asusté demasiado, aún más cuando noté que la sombra había girado y se dirigía hacia mi, lo primero que hice fue correr, correr como nunca lo había hecho a través del bosque que estaba frente a mi.

Corrí y corrí lo que más pude, asustada, con miedo de que fuera a pasarme lo mismo que a sus padres, no hubo algo que pudiera detenerme, las ganas de vivir se encontraban muy por encima del esfuerzo y el cansancio físico, mientras corría, me distraje mirando hacia atrás, en el momento justo que volví a mirar hacia el frente, me estrellé abruptamente con un zorro rojo, ambos caímos al piso fuertemente golpeados, cuando ambos recuperamos la consciencia fue zorro quien se atrevió a dirigirme la palabra. 

EL DIARIO DE KATHREENWhere stories live. Discover now