Jimin en el gif, ayUDA.
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Desde millones de épocas atrás, el macho siempre ha tendido a demostrar su masculinidad y a dejar en claro cuál era su territorio, desde el animal más minúsculo hasta el más grande. Era ley de vida. El mayor siempre ganaría al más pequeño, el fuerte vencería al más débil y el más bonito al feo. Más bien, algo así como cuestión de supervivencia o incluso de honor. Sin embargo, el ser humano no éramos la excepción.
La única diferencia es que el hombre es cruel, egoísta y celoso. El hombre no lucha para sobrevivir, el hombre lucha para vencer y humillar. Los seres humanos somos envidiosos, codiciosos, desleales y jodidamente orgullosos.
Nos burlamos del más débil, insultamos al más desgraciado, matamos por placer, robamos sin necesidad.
Nadie parece darse cuenta, todos seguimos fingiendo ser ignorantes. Es más fácil esperar a que todo se vaya a la basura que levantarse y tratar de mejorar.
De esa manera, ver cómo un cúmulo de gente disfrutaba observando la humillación de un pobre chico incapaz de defenderse, me hizo hervir la sangre como jamás antes lo había hecho.
—¿Os divertís? —con una fingida tranquilidad, me crucé de brazos y me detuve tras aquél hombre corpulento que ya había visto molestando a los más inocentes de la Universidad con anterioridad.
Drásticamente el ambiente se había sumido en un completo silencio puesto que, lejos de utilizar un tono amigable, mi voz sonó con tal eje de ira que silenció a todos. El líder del grupo volteó con una expresión confusa, posiblemente curioso por saber quién era la persona que se atrevía a interrumpirlo en su momento de triunfo; el momento donde creía ser el rey de la Universidad y donde se veía capaz de hacer cualquier cosa a su antojo.
No había nada en este mundo que me molestase más que ese tipo de gente. Las repudiaba.
A pesar de no quitar ojo de él, pude distinguir cómo Dooly alzaba levemente su cabeza y clavaba apenas sus pupilas sobre mí, tan sorprendido como conmovido.
—Vaya... ¿a quién tenemos aquí? —con un tono socarrón, él y sus amigos dejaron salir una pequeña sonrisa—. La pequeña de la familia Kim, qué sorpresa. Se habla de ti mucho últimamente, estaba deseando conocerte.
Aquello logró distraerme; fruncí el ceño con confusión y dejé caer los brazos a ambos lados de mi cuerpo, observando el rostro de aquél chico como si pudiera buscar una respuesta a través de su expresión. Su sonrisa era brillante, amplia y encantadora. Estaba segura de que era de esos hombres que hacían suspirar a cualquiera con tan sólo pestañear, que sabía conseguir sus objetivos sin el mínimo esfuerzo. No obstante, mi rostro se mantuvo estático. Le dediqué la mirada más fría que era capaz de plasmar, analizando cómo sus pies comenzaban a moverse con lentitud, girando alrededor de mi cuerpo para poder conocer todos mis ángulos. Sus compañeros, sin embargo, se quedaron unos metros más allá, sosteniendo los adoloridos brazos de Dooly para que no se desplomase sobre el suelo.
—Así que... ¿qué te trae por aquí, preciosa? —después de dar unas cuantas vueltas, se detuvo frente a mí y alzó una de sus pobladas cejas, divertido.— Oh, no me dirás que vienes a defender a la pequeña bola de grasa, ¿verdad?
Las risas se hicieron presentes de nuevo, tan ruidosas y burlonas que eran terriblemente desagradables para mis oídos. No entendía qué les parecía tan gracioso. Tensé la mandíbula y me obligué a contar hasta diez mentalmente, respirando con profundidad y tratando de mantener los pies en la tierra para no quedar como una desquiciada frente a todos; eso era exactamente lo que ellos deseaban.
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Trillizos Park. - bts
FanfictionCuando existen dos réplicas tuyas, tu mayor deseo es destacar por tus cualidades y buscar algo que te defina. Por esa razón, esos tres chicos eran exactamente iguales y diferentes al mismo tiempo. Lidiar con ellos era incluso más difícil que aprende...