Capitulo 7 Parte II

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—Sasuke, yo...
— ¡Por fin los encuentro!
Sasuke se apartó de ella tan rápido como si se tratara de algo tóxico. Sakura no reaccionó tan deprisa, primero adaptó la vista a la nueva situación. Poco a poco dio de su estado de aturdimiento y
finalmente cómprendio que el hermano mayor de Hinata acababa de interrumpirles.

Si consideraba lo que Neji Hyuga. había interrumpido, no estaba segura de si debía dar gracias u otra cosa bien distinta.
Se acomodó en su silla y asintió con frialdad ante la llegada del hermano de Hinata.

—Si no habéis probado el pastel de queso, deberías hacerlo —dijo Sakura—. Precisamente Sasuke y yo
comentábamos lo bueno que está.
El joven ignoró por completo a Sakura y dirigió una mirada torva a Sasuke.
—Mi padre ha invertido mucho dinero en esta fiesta para que pudieras relacionarte y conocer a mucha gente. Supongo que habrás notado que todos los invitados están dentro —añadió con poca ironía.
—Ahora mismo íbamos a reunimos con los demás, ¿verdad, Sakura? —y señaló su plato vacío—. Pero estoy tan acostumbrado al invierno en Nueva York que no he podido resistirme a cenar
aquí fuera. Este clima es una maravilla.
Neji. Entrecerró los ojos con malicia, tan griseos como los de Hinata, pero sin esa chispa de genialidad.

—Sí, supongo que el tiempo puede mantener el calor de un hombre. Sin embargo, sería mejor que entraras.
La expresión de Sasuke se ensombreció, pero no dijo nada. Sakura asumió que no podía intervenir en defensa propia mientras fuera presa de la culpa.

Por mucho que deseara cancelar la boda, hasta ese momento, Sasuke pertenecía a Hinata. Sakura no tenía derecho a suspirar por él. Pero nunca había deseado
tanto un trozo de tarta de queso como había deseado a Sasuke durante esos segundos electrificados antes de la interrupción de Neji.

Sakura se incorporó con la mejor de sus sonrisas prefabricadas en beneficio de todos.

—¿Vamos?
Giró sobre los tacones y se encaminó hacia la casa. Nada más entrar en la sala comprendió que la fiesta se había animado mucho. Casi nadie había cenado, pero la mayoría de los invitados se estaban
aprovechando de la barra libre.
El alcohol corría por la sala, la orquesta contratada había pasado de piezas clásicas a temas más movidos y casi todo el mundo bailaba y reía. A Sakura no le costó imaginar que toda esa gente se estaba
burlando de ella.

—Parece que la fiesta está siendo todo un éxito —comentó Sasuke a sus espaldas.
—Se supone que tendrías que mezclarte con los invitados —replicó Sakura—. ¿O acaso Neji Hyuga es demasiado sutil para ti?

Sasuke apoyó la mano sobre su hombro y ella imaginó como sería recostarse contra su cuerpo. Una idea ridícula, puesto que nunca se apoyaba en nadie.

—Baila conmigo —dijo Sasuke.
—¿Te has vuelto loco? —se volvió hacia él—. El hermano de Hinata no insinuaba que...
—Si actúas como si te sintieras culpable y nos esquiamos solo conseguirás que los rumores se extiendan, además, están tocando el vals. Tengo que practicar.

Sakura tendría que sugerirle que bailara con su futura pareja, pero Hinata no estaba a la vista. Sakura le había prometido que la cubriría y señalar su ausencia no ayudaría en nada. Así que permitió que Sasuke
la condujera a la pista junto al resto de parejas.

Empezaron el baile, libres de los pisotones del día anterior. Sakura solo escuchaba la música y los remolinos de1 aire que provocaban las demás parejas girando a su rededor. Esa noche se movían con
armonía y sus cuerpos se amoldaban con una inusitada naturalidad, Levantó la vista para felicitar a Sasuke por sus avances, pero cuando lo miró a los ojos se quedó sin palabras. Eran como dos brasas,
intensos y ardientes, y ella se estremeció.
Soltó su mano en un impulso.

—Te mueves con naturalidad —señaló—. No creo que necesites más clases.
—¡Qué irónico! —dibujó una media sonrisa predatoria—. Yo pensaba que no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo.
Katsumi Hyuga revoloteó hasta ellos y fue la primera vez que Sakura agradeció su presencia.

—Me alegra que esten disfrutando de la fiesta —señaló.
Era obvio que había hablado con su hijo y ahora los vigilaba para ver si disfrutaban en exceso.
—Llegas justo a tiempo para bailar con tu futuro yerno —dijo Sakura.
Se ocultó entre los invitados, ansiosa por alejarse, y se topó de bruces con otro invitado. Al girarse para disculparse, se encontró con Hinata. Estaba colorada, los labios hinchados y los ojos secos.

—¿Qué te parece si reúno a las chicas y nos vamos a la fiesta de despedida? —sugirió Hinata—. No sé
tú, pero yo estoy lista para largarme de aquí.
—Te espero en la puerta.
Había llegado la hora de tomar esa copa en Jungle Jim.
Sakura y las otras cuatro mujeres aguardaron de pie en la entrada hasta que un gorila sin cuello y con una sonrisa lúgubre las hizo pasar. El sonido estridente de la música tecno llegó hasta sus oídos antes incluso de cruzar el umbral del garito.

En el interior se intensificó el ruido.
Sakura se paró en la entrada, sobrepasada por la descarga de decibelios. La mezcla de colonias, perfumes, champús y el olor del tabaco conferían al local una atmósfera propia. No resultaba desagradable, pero a todas luces excesiva. Era un club oscuro iluminado por neones que colgaban de
la pared. En los extremos de los tubos fluorescentes había flores tropicales naranjas y azules. Barrió el local con la mirada y atisbo la barra principal. Ese era su destino. Levantó una mano a modo de
estandarte.
— Seguidme, chicas. Demos comienzo a las celebraciones.

El bar estaba lleno, pero no resultó difícil llamar la tención del camarero. Un grupo de cinco chicas atractivas no pasaba desapercibido. Era un chico que tendría veintitantos, algo arrogante, atractivo, y
llevaba una toalla sobre un hombro y una camisa vaquera abierta sobre el pecho.
—¡Bienvenidas al Jungle Jim! ¿Qué puedo ofreceros, señoritas?
Hinat y las damas de honor se habrían limitado gustosamente a sus acostumbradas copas de vino.
—¿Cuál es la especialidad de la casa? —preguntó Sakura.
—El ponche del mono de la jungla —dijo el camarero.
—¿Qué lleva?
—Será mejor que no lo sepas, encanto —y le guiñó el ojo.
Sakura puso la tarjeta de crédito sobre la barra con un golpe seco.
—Tomaremos una jarra. Ponló a mi cuenta.
Mientras esperaba miró alrededor en busca de la mesa que había reservado con antelación por teléfono, había algunos globos blancos suspendidos en el aire en un reservado al fondo del local y Sakura
condujo la fiesta hacia allá.

Continuara.....

Una Traicionera Dama de HonorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora