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En una de las islas de la Red Line, una muchacha de mal aspecto corría por un bosque huyendo de una horda de pueblerinos armados. Su correr era lento y torpe ya que estaba sosteniendo a un pequeño, que muy pequeño no era. El niño ardía en fiebre, la chica había ido al pueblo para pedir ayuda y lo único que recibió fue insultos y agresiones.
Ella corría a pesar de no tener zapatos, a pesar de tener un vestido hecho de una tela que encontró en un basurero que le tapaba hasta las rodillas. Corría a pesar de las heridas por todo su cuerpo, la falta de alimentación y de abrigo.
Pero no corría por ella, lo hacía por ese niño.
La hierba y las piedras se incrustaban en sus pies, las hojas y ramas cortaban la piel de su cuerpo. Casi se cayo al suelo cuando una piedra le dio directo en un costado de la cabeza, provocándole una herida profunda.
Su cuerpo en cualquier momento se iba a desplomar, empezó a tratar de perder a los pueblerinos escondiéndose entre las piedras y árboles más grandes y viejos. Cuando tuvo una distancia considerable se detuvo detrás de una gran roca que los ocultaba, esperando recuperar un poco de aire y fuerza.
-Dios...- exhalo en un leve susurro. Aliviada ya que escucho como segundos antes la horda enfadada se alejaba de ellos. – está vez fueron más persistentes esos idiotas-
A pesar de haberlos perdido, no bajo la guardia. Toda su atención se avoco a que la salud del pequeño no hubiera empeorado, ella podía aguantar hasta que llegaran a la cabaña. A pesar de que ya se estuviera mareando por la pérdida de sangre.
-Bien... - La chica acostó con delicadeza al niño en el pasto y con un trozo de su vestido, que previamente había rajado, le limpio el sudor de la frente. – Lo lamento tanto Frederick. Es lo más que puedo hacer por vos...- la voz rota y las lágrimas caían de sus rojizos ojos que gritaban el dolor que estaba sufriendo -...de verdad lo lamento tanto-
El cansancio ya se estaba adueñando de todo su cuerpo, ya había agotado todas sus reservas de energías pero aun no estaban seguros. Ella no sabía cuándo esos pueblerinos irían a volver y no estaba en condiciones de resistir otra maratón, su cabeza tenía una gran herida que estaba tiñendo de rojo su corto cabello dorado y parte de su hombro; además sus pies estaban cortados y magullados. Dudaba si después podría volver a caminar, o siquiera vivir.
-Mierda...-
Unos sonidos extraños provenían de unos pasos cerca de ellos, del cansancio y por estar pendiente del chico no puso atención a su alrededor. Se estaba maldiciendo en mil idiomas por ser descuidada ante la situación en que se encontraba, sin poder pensar en un mejor plan se puso delante del pequeño enfermo; ahora nada la salvaría de una muerte inminente, solo esperaba que la gente se apañara de su pequeño amigo.
Los ruidos cesaron cuando un animal tan blanco como la nieve se puso delante de ella con las patas para arriba. La rubia miraba incrédula al oso polar que se comportaba como un humano. Estaba parado en dos patas, el pelaje parecía muy suave y limpio, además llevaba un traje de color naranja que lo hacía adorable. Para la rubia, la postura del oso no detonaba peligro, sino ya la hubiese atacado. Pero, a pesar de todo, no podía asegurar que ayudaría al chiquillo.
Cuando salió de la impresión ante tal rara situación, la rubia se puso a la defensiva. Sus ojos se llenaron de curiosidad al ver al animal asustado, parecía tan asustado como ella.
-Ehh... - la voz aguda y temblante del oso le hizo dar un respingo de la impresión – puedo ayudar...-
La mirada curiosa de ella detonaba la batalla interna que tenía por si creerle o no, el oso no estaba a la defensiva y aunque lo estuviera ella jamás podría acertarle un golpe y salir ilesa. Antes de poder decidir entre aceptar o no, su cuerpo le fallo por completo. Callo tan seca al suelo que el oso no dudo en correr hacia ambos y cargarlos.
-El capitán va a curarlos... por cierto soy Beppo- el auto presentado hablaba con los inconscientes que cargaba en sus peludas patas. Su andar era apresurado, la fiebre de uno y la sangre de la chica era muy preocupante para el animal.
Sin pensarlo mucho, se sintió identificado al ver el trato que tenían los residentes del pueblo con ellos. Sin duda hubiera muerto ese día si no fuera por su capitán que lo salvo de ser una alfombra o una mascota de algún noble.
¿Quién iba a decir que el destino de un joven pirata y una marginada estaba a punto de ir contra los lideres del mundo sin que ellos supieran?
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Lamentos de Dragon (Law x OC)
Fiksi PenggemarLa sociedad es ignorante. Los que tienen poder lo saben, la gente es manipulable. Cualquiera con ese don es altamente peligroso... Claro está según quién lo mire. Entre tantas personas que fueron víctimas de las personas manipuladas está una peque...