25 de diciembre.
Un dia muy frio, Dia de la Navidad, donde todas las familias se reunen para celebrar y festejar.
La familia Stewart habia tenido una noche agitada después de aquel parto en el cual la señora Jammie trajo al mundo una hermosa niña.
- Te voy a llamar Caroline..- susurraba la señora, antes de abrigar a la niña con unas sucias sabanas. La Señora Jammie no le gustaba esta idea de abandonar a su bebe pero era lo mejor, de todas formas recordaba todos esos meses con ella en su barriga mientras le caian alguna que otro lagrima y abrazaba a Caroline. Por ultimó beso a la pequeña en la frente y se la entregó al señor Frederick.
- Llevala donde pueda vivir en paz y en harmonia.- el señor Frederick asintío con la cabeza y antes de salir por la pequeña puerta de madera se abrigó con una bufanda para su cuello. La niña ya dormida y abrigada esperaba ya su nuevo hogar con ansiedad pero el señor Frederick no tenia ni idea de donde esta ese hogar al cual su hija viviria en las mejores condiciones.
No sabia cuantas casas recorrió. Todas parecian perfectas pero ninguna le llamaba la atención salvo una. Una con unos grandes jardines, y una fachada roja.
Se acercó a la puerta, observó a la pequeña y la dejo dormida en el suelo. Al lado de ella dejo una carta en la cual con su mano y barro habia escrito claramente:
< Por favor, cuidar y proteger a Caroline. Sera el fruto de vuestro mundo.>
El señor Frederick comenzó a sentir tristeza de su pequeña pero ya era tarde, ya habia tocado al timble y por tanto estaba sonando.
El señor Frederick salió corriendo y se escondió. No muy tarde una dama con pelo negro y abrigada se asomó a la puerta. Miro para todos lados esperando a alguna persona pero cuando vió a Caroline en el suelo, se agachó. Su expresión cambió de repente. La dama agarró cuidadosamente a Caroline, y luego miró a la calle. Una sonrisa se formó en la cara de el señor Frederick al ver a su pequeña en el hogar correspondiente.