CAPÍTULO 5... 1/2

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No sé cuánto tiempo estuve dormida, pero me desperté de mal humor debido al estruendoso ruido que provenía de la sala.

Levanté mi cuerpo y arrastré mis pies hasta llegar a dicho lugar. La inmensa pantalla que tenemos estaba encendida, estuvieron un buen rato haciendo karaoke; la que en ese momento se encontraba cantando era Dabria y, cantaba muy lindo.

Miré en dirección a la ventana que da al patio de enfrente y me di cuenta que ya era de noche.

- ¿Qué hora es? -le pregunté a Steve que se encontraba cerca mío.

Miró su reloj de muñeca -Faltan nueve minutos para que sean las ocho de la noche.

Como al día siguiete solo me tocaba un par de clases en la tarde, puedía salir para quitarme el mal de humor de encima. Tomé mis llaves de la casa junto a las del auto viejo y sin avisar a nadie, salí de inmediato.

Me dirigí sin rumbo alguno alejándome de casa. Al pasar por una vía poco transitada detuve el auto a un lado de la carretera vacía mientras esperaba a que alguien pasara por el mismo camino en el que me encontraba y fingir tener un neumático reventado.

Luego de pocos minutos esperando, pasó una furgoneta gris, le hice señas para que parara lo cual hizo. Dentro de esta se encontraba un joven que tenía aproximadamente mi edad.

- ¿Me ayudas a cambiar una llanta? -pregunté amablemente.

- ¿Y si mejor te ayudo con otra cosa?- el tipo respondió con otra pregunta mientras me acorralaba contra la puerta de mi coche.

En ese momento me di cuenta que estaba pasado de tragos y gracias a eso tendría una noche y tal vez días terribles, no tan solo por la resaca, sino también por cosas peores.

En ese momento me tocaba hacer la parte que más odio, siempre he odiado eso de seducir a un hombre para poder hacer lo que quiero, sería más fácil tener un arma y dispararles, pero, así ya no sería tan divertido.

Me acerqué un poco a su rostro y le di un suave beso en la mejilla, subí mis labios un poco más hasta llegar a su oído para susurrarle:

-Como digas, solo acerquémonos un poco a la parte de atrás, así nadie nos podrá ver.

Hizo caso y fuimos a la parte trasera de mi coche, antes de que dijera o hiciera algo, saqué rápidamente un pequeño pañuelo y se lo puse en la cara para que segundos después cayera al suelo. Inmediatamente abrí el maletero y lo coloqué dentro del mismo.

Dirijí mi mirada de derecha a izquierda en busca de alguna persona que haya podido presenciar la escena y al ver que no había nadie fui dentro del auto y lo puse en marcha.

Por precaución, al igual que las veces anteriores, di vueltas varios minutos por la ciudad para despistar, al ver que ya había pasado lo suficiente fui hasta lo más interno posible del bosque.

Me detuve entre unos árboles y arbustos los cuales hacían que el auto no fuera visible para las personas que puedan pasar cerca de este. Fui a la parte trasera y abrí el maletero, al fijarme bien que el sujeto era delgado, ya no iba hacer falta llevarlo en el carrito que siempre se usa para transportar a las víctimas.

Tiré al tipo en mis hombros y empecé a caminar, al llegar a la pequeña cabaña, entré y me dirigí hasta la pequeña bodega subterránea que tenemos.

Lo dejé amordazado en una silla, mientras él despertaba saqué mi ropa de médico la cuál usaba siempre en esta ocasión. Cambié mi vestimenta para que la otra no se manchara de sangre y es ahí cuando empezó mi divertido y entretenido juego.

...

Todavía seguía en el bosque, pero ya estaba de mañana y ya debía ir a casa.

Enfermedad mental. |EDITANDO...|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora