55 [narrado]

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Mike comenzó a correr desesperadamente hacia el bosque, ignorando las preguntas de su madre y el hecho de que Nancy lo persiguió hasta afuera de la casa.

Aún caían lágrimas gracias a los mensajes que le envió a Eleven, demostrándole lo mucho que la amaba y lo que haría por ella.

Aun sin esperanzas, siguió escribiendo aquellos mensajes con palabras tan lindas dignas de un poeta. Su corazón latió más fuerte que nunca mientras escribía aquellos textos de amor infinito hacia Eleven.

Mientras se concentraba en sus pensamientos, se dió cuenta de que ya había llegado al bosque. El lugar donde su castaña le dijo que se encontrarían.

Miró a todos lados, con el corazón latiendo a mil por hora y las lágrimas aun cayendo por su pálido rostro.

No había señal alguna de la castaña. Su corazón se rompió en mil pedazos cuando la posibilidad de que la chica lo dejara plantado comenzaron a crecer. Hasta que una voz suave e inocente llamo su nombre, siendo tal vez lo mejor que Mike haya escuchado en el día.

–Mike.–

Se giró emocionado buscando los ojos color miel llenos de brillo y amor, pero lo que encontró le destrozo el corazón.

Los ojos de Eleven estaban rojos e hinchados, se podía ver a simple vista la inmensa tristeza y melancolía que había en ellos. Sus labios estaban apretados intentando reprimir las lágrimas que luchaban por salir.

Mike sintió como su mundo se derrumbaba al ver que el había sido el causante de que el rostro de Eleven ya no brillara como antes.

Con apenas un poco de fuerza, logró abalanzarse sobre la chica causando que esta cayera sobre sus propias rodillas. La rodeo con sus brazos y se unió con ella en un abrazo casi eterno.

Mike podía sentir como Eleven poco a poco comenzaba a abrazarlo de vuelta, mientras el sostenía a la chica de una manera que parecía que quería que sus cuerpos se fusionaran.

No había ni un pequeño espacio que los separara, las lágrimas caían en las pálidas mejillas del pelinegro, causando que Eleven lo abrazara aun más fuerte.

Se necesitaban, más que nunca Mike necesitaba los cálidos abrazos de Eleven, su sonrisa motivadora y sus ojos brillantes.

La chica tenía algo que era difícil de descifrar, era misteriosa y predecible al mismo tiempo. Era buena y mala al mismo tiempo. Era 'pretty' y 'bitchin' a la vez. Era todo y nada.

El cálido abrazo se había convertido en un apoyo para ambos. A pesar de la reciente pelea, ambos sabían que seguirían amándose, sin importar nada más que el amor infinito hacia el otro. Ellos solo se necesitaban a ellos, nada más, nada menos.

Mike se acercó a la chica intentando juntar sus labios con los de ella, sin embargo ella se apartó completamente. Rompiendo la armonía y el abrazo entre los dos.

–¿Elle?–

–Besaste a Anne, Mike. No voy a besarte.–

Las palabras fueron como una lanza de hielo al corazón del castaño, le había dolido en lo más profundo del alma. Sus cejas se arquearon hacia abajo y tragó saliva nervioso.

Intentaba decir palabras pero de su boca no salía nada mas que sonidos incómodos.

–Ella me besó a mi.–

Mike dijo cuando las palabras salieron por fin, se acercó a la chica y ella se apartó empujándose hacia atrás. Mike tragó saliva de nuevo y mordió su labio.

–Yo estaba buscándote y... ella me besó y estaba tan sorprendido que no pude moverme. Tenia miedo Elle. Miedo de que entraras y vieras justo ese momento. Y lo hiciste.–

Mike decía acercándose cada vez más a la castaña. Las lágrimas comenzaron a caer de nuevo y su voz sonaba desesperada, casi ansiosa.

–Eleven por favor perdóname.–

La castaña no hizo nada, se quedo seria viendo a Mike mientras el temblaba y lloraba, sus ojos castaños anunciaban melancolía y su corazón palpitante dejaba ver sus nervios.

–¿Acaso no ves que te necesito? Tu sola presencia me aleja del infierno Eleven. Me siento destrozado sin ti. Hoy incluso no disfruté viendo Ghostbusters de nuevo. Solamente pensaba en el daño que te había hecho y en lo arrepentido que estaba.–

Se acercó a la castaña, logrando atraparla en sus brazos.

Ahí fue cuando ella se desahogo por completo, sus sollozos se habían convertido en quejas de tristeza y las lágrimas saladas caían por su rostro rojo.

Mike no decía nada, solo la abrazaba con los ojos cerrados y escuchando los sollozos de la chica. Le dolía saber que el era el culpable por el cual Eleven lloraba fuertemente, tanto que incluso parecía que llorar más era imposible.

–¡Estúpido Mike! Te besó, me mentiste, los amigos no mienten, lo prometiste. Prometiste que jamás me lastimarías, prometiste que solo me amabas a mi. ¡Te odio! ¡Te odio!–

Eleven comenzó a golpear la espalda del pelinegro mientras el solo abrazaba más fuerte a la chica. Mordió su labio esperando a que Eleven se tranquilizara.

–Nunca, nunca volveré a lastimarte. ¿Bien?–

Preguntó el chico tomando el rostro de Eleven en sus manos, ver a Eleven llorar dolía tanto como golpearse en el dedo chiquito del pie. Limpió las lagrimas con sus dedos y mordió su labio.

Se acercó a ella y beso su frente para después abrazarla de nuevo. Eleven poco a poco comenzó a tranquilizarse, pero aún dejaba salir sollozos que intentaba ahogar escondiendo su rostro en el hueco del cuello de Mike.

Mike sonrió para si mismo al darse cuenta de que la había recuperado de nuevo, y lo haría mil y una vez si era necesario.

Pelearía para estar con Eleven hasta el día de su muerte.

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