Tras derrocar a Luis XVI y guillotinarlo, habíamos tomado derechos de los cuales no gozábamos, pero a un precio que no pudimos pagar, después de las masacres y los distintos periodos de violencia, nos costó un tiempo reconstruir lo que habíamos perdido, vivíamos en la Rue de la Huchette en el quinto distrito de París, éramos una familia de dos, mi marido era un manitas,fue el muchacho de mantenimiento de muchos hogares de París, pero hubo momentos en los que nuestro mundo se descontrolaba y perdíamos el control de nuestras vidas.
Vinieron momentos de hambruna, apenas había comida para abastecer al pueblo, y yo no estaba preparada para eso, un tiempo atrás mi vida fue perfecta o al menos eso creía, era la hija pequeña de un gran empresario , teníamos una casa enorme en medio de un campo, con establos, jardines y repleto de árboles.
Aún recuerdo como ansiaba que los primeros rayos de sol filtraran las cortinas de mi alcoba para así poder disfrutar de la salida del sol contemplando expectante en el horizonte donde mi vista alcanzara los colores verdes que me daban la vida, mis cortinas eran las mas delgadas de toda la mansión, las elegí para esa función precisamente, y nunca me fallaron.
Después solía salir a corretear por los prados, como una pequeña niña que conoce el mundo por primera vez y me tumbaba cerca de las flores para contemplarlas y gozar de sus maravillosos colores, nunca las arrancaba, por eso disfrutaba de su compañía allí donde ellas pertenecían, más adelante había un bosque no muy frondoso, pero sus arboles eran grandes y robustos, donde en temporada solía ir con mis hermanas, a recoger setas.
Jamás volvía a casa sin ir al río, era sin duda mi lugar favorito, acudía ahí cuando algo me afligía, y en otras ocasiones solía llevar una alfombrilla, y pasaba el día leyendo alguna novela mientras me regocijaba de la belleza hechizante que poseía ese lugar.
Era la única de mis hermanas que no acudía a las fiestas estúpidas que hacían los miembros de la corte para así conocer a las chicas solteras mas cotizadas.
Me ponía de los nervios, y aún más lo hacia, cuando las veía ilusionadas sin parar de hablar de lo mismo, y entusiasmadas preparando el gran evento.¡Yo paso!- Para nada me interesaba participar en esos odiosos eventos, realmente era un lugar de caza donde las damas tenían tiempo muy limitado para conquistar a un Varón, mientras ellos disponían de todo el tiempo que durara su nefasta vida.
Es cierto, que era yo la rana entre ellas, ni siquiera engalanaba aquellos ropajes de seda, mucho menos cosas que brillarán, ¿Que es eso? ¿Para que sirve que te reluciera el vestido, o el collar?
Eso no era práctico, ni cómodo. Tampoco necesitaba grandes adornos para sentirme primorosa, yo me sentía viva, llena de energía y vitalidad, y ese era mi mejor adorno. Solía usar ropajes muy parecidos a los de la servidumbre, aunque un poco mas delicados en cuanto a costuras, pero eso si eran sencillos, y sin duda jamás usaba corsé de los que dejan sin respiración a un alma en pena, de hecho eran los preferidos de mis hermanas, jamas salían a ningún evento aunque solo fuera a una fiesta del té, sin llevar descomunalmente ajustado el corsé, aveces creí que se quedarían atascadas en aquella figura por siempre.A Raymer lo conocí cuando un día vino a mi casa mientras me encontraba en la cocina, era un lugar mas bien cálido, era mi lugar favorito de la casa, por que se encontraba Collete, que en ese momento ejercía de cocinera, pero años atrás fue mi nodriza, y la persona con la que pase más tiempo en mi infancia ademas de la que mas me entendia, sin duda aprovechaba cualquier escusa para pasar tiempo con ella, Me disponía a leer una Novela, se titulaba "Bajo la misma Luna". Busqué la página por donde me quedé, y cuando por fin empecé mi lectura y me adentré en la historia, ya era Khatereen la protagonista de mi novela, cuando comencé a sentir su pasión con la que sentía el amor, una voz tímida me interrumpió para hacerme un comentario sobre el libro. ¿Qué querrá? ¿Enserio? Le miré impaciente para que acabará pronto y así poder seguir, odiaba que me interrumpieran, no le preste ni atención . Pero de repente me explicó una parte de la historia donde el protagonista, miraba a la Luna con esperanza de que su amor la contemplara mientras mi mirada seguía fija en el libro.
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Dulce Estocolmo
RomanceDespués de la revolución Francesa, en el año 1883 aún se olía en las calles el ambiente tenso, en un barrio que estaba afectado por los daños ocasionados por la guerra, vivía un chico autista, Aizhar Agthir, cuya familia se vio envuelta en una espir...