Capitulo 5- Golondrina

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"Soy fruto de una borrachera", me dije a mi misma una y otra vez intentando asumir aquella fatídica idea. Fui corriendo hacia Raymer enojada con Collete, por haber sido cómplice de tal frívola falacia, empezaron a aparecer nuevas ideas a las que debía hacer frente, que a pesar de poner todo el empeño que me fue posible por anularlas, el intento fue en vano, y llegó a mis pensamientos... que la mujer que me había criado, nunca fue mi madre sino una impostora, y no quería verme cerca de sus hijas si no me dejaba manipular por sus intereses, que mi madre era tan solo una cortesana, que ademas había dado su vida a cambio de la mía, y que jamás sabre de ella, comprender que desde hoy mi mundo iba a verse salpicado por el resto de mis días, jamás cesaran las habladurías hacia mi reputación por mas años que pasaran, si esto salia mal, nada bueno me depararía el futuro, cosa que hacia sentirme aun mas desgraciada, conforme iba siendo consciente de la gravedad de la situación a la que me enfrentaba, aún más quería esfumarme, desaparecer de ahí era mejor que cualquier otra cosa, aunque tuviera que ser una doncella, o tal vez una campesina, me apresuré exhausta hacia el Hall, y ahí pude verlo parado, en el mismo lugar donde le había dejado, pero parecía inmensurablemente contrariado.

-¿Que te ocurre por que traes ese color en tu rostro?- Me dijo adelantando unos pasos hacia mi para acortar la distancia que nos separada.

-No vas a creerlo, pero no es momento para explicar nada, necesito irme lejos de aquí.- Fijé mi mirada con firmeza en la suya, necesitaba explicarle con la mirada lo que mi corazón estaba sintiendo, en ese momento no necesitó saber más nada, me agarró de la mano, y me dijo que si era mi decisión estaba dispuesto a llevarme donde le dijera. Seguidamente adelantó el paso para salir de ahí cuanto antes, me dolía profundamente dejar mi padre atrás y a Collete, pero la situación me había superado, y actué impulsivamente según mis instintos, solo un hecho hacia que vagamente fuera aliviada mi angustia aunque solo fuera por los segundos que permanecía  en mi mente, era saber que a pesar de que Alisse no quisiera ensuciar su digna reputación, sí que iba a ganarse las habladurías de sus amigas nobles por un largo periodo de tiempo, en nuestra época que una hija sea repudiada, y se marche con un hombre era unas de las peores cosas que podía suceder. Tarde o temprano iba a darse cuenta que esta decisión repercutiría aun más en su deshonra que el mero hecho de tener un romance con un hombre sin linaje. 

Aunque ella estaba convencida que con esta artimaña no conseguiría más que someterme a sus deseos. Esta vez esta equivocada y la vergüenza iba a llegar mas pronto que tarde a su dichosa reputación yo me encargaría de ello.

Si había un hecho del que estuviera preocupada respecto a ellas, era que mi hermana iba a casarse con el hombre mas libertino y mezquino de toda París, realmente temía por ella, ya no era solo el mero hecho de que acudiera al lecho de más de una cortesana, ya que esto era muy común entre los hombres de la nobleza, no todos pero la mayoría acudía en busca del calor que estas mujeres les proporcionaban, aunque jamas aprobé tales actos, lo que más me perturbaba no era eso, sino su mente perversa y lo que era capaz de hacer, estaba convencida de que tras su titulo se ocultaba todo un psicópata y los hechos hablaban por si solos.

Una vez habíamos salido de allí como alma que lleva al diablo, nos dispusimos a llegar lo antes posible a las caballerías donde se encontraba el caballo de Raymer, una vez estaba perfectamente ensillado, me ayudo a subir en su lomo, pero al ver a Collete acercarse, me bajé de nuevo de un salto al verla, en lo mas profundo de mi ser detestaba la idea de irme con aquel sabor semiamargo. Me abrazó intensamente y entre sollozos me dijo que se acordaría de mi hasta el fin de sus días. Trajo con ella un trozo de paño envolviendo algo y no paré a mirar que había dentro, lo cogí mientras le dije que pronto nos veríamos que no esperara desacerse de mi tan fácilmente.

 Volvió a subirme al caballo, mientras tomaba mis brazos para que me sujetara con fuerza a él, no podía evitar sonrojar al hacerlo, de hecho habiamos estado muy poco cerca el uno del otro, y era inevitable sentirme avergonzada, a pesar de ello le agarré tan fuerte como me permitían los nervios en aquel momento, y nos fuimos tan rápido como pudimos, el camino seria muy largo, y no iba a tardar en caer la noche. 

Quedaba bastante poco, para salir de las tierras que apropiaba mi padre, y mi instinto hizo girarme para contemplar una vez más aquel lugar donde crecí, donde reí, donde lloré,donde soñé,  donde un día indudablemente me sentí amada, dejaba atrás toda una vida llena de recuerdos, a pesar de la frialdad de Alisse, nunca sentí diferencia hacia alguna entre el trato que me daba a mi o a mis hermanas. Siempre fue una mujer en cierto modo autoritaria, y recriminaba a padre ser demasiado permisivo con nosotras, aveces pasaba los limites hasta acusarle de ser de carácter débil, pero jamás pude sospechar nada de aquello que tenían minuciosamente oculto todos estos años, en los últimos segundos antes de perder de vista aquello que contemplaba con tanta nostalgia, vi una silueta cerca de los establos, que me hacia con las manos levantándolas lo mas alto que pudo, y entrecruzándolas y moviendolas lentamente hacia arriba y hacia abajo simulando el vuelo de un pájaro libre, en este momento sentí una fuerte emoción invasiva, y no pude evitar expresarlo a modo de lagrimas, era mi padre, y ese era nuestro legado mas especial. Era su forma de dirigirse a mi, y aquel pájaro que revoloteaba era una golondrina......

                               

                                                                                                                                                         ..... su golondrina.


Dulce EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora