En el reino de Belegost

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Partieron de los Puertos Grises dirigiéndose hacia el norte. Los elfos los transportaron a la otra orilla del Lhûn, les fueron entregados dos caballos blancos, y allí se despidieron de su querido amigo Círdan. Éste no estuvo muy de acuerdo con que fueran a las Montañas Azules, pues los enanos no tenían muy buenas relaciones con los elfos, y Nate e InGen fueron nombrados "Amigos de los Elfos", cosa que se propagó por todos los alrededores del golfo, incluso a oídos de los enanos y su líder, Forhonlir. 

Luego de la liberación de Erebor por parte de la compañía de Thorin Escudo de Roble y de la muerte de Smaug, casi todo el pueblo de Durin se trasladó a la montaña solitaria para volver a ver el maravilloso reino de antaño de Thror. Pero algunos grupos quisieron quedarse para seguir habitando las montañas azules, donde hace mucho tiempo habían vivido los enanos en los reinos de Belegost y Nogrod y hace poco se habían vuelto a asentar en estas  montañas. Su líder era Forhonlir, un enano calvo y de larga barba gris. Era muy viejo, y por eso muy sabio, y solía ser bastante amistoso con sus vecinos, como los hobbits, aunque nunca le habían agradado del todo los elfos de los puertos al sur. 

Luego de cruzar, Nate e InGen empezaron su cabalgata hacia el norte. Las altas montañas que se alzaban adelante, similares en apariencia a la dentadura de una colosal bestia, eran el comienzo de la cordillera de las Ered Luin al norte del golfo de Lhûn, pues al sur continuaban hasta poco antes de toparse con el río Brandivino. Eran tierras llenas de bosques, y había mucha vegetación por todos lados, aunque por momentos dominaban el paisaje grandes extensiones de praderas de alta hierba. En estas extensiones se podía apreciar la majestuosidad de las montañas, a no tanta distancia,  y uno podía llegar a imaginarse los grandes reinos que los enanos habían tallado en la montaña en tiempos remotos.  

Luego de mucho andar, y de rodear a la cordillera para proseguir hacia el norte, llegaron a ver a lo lejos algunas construcciones, por lo que empezaron a acercarse hacia la cordillera

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Luego de mucho andar, y de rodear a la cordillera para proseguir hacia el norte, llegaron a ver a lo lejos algunas construcciones, por lo que empezaron a acercarse hacia la cordillera. Mientras llegaban, cruzaban algunas verdes colinas  y algún que otro bosque que se cruzaba en el camino de Nate e InGen.

 Algo antes de acercarse lo suficiente, empezaron a divisar más detalladamente algunas de estas construcciones. Se encontraban algo dispersas, y parecían abandonadas, pues no avistaban ningún movimiento. Pero cuando ya casi llegaban, se dieron cuenta de que no eran construcciones separadas, sino que eran parte de un mismo lugar, de una gran magnitud: habían llegado a las ruinas de Belegost.

 Pero cuando ya casi llegaban, se dieron cuenta de que no eran construcciones separadas, sino que eran parte de un mismo lugar, de una gran magnitud: habían llegado a las ruinas de Belegost

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Cuando llegaron, confirmaron que todo el lugar estaba en muy mal estado. Eran las ruinas de una gran ciudad, a la que se llegaba mediante puentes que se elevaban sobre algunos acantilados. Era una ciudad donde habían estado casas esculpidas en piedra, oro y otras gemas preciosas. Aún se podía apreciar algún trabajo enano sobre algunas gemas como el oro y el rubí, con el que decoraban a las construcciones. Habían existido plazas, fuentes, y muchas otras cosas bellas. Si no fuera por lo asombroso del lugar, se hubieran dado cuenta de que en realidad esta ciudad era relativamente pequeña. 

Pero la ciudad estaba construida pegada a una pared de la montaña, y dos enormes aberturas, cada una apostada a cada lado de la ciudad, penetraban en ella. Nate e InGen decidieron separarse, y Nate iría por la derecha e InGen por la izquierda. 

Nate al entrar se encontró con un gran salón tallado en la piedra, muy deteriorado, con algunas estatuas en un lado y con aberturas en las paredes que hacían que penetrara la luz. Continuó adentrándose, para cuando se dio cuenta de que ya no había rayos de luz penetrando a la caverna, por lo que no debería seguir viendo. Pero entonces captó la presencia de pequeñas aberturas en la pared en las que se encontraban ciertas piedras que iluminaban en gran medida al lugar. Para cuando siguió penetrando en el salón, se dirigió hacia una puerta de piedra. La abrió con cierta dificultad, pero cuando lo logró, miró maravillado el gran pasillo de piedra que se extendía indefinida delante de él, y que se alzaba sobre su cabeza a una altura tal que la oscuridad bien podría haber sido el techo del pasillo, sostenido por grandes y firmes columnas de oro puro. Fue ahí, mientras miraba asombrado, cuando comenzó a escuchar pasos acelerados que provenían de la oscuridad de delante, del ancho pasillo.

InGen apenas entró en la oscura cueva, no llegó a ver mucho más allá que unos pasos, pero cuando ya había caminado varios pasos, captó una tenue luz titilante al fondo de la cueva. Siguió caminando y cuando terminó el túnel, miró maravillado la enorme imagen que tenía en frente de sus ojos: Una gigantesca caverna se extendía hasta donde la vista llegaba y la profundidad de esta era fantasmal. En sus paredes se encontraban más pequeñas ciudades como la de el exterior, comunicadas entre sí por puentes que se extendía hasta una plaza ubicada en el centro de la cueva, que era sostenido por grandes columnas y en su centro, se encontraba una magnifica fuente de plata. Pero todo esto se encontraba en ruinas: muchos de los puentes ya habían caído, de la fuente no brotaba ni una gota de agua y las ciudades se encontraban en ruinas, como afuera. Algunas, incluso, se encontraban tan mal, que partes de ellas ya habían caído al abismo. 

La luz titilante que divisó  InGen provenía de una antorcha que se encontraba ardiendo puesta en la pared que llevaba a uno de los puentes. InGen supo que eso solo significaba que alguien seguía en ese lugar. Entonces se dio cuenta de que una de las ciudades poseía muchas luces encendidas, por lo que decidió dirigirse hacia allí. Cuando llegó, muchos enanos lo miraron con cara extraña, aunque ninguno impidió su marcha. Unos soldados enanos le pidieron que los acompañara, y él los siguió. 

Lo llevaron al centro de la ciudad, en la que se encontraba edificada una gran torre enana. Entraron en ella, y por dentro se encontraba todo frío y seco. Era un lugar muy amplio, con antorchas iluminándolo todo (aunque InGen no había prestado atención, no eran antorchas, sino que eran las gemas que Nate había visto en el salón) y en un extremo, en un gran trono de zafiro, se encontraba el líder de los enanos azules, Forhonlir...

Los Viajeros de Mundos: "De Oeste a Este"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora