Las tierras élficas de Lhûn

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Círdan, el carpintero de barcos, era un elfo Teleri, alto, de pelo blanco y larga barba, que solía vivir en los Puertos Grises, aunque le gustaba visitar los puertos del Golfo de Lhûn de vez en cuando. Se encontraba en Harlond (como podrán haber visto en el capítulo anterior) para cuando llegaron InGen y Nate, por lo que se dispuso a acompañarlos hasta Mithlond junto con su comitiva de Altos Elfos, no sin antes darles un par de caballos, que luego tendrían que devolver.  

Todo el trayecto hasta los Puertos Grises fue marcado por el Golfo de Lhûn a la izquierda y las Ered Luin a la derecha. Era una zona muy bella, llena de bosques de pinos y abetos. No abundaban mucho las playas, pues habían muchos acantilados, pero las pocas que había eran pedregosas, con piedras muy lisas y redondeadas. Había mucha vegetación, y se sentía la vida alrededor de uno mismo al pasar entre los arbustos que se situaban debajo de los pinos, que desprendían su típico aroma de bosque. 

En el camino, InGen y Nate conversaron con Círdan, que les comentó que ciertos lugares se habían vuelto peligrosos y que nunca deberían acercarse a ellos, como el Bosque Negro o Mordor

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En el camino, InGen y Nate conversaron con Círdan, que les comentó que ciertos lugares se habían vuelto peligrosos y que nunca deberían acercarse a ellos, como el Bosque Negro o Mordor. Estos lugares se habían inundado de oscuridad últimamente, estando frecuentados por orcos, grandes arañas, y otras criaturas retorcidas. Pero les había aconsejado que visitaran a los elfos de Imladris, la Comarca de los Hobbits y las montañas al norte del Bosque Negro, donde vivían los enanos de Dain II. Estos lugares eran muy fascinantes, con bellos paisajes y donde podrían conocer la cultura de estas 3 razas. 

Pero InGen y Nate tenían otros planes: visitarían, obviamente, estos lugares, pero también habían venido a la Tierra Media en busca de aventuras, por lo que irían desde las lejanas tierras de Rhûn, al este, pasando por la oscuridad de las cuevas de Moria, hasta la mismísima tierra de la oscuridad, Mordor.

Pero todo esto se lo reservaban para ellos mismos, pues no querían levantar preocupaciones en sus amigos los elfos. Luego de un día de cabalgata, a la madrugada, llegaron a la desembocadura del río Lhûn, y por algunas luces encendidas, lograron distinguir en la oscuridad a los Puertos Grises. Estaban muy exhaustos, por lo que decidieron pasar allí la noche. 

Al día siguiente, pudieron observar con más detenimiento el lugar: por mar, al puerto solo se podía llegar por un espacio entre dos acantilados. Dentro de estos acantilados estaba el puerto, construido con piedra blanca finamente tallada, pero que se había deteriorado con el paso del tiempo. Mucha vegetación cubría el lugar, sumándose el verde al blanco de la piedra y al azul del mar. 

Un anaranjado amanecer surgía, iluminando desde las montañas de detrás a todo el paisaje

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Un anaranjado amanecer surgía, iluminando desde las montañas de detrás a todo el paisaje. Al mirar hacia el este, de donde provenía el sol, InGen y Nate divisaron algo que se elevaba en los montes de allí. InGen lo reconoció de inmediato, pues se trataba de Elostirion, la más alta de las tres torres construidas por los elfos de la Segunda edad del sol sobre esas colinas que pasaron a llamarse Emyn Beraid, o "Colinas de las torres", en el lenguaje élfico sindarin. 

InGen tuvo ganas de dirigirse hacia allí, pero primero, visitarían a los enanos de las Montañas azules.

Los Viajeros de Mundos: "De Oeste a Este"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora