Capitulo Nueve

248 24 5
                                    

Los días pasaban al igual que mis mentiras iban aumentando. Estaba estresada, confundida y mi cabeza a punto de explotar. ¿Era tan difícil contárselo? No, claro que no. Yo era la difícil. Como siempre. De todas las cosas que cambie, mi descontrol e inseguridad tenían que permanecer, quedarse en alguna parte de mi cabeza; martillándome todos los días; dejando grandes dolores en ella y constantes mareos. No podía ser tan difícil. El punto es que dentro de unas horas, Dinah cumplirá 16. Y eso significa una gran y fantástica fiesta. Todos los años, ella invita a los de la escuela y los junta en su inmensa casa. Todos los años, ella intenta recordar a la chica de ojos café que brincaba de un lugar a otro y hablaba con todos. Absolutamente todos. Y sinceramente, yo también lo hago. Extraño esa parte de mí. Esa que no volverá a aparecer durante unos siglos más. Por lo tanto, no puedo arruinarle su cumpleaños con ridículas palabras como esas. Mejor esperare. Pero ya me canse de hacerlo. Tengo que decírselo. Ahora o nunca. Tome mi teléfono, que descansaba en la mesita de noche y marque su número.

- Necesito que este año, todos asistan – dijo Dinah al otro lado del teléfono, antes de que dijera algo.

- ¿Y qué quieres que haga yo? – pregunte, aunque me sentía completamente desconcertada.

- Camila, necesito que repartas las invitaciones, podrías entregarlas en tu clase de mate o naturales, pero vamos solo hazme ese favor – pude sentir su tierno puchero al otro lado de la línea.

- Lo haré, pero no me prestaran atención. Además tú eres la cumpleañera, tú tienes que entregarlas.

- Y tú eres la mejor amiga de la cumpleañera, así que tienes todo el derecho también.

Mejor amiga. Qué bonito sonaba eso. Me pregunto si cuando se lo cuente, seguiré siéndolo. Seguiré contando con nuestra grandiosa amistad. Trague en seco, para eso la había llamado. Necesitaba contárselo o mis estúpidos nervios me fallarían otra vez.

- Dinah… - intente adecuar mi voz ante la situación – tengo que decirte algo.

Al otro lado del teléfono, se escuchaba una Dinah hablando con su pequeña prima Regina. O como le llamo yo: mini Dinah. Agudice mis sentidos e intente escuchar algo de la conversación.

- Ya te dije que mañana es mi cumpleaños.

- Lo sé, Dj – dijo la pequeña con tono infantil.

- ¿Entonces?

- Yo solo… - se escucharon unos lloriqueos, y después se produjo un silencio aterrador.

- ¿Camila, estas ahí? – dijo Dinah esta vez dirigiéndose a mí. Su voz era casi irreconocible.

- Si, de hecho quiero…

- Espera, - me interrumpió – tengo un problemita pero no es nada de qué preocuparse. Te llamo mañana, ya es tarde y de todas maneras necesitas dormir.

- Está bien. Espero que lo soluciones. Hasta mañana.

Dinah asintió con un sonido y luego colgó. ¿Qué habrá pasado? ¿Cuál será el problema? Ugh, no me importa, realmente no quiero agregar otro punto a discutir a mi agitada cabeza. Coloque el teléfono de vuelta a donde estaba y me recosté en la cama. Era sencillo, solo eran palabras. Simples y tontas palabras. Pero con un final devastador. Y absolutamente no quería llegar a él de ninguna manera. Me rodé, haciendo un ovillo con mis piernas, y mi mirada se cruzo con el porta-retrato del escritorio. Tenía una mini Sofía y una mini yo, agarrándole los brazos a un hombre joven, con unas cuantas arrugas pero su edad no pasaba más de 35. Papa… susurré y unas cuantas lagrimas rodearon mis mejillas, cayendo en el cubre cama. Mis sollozos rompieron el silencio que habitaba mi habitación y antes de darme cuenta ya me encontraba dormida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 14, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Perfectly ProhibitedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora