Prólogo

72 4 2
                                    

Mi nombre, Emily Miller Thompson, estoy en mi segundo año de universidad y ha sido todo lo que he esperado y lo que no he esperado, ha sido mi mejor experiencia. Soy de esas personas que todo lo quieren saber pero a veces se limitan a preguntar; me gusta leer pero no todo tipo de libros, amo ser auténtica y extrovertida, soy de las personas que van directo pero a veces me retracto, si me preguntan a qué le temo, diría que a la soledad y a perderme en el amor.

Desde pequeña me enseñaron a luchar por lo que quería, a no rendirme nunca y solo decir no cuando era necesario. Mi hermano Christian es el mayor, mide uno con setenta y cinco, era el chico de sueños, su corte de pelo era perfecto, castaño oscuro, sus ojos grandes y verdes como los de nuestra mamá, era musculoso, diría con plena seguridad que todo lo heredó de mamá, pronto terminaría la especialización de derecho administrativo y todos en la familia estábamos orgulloso de él, me llevaba unos siete años.

Mi padre Charlie Miller, un hombre de bien, prestigiado por ser uno de los mejores abogados de Los Ángeles, y por contribuir a una firma de un alto empresario, puedo decir con certeza que mi familia ha sido mi inspiración para salir adelante. Mi padre fue mi primer ilusión, sabía que todo se los debía a ellos en especial a el; sentía que todas mis ganas de superar toda barrera así fuese contra corriente se lo debía a mi padre, me enseñó cosas de la vida que no entendía con poca edad, y era el amor.

Lily Thompson era la mamá que muchas personas quisieran tener pero yo la tenía y era mi oportunidad de presumir lo hermosa que era. Mi madre me enseñó a llorar pero a sonreír después, me enseñó a agradecer cada día de vida, cada instante, cada momento; me motivó día a día a ser mejor persona y solo por eso valió la pena cada uno de los días contados, ella era una locura de mujer, sus cambios temperamentales me volvían loca y discutía gran parte del tiempo con ella pero la otra parte disfruté de su sonrisa, su mirada de amor, sus abrazos incondicionales y por sobre todo, amé cada una de sus palabras alentadoras en momentos donde sentía que fracasaba.

COMENCEMOS DE NUEVODonde viven las historias. Descúbrelo ahora