Esa mañana me desperté más temprano que de costumbre.
Había algo que me inquietaba la boca del estómago, cosa que no me dejó dormir ni siquiera dos horas corridas en toda la noche. De a ratos me encontraba sentada al borde de la cama con la boca seca como si no hubiese tomado agua en toda la vida. El corazón latiéndome fuerte y errático adentro de mi caja torácica.
No sabía que me estaba pasando.
No tenía idea.
Me miraba en el espejo y me sentía otra. Mis ojos devolvían el reflejo de un cuerpo extranjero, el pecho pálido subiendo y bajando tan solo vestido por el crucifijo de plata tan brillante como un sol ardiendo en alguna galaxia lejana.
Todo en mí se sentía extraño. Mi propia piel se sentía ajena.
Mi madre almorzaba del otro lado de la mesa. Su vista enfocaba tan solo el diario del día abierto delante de ella, su mano izquierda aferrada a la oreja de la taza llena hasta el tope de té de naranja.
Le di un mordisco a la tostada con mermelada y me armé de coraje mientras masticaba lentamente.
—Una de las chicas de mi clase... —comencé. Mantuve los ojos clavados en la tostada, evitando su mirada a toda costa. -...mañana hará una reunión en su casa. Me invitó. Es algo así como una fiesta de bienvenida...b-bienvenida al año, me refiero.
Estaba hablando de más.
Siempre hablaba de más cuando me ponía nerviosa.
Mi papá solía decir que tengo el don de la palabra, aunque a veces también la palabra es mi peor enemiga.
Madre levantó la cabeza por encima del diario, ahora me estaba mirando.
—¿Qué clase de fiesta?
Me encogí de hombros.
En realidad, no tenia idea.
No era como si le estuviese mintiendo, no sé porque me sentí terriblemente culpable todo el momento.
—¿Dónde vive esta chica? -continuó ella.
Gracias a Dios alejó sus ojos de mí para volver a enfocarlos en su lectura.
—En el centro. Sus papás tienen un departamento.
Le dio otro trago a su té.
La respiración se me aceleró todo el momento en que ella meditó darme una respuesta. Se estaba tornando insoportable.
—Está bien. Pero yo te llevo. —finalmente soltó. —vas a tener que practicar doble turno en equitación. Te estás atrasando.
Sentí como se me destensaron todos los músculos del cuerpo.
Quise parecer tranquila, un leve asentimiento de cabeza agradeciendo su permiso, una sonrisa a medias.
Me sentí algo tonta cuando caí en cuenta que estaba más nerviosa de lo que había estado en toda la vida.
Al fin y al cabo, sólo era una fiesta. No entendía por qué estaba reaccionando de esa manera.
Sólo eran un grupo de chicos de la facultad ¿por qué me sentía tan nerviosa?
¿Por qué me carcomía los huesos pensar en que mi madre, tal vez, pudiera decirme que no?
Muy por detrás, enterrado bajo metros de tierra en la profundidad de mi cerebro, algo me decía que sí sabia el porqué.
Una voz murmuraba en mis oídos con su aliento caliente clavándose en mi cabeza y sus palabras acusadoras repitiéndose contra mi psiquis como si fueran una grabadora demoníaca: Sabés el porqué, Ana. Sabés por qué te morís por ir a esa fiesta. Sabés que, probablemente, irá él. Lo sabés. Deseas estar ahí. Deseas que te mire, que se fije, aunque sea un segundo en vos. Necesitas sentir de nuevo todo eso que sentiste en el auditorio. Lo deseas... Lo necesitás...
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ARCÁNGEL (el ángel fanfic)
FanficDios provee al mundo lo que el mundo necesita. (r.p)