🍭Capítulo 2🍭

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Ella se incorporó con dificultad y como si le ubieran tirado un auto encima volvió a caer abruptamente.

—Maldición, la gravedad —tapo su boca y me miró sorprendida —Lo siento, no quise maldecir. 

Me miró por unos segundos y cerró los ojos.

—Debo irme, lo siento Ethan.

Volví rápidamente a mi forma humana.

—No puedes irte, no ahora que sé que eres real.

—Ethan, estás desnudo —mira hacia un costado y visiblemente sus mejillas enrojecieron.

—Lo siento, lo olvidé.

Ella tocó mi brazo con dificultad y ropas aparecieron vistiendome.

La mire sorprendido.

—¿Cómo hiciste eso?

—Se algunos trucos— río —Debo irme y por favor deja de llorar, tus lágrimas inundan mi corazón y me ahogan.

—No sabía que te estaba dañando — toqué su brazo para terminar de creer que esto es real.

—Me iré ahora —su cuerpo comenzó a brillar.

Lentamente su cuerpo comenzó a desintegrarse y como si fuera un polvo brillante subió hacia el cielo.

—Vuelve a la manada —se escuchó en un susurro.

Espabile y comencé a correr hacia mi hogar.

—¿Dónde estabas?— cuestionó mi padre cuando logré poner un pie en la casa. —Miranda está esperando por ti hace varias horas.

—Lo siento ¿Dónde está?

—En tu cuarto.

Odio que la gente entre a mi cuarto, es un lugar privado, de uno y lo ofrece como si fuera un trozo de pan.

Lo mire molesto y me fui.

—¿Qué haces aquí?

—¿Cómo que hago aquí? Sabes que casi muero del susto ¿Cuanto tiempo crees que tardaste?

— Ah, me encontré con alguien— sin poder evitarlo sonreí.

Miranda me empujó contra la pared y me beso.

Como si se tratara de un pecado la saqué con brusquedad —¿Estás loca? ¿Qué haces?

—Tu...—se levantó del suelo —¿La encontraste?

—No —negué con firmeza

—¿Por qué me mientes? — me miró desilusionada y se fué.

Intentando olvidar el momento me fui a dormir.

A la mañana siguiente la luz del sol quemaba mi rostro, me levanté molesto por olvidar cerrar las cortinas la noche anterior.

—Tu — escuché la vos de una niña.

—¡Tu! — respondí sorprendido, ella estaba aquí nuevamente.

—Te ví — se cruzó de brazos, con esa estatura se veía tan tierna.

—No entiendo ¿Qué viste?

—Miranda, ella te beso.

— Ah, eso. No te preocupes no significó nada, lo juro.

— ¿En serio? —empezo a golpetear el suelo con su pie.

— Si— sonreí.

—Bueno — sonrió —Te creo.

—¿Te llamas Luna? —pregunte inseguro.

—Algo así — río —Mi nombre es Runa, mi madre es Luna. Runa significa Luna en japonés, no es muy original, lo sé.

—Es lindo —tome sus manitos.

—Tengo hambre Ethan —miro hacia un costado.

—¿No desayunaste?

—No, tuve que escapar. Si mi madre se entera... no quiero saber que me pasará.

—De acuerdo, vamos. Primero déjame que voy al baño.

Ella se sentó en el borde de mi cama y sus pies no llegaban al suelo.

Entre al cuarto de baño aguantando la risa y las ganas de aplastarla por lo tierna que era.

—¿Ya? —Habló desde afuera.

—Sisi —lave mis manos y salí.

—Vamos —cuando me vio salir bajo de un saltito y tomo mi mano.

—¿Qué sueles comer ? —pregunte.

—Aqui no hay —Sonrió —Con algo rico estará bien.

—¿pero qué es?— me dió curiosidad.

—em... Polvo estelar, algunos meteoritos, estrellas que pierden su brillo y esas cosas.

— Y ¿Es rico?

—Requete rico

Llegamos a la cocina y mi padre estaba desayunando.

—¿Quién es la pequeña? — limpio su boca con la servilleta.

—Ella es Runa. —Me tense

—Buenos días Suegro, soy Runa, hija de Luna, mi hermana se llama Hënë —ella extendió su mano en forma de saludo.

Mi padre quedó anonadado, sin palabras y estático. Era la primera vez en lo que llevo de vida que lo ví sin palabras.

Runa río —No se preocupe señor tengo más de 100 años

Mi padre se atragantó con el tocino y comenzó a tocer.

Palmee su espalda —Padre ella es la hija de la luna y es mi mate.

—Suegro ¿Está bien?

Él asintió con la cabeza.

Se levantó en silencio y se fué.

—¡Incómodo! —susurro Runa

—Entonces ¿Desayunamos?

—Solo un inconveniente —respondió— Yo no como carne —me miró fijo.

—Oh, de acuerdo — pensé unos segundos —Entonces, vamos a comprar.

Ella volvió a tomar mi mano y salimos.

—No te preocupes por el pueblo, no te notarán los cazadores — me miró con seriedad.

—Gracias — no sabía que más responder, todo era muy raro.

 

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