Bajo corriendo a la cocina. Espero no haber despertado a Delia.
Cuando termino de beberme un vaso de agua fresca oigo el timbre del piso. Me pongo en marcha hacía la puerta, a la vez que Delia pega un grito diciendo que no son horas para tocar al timbre.
Abro la puerta y... ¡Mierda! Carlos está en la puerta, sin camiseta y solo con unos pantalones de pijama a cuadros negros. Este chico un día de estos me mata de un subidón de hormonas. Se lanza a abrazarme y juro que mi cara en ese momento parecía un tomate. Aún no me acostumbro a que este chico tan cachas y guapo sea mi mejor amigo. Esto debería ser ilegal.
-¿Estás bien?- dice alejándose de mi cuerpo y entrando al piso.
-Bueno, es lo mismo de siempre-. Le respondo mirando a otro lado que no sea a él para que no pueda descubrir lo colorada que me he puesto-. En un rato se me pasará, ya verás.
-¡Callaros!- se oye gritar a Delia desde su habitación.
Nosotros cruzamos miradas y nos reímos.
-Ven, vamos a dormir- me coge de la mano y subimos a mi habitación.