Capitulo 3

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Mateo
Nos encontrábamos en la cocina de mi apartamento, ya era de día y seguía vivo y todo se encontraba en su lugar.

Lo único que cambio fue que tal vez ahora tenga a una nueva amiga, creo que puedo decir solo amiga ya que la conozco de una noche, cosa que se puede solucionar con una pregunta.

—¿cuando nos volveremos a ver?—me sonrió y tomo una servilleta de la cocina.

—ya que no tengo teléfono y no me comprare uno en un buen tiempo, que tal si nos decimos en qué lugar vernos que día, hora y así cada vez que nos veamos.

—un poco arriesgado a decir verdad, pero como que ya le tengo confianza a cualquier extraño, estaré de acuerdo con eso, además es algo distinto me agrada eso.

—muy bien, aquí tienes—me tiende la servilleta con una sonrisa, la tomo y leo la servilleta, "parque de diversiones, viernes a las 3pm, junto al puesto de algodón de azúcar del viejo John".

Frunzo el ceño y luego sonrió—al parque y junto al algodón de azúcar, son mis cosas favoritas, segura que no eres espía o algo así—ella ríe mientras niega—se que me veo todo malote pero el algodón de azúcar es mi debilidad.

—así que eres como un niño gigante—pone su mano bajo su barbilla y me observa con una ceja alzada.

—te diría que no....pero te estaría mintiendo soy un niño por dentro pero un hombre cuando tengo que serlo, no necesariamente todo el tiempo debo ser serio, creo que para ocasiones hay que serlo como para otras solo hay que divertirse—volteo a verla cuando termino de dar mi explicación y le sonrío.

—estoy de acuerdo contigo—me quede observándola por un momento, hasta que carraspeo y se paró del taburete de la cocina.

—bien creo que ya me tengo que ir nos vemos el viernes—beso mi mejilla y camino hacia la salida por la cual desapareció y por lo cual esperaba ansioso el viernes.

Actualidad

Iba en mi auto camino al parque de diversiones como siempre lo hacía los viernes desde que la conocí, de lejos pude ver el letrero con luces neón que me anunciaba que estaba llegando al parque, estacione el auto en un lugar vacío del estacionamiento.

Apague el auto y apoye mi cabeza en el volante ya cansado de buscar, deje el pensamiento de rendirme pasar por mi cabeza hasta dejarlo ir, me enderecé y abrí la puerta del auto para poder salir de este, camine y observe a toda la gente alegre disfrutar de cada juego que se encontraba en el parque, pude ver el quiosco del viejo John así que me acerqué a saludarlo.

—el gran Casanova, ¿otra dulzura en tu lista?—me apoye en el letrero, mientras esperaba que el viejo se diera la vuelta.

—¡Mateo!, tiempo sin verte ya me hacía raro que no vinieras a fastidiarme otro viernes de mi vida—reí mientras me acercaba a él para darle un abrazo y una palmada en la espalda.

Se me quedo observando y pude notar que se debatía en si contarme algo o no.

—viejo no te resistas ya dímelo—el pobre se estaba poniendo rojo de tanto aguantar el chisme, algo deben saber es que el viejo John no es bueno guardando secretos.

—está bien te diré si tanto insistes—movió su mano para que me acercara—la chica que antes te acompañaba paso por aquí hace una hora y me dijo que no dijera nada pero es que te ves tan triste que no me aguante—dijo todo en susurro que apenas pude escuchar.

Se alejó y me observó y puedo jurar que seguramente debo estar pálido cosa que se me quito rápidamente, tome al viejo por los hombros

—¿es enserio?—asintió rápidamente con una sonrisa.

—enserio muchacho no mentiría con eso, si lo hiciera Miriam me mataría desde donde se encuentre, amo a esa mujer pero reconoce mis mentiras desde kilómetros, además tú sabes cómo es ella piensa que está en una novela desde que los conoció creo que observa a cada chica que se acerca aquí para encontrarla y resulta que yo me la tope esta tarde espera a que le cuente— solo asentí, estaba agradecido con Miriam siempre había ayudado.

—bien no voy a perder más tiempo, no te dijo a donde iría.

—me dio esto y me dijo que te lo diera en la noche, pero el tiempo de entrega no afecta cierto? —saco un papel de su bolsillo y me lo entregó.

Mis manos temblaban era la primera vez en meses que tenía una pista real y que proviniera de ella lo hacía más real, y en eso me paralicé y me entró un miedo de que fuera un papel en el que me pidiera que la dejara y no la buscará, por qué si lo fuera simplemente eso haría porque sería lo que quisiera.

observe al viejo que miraba ansioso esperando que abriera el papel, pude ver su mirada de disolución cuando lo guarde en uno de mis bolsillos.

—no quieres abrirlo ya?—reí.

—no, creo que daré una vuelta antes de hacerlo—bajo la cabeza—tranquilo cualquier cosas les informaré.

—eso espero, suerte y ya sabes dónde encontrarnos—agito la mano para despedirse, hice el mismo gesto y di vuelta para irme.

—¡espera!—pare y me di vuelta para ver al viejo con un algodón de azúcar en mano—ten la azúcar es buena en momentos como este.

Me acerqué a él y tome el algodón le di un abrazo a John y volví a dar la vuelta para irme esta vez con azúcar en mi mano y algo real en uno de mis bolsillos.

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